Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
Las prontas eliminaciones del Barcelona y el Atlético Madrid en la fase de grupos de la Champions pasada, y la durísima caída del Real Madrid ante el Manchester City en la semifinal, especialmente en Inglaterra, generaron todo tipo de dudas, tambalearon en sus cargos los tres entrenadores, Carlo Ancelotti -que incluso perdió la liga-, Diego Simeone -porque en el presupuesto de los “Colchoneros” ni figuraba la chance de no seguir, aunque más no fuere, en la Europa League en vez de quedar últimos en el grupo- y hasta Xavi Hernández, que se salvó por ser una figura histórica de los azulgrana y por haber ganado la liga luego de un tiempo.
Sin embargo, bastaron algunas incorporaciones para que todo cambiara radicalmente en esta temporada. Jules Bellingham fue un absoluto revulsivo en el Real Madrid, marcando goles decisivos en todos los primeros partidos y erigiéndose enseguida, pese a su juventud, en uno de los líderes del equipo, sumado al gran momento de los brasileños Vinicius y Rodrygo en el ataque, y la consolidación de Brahim como estrella, aunque no consiga un puesto de titular.
Los hinchas del Atlético Madrid ya olvidaron, hace muchos meses, la “traición” del francés Antoine Griezmann, que decidió irse al Barcelona para volver con su pase muy rebajado y luego de no haber funcionado en el Camp Nou, y tampoco las fiestas y las ausencias en los entrenamientos de Rodrigo De Paul, hoy, indiscutible entre los volantes titulares.
En el Barcelona, la llegada de Ilkay Gündogan en el medio, y especialmente, la consolidación de muy jóvenes valores de la cantera de La Masía como Lamine Yamal (aún con dieciséis años) y la sorpresa de la gran técnica de Pau Cubarsí como marcador central, a los diecisiete, así como un movimiento táctico de Xavi, al colocar al central danés Andreas Christensen como volante de marca para ayudar a los creativos, terminó ayudando al equipo, que ahora no recibe goles con facilidad, y gana los partidos que tiene que ganar.
Todo este combo derivó en que, en estos cuartos de final de Champions, que comienzan esta semana y se definirán en la siguiente, haya mayoría española con los tres equipos más grandes, cada uno de los cuales tendrá desafíos complicados para tratar de llegar a la semifinal.
El más perjudicado por el sorteo fue, sin dudas, el Real Madrid, algo poco habitual, dada la extraña suerte que suelen tener los blancos. Por tercer año consecutivo, el rival será el Manchester City de un viejo enemigo, Josep Guardiola, el mismo que sostuvo durísimos duelos futboleros y verbales contra José Mourinho en los intensos tiempos de los clásicos españoles y aquella frase que quedará para siempre y que fue utilizada para la venta hasta en las camisetas: “él -por el portugués- es el puto amo aquí, en la lechería”. En plena conferencia previa en el Santiago Bernabeu.
De aquello ya han pasado trece años, pero Guardiola volvió a enfrentarse al Real Madrid dirigiendo al Bayern Munich -asumiendo graves errores como cuando en Alemania fue vencido 0-4- y ahora, con su notable equipo (hoy, el campeón mundial vigente) vuelve a verse las caras contra el Real Madrid de Ancelotti por tercer año seguido. En el primero, los ingleses tuvieron en su palma el pase a la final en Madrid, porque llevaban dos goles de diferencia sobre la hora, pero apareció la ráfaga de Rodrygo desde el banco de suplentes para empatar la serie y luego, todo se desmoronó.
Un año más tarde, el Manchester City aprendió la lección, sacó un empate a puro oficio en Madrid y remató, allí sí, con todos sus recursos y una innegable superioridad táctica, despachó a su rival y fue campeón ante el Inter en una recordada final en Estambul.
Todo indica que ahora vuelven a llegar distinto. El Manchester City, con la recuperación de la dupla que componen el belga Kevin De Bruyne y el noruego Erling Haaland, que pelea por ganar la Premier League por cuarto año consecutivo, pero los blancos, a punto de ganar la Liga tras haberse llevado la Supercopa de España, y con sus jugadores a muy buen nivel en líneas generales. Que la ida se juegue en la capital española obligará a los locales a sacar un buen resultado si no quieren volver a sufrir en Manchester como en la temporada pasada.
El Barcelona, por su parte, sabe que llegar hasta cuartos de final de la Champions luego de años de duras derrotas o de no poder siquiera pasar de grupo inicial. Es un presente que no se puede desaprovechar, máxime que en el segundo partido definirá como local, aunque no en el Camp Nou (en obras, como mínimo, hasta noviembre) sino en Montjuic, que es como no recibir en casa propia. Su adversario no paree nada fácil: el Paris Saint Germain (PSG), dirigido por alguien considerado propio en Cataluña, como Luis Enrique (ex entrenador de los azulgrana), y que, para muchos analistas, por fin pudo conseguir que los franceses parezcan un equipo, luego de tantas temporadas de frustraciones por contrataciones de estrellas que luego no funcionaron en lo colectivo. Sin Neymar, Messi ni Ramos, sólo queda el mayor símbolo del fútbol galo, Kylian Mbappe, también en sus últimos partidos antes de marcharse, como ya anunció que lo hará porque se termina su contrato.
Todo indica que el Barcelona se juega mucho en París, porque este resultado puede condicionar demasiado la vuelta. Una derrota por más de un gol podría significar una casi segura eliminación, porque obligaría a ir a buscar con todo en la revancha, con Mbappe preparado para lo que más le gusta, el contragolpe. Pero también se encontrará con otro viejo conocido en la otra punta, Ousmane Dembélé, quien vistió por años de azulgrana.
Distinta suerte tuvo, esta vez, el “Aleti”, que recibirá en su coqueto y nuevo estadio Metropolitano, del sur de Madrid, a un Borussia Dortmund de muy buenos jugadores, capaces de ganar partidos complicados, pero que anda a los tumbos en la Bundesliga y que no parece el rival más difícil, aunque todo se definirá en Alemania en el siempre vociferante Iduna Park.
Finalmente, otro duelo interesantísimo, en Londres, entre un Arsenal pletórico, que parece ir encontrando la madurez con uno de sus últimos ídolos, el español Mikel Arteta, en el banco de suplentes, y un Bayern Munich de capa caída, ya casi descartado para ganar esta Bundesliga.
Todo indica que el Arteta va logrando insuflar a sus jugadores la idea de que hay calidad para ganar títulos y que sólo hace falta agregarle más mentalidad positiva. No por nada, los “gunners” pelean palmo a palmo por el título de la Premier League junto con el Manchester City y el Liverpool y acaban de vencer al siempre difícil Brighton del italiano Roberto De Cerbi (candidato a los mejores bancos para la temporada que viene) por 0-3 como visitante.
Por el contrario, un Bayern con un plantel aún más fuerte que el Arsenal, especialmente con la llegada de un tremendo goleador como el inglés Harry Kane, que debería ser el claro candidato a pasar a semifinales, también tiene el problema de que más de uno de sus jugadores históricos podría irse al terminar esta temporada (el lateral canadiense Alphonso Davies, el volante Joshua Kimmich y el veterano delantero Thomas Müller), sumados al mismísimo entrenador, Thomas Tüchel, quien ya anunció su salida.
Volviendo a los españoles y el regreso de su fútbol de equipos a los primeros planos europeos, ya muchos hacen planes para una semifinal al estilo de la Copa del Rey, con Real Madrid por un lado, y Atlético y el Barcelona por el otro, pero eso no es todo: hay quien dice que si se toma en cuenta que Arteta y Luis Enrique dirigen a equipos extranjeros, la hegemonía todavía es mayor, aunque ahora se acaban las especulaciones y habrá que comprobarlo en el campo de juego, cuando la pelota empiece a rodar el próximo martes.
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