¿Quieres recibir notificaciones de noticias?

El Barcelona gana la Copa del Rey en una loca final

¿Quieres recibir notificaciones de noticias?

Publicidad

7° Mendoza

Domingo, abril 27, 2025

RADIO

ONLINE

19° Mendoza

Domingo, abril 27, 2025

RADIO

ONLINE

PUBLICIDAD

El Barcelona gana la Copa del Rey en una loca final

Acaso la mejor manera de entender lo que fue esta final de Copa del Rey ganada por el Fútbol Club Barcelona al Real Madrid en el estadio de La Cartuja, en Sevilla, fue lo ocurrido en los últimos cinco minutos del alargue, cuando ya los jugadores de los dos equipos no daban más luego de casi dos horas en las que pasó de todo.

26/04/2025 22:36

Por Sergio Levinsky desde Madrid

Jules Koundé, lateral derecho francés, se anticipó a un intento de salida por parte de Luka Modric, adelantó un poco la pelota, e inmediatamente sacó un remate seco, al ángulo derecho de Thibaut Courtois, cuya estirada no alcanzó. No sólo era el 3-2 para los azulgranas sobre los blancos a muy poco del final, sino que. al rato, Kylian Mbappé recibió una clara falta dentro del área del Barcelona pero todo fue anulado por un fuera de juego anterior de Brahim Díaz, y eso provocó un ataque de furia del alemán Rüdiger en el banco de suplentes, atajado por compañeros y miembros del cuerpo técnico, aunque recibió la tarjeta roja.

Esta vez, a diferencia de los otros partidos de la temporada, el Barcelona se impuso con lo justo en un partido cambiante en el que primero lo fue ganando, luego parecía que lo podía perder, lo empató cerca del final, otra vez lo pudo ganar en la última jugada, pero el árbitro De Burgos Bengoetxea anuló un penal que había cobrado por supuesta falta de Asencio a Raphinha. Sin embargo, el VAR determinó que no existió y hubo que ir al alargue. En verdad, sí había habido penal en la jugada anterior, cuando Rüdiger arrastró la pierna de Ferrán Torres, pero allí no intervino el VAR, y hubo que ir al alargue.

Ni los mejores guionistas podían haber imaginado algo como lo que ocurrió en el último minuto del tiempo reglamentario con ese penal anulado al Barcelona. El viernes, a horas de la final y con gran parte del público ya llegado a Sevilla, el partido estuvo a punto de no jugarse (aunque luego, en un comunicado, el Real Madrid aclaró que nunca pensó en no presentarse) debido a que el enfrentamiento que lleva toda la temporada entre los blancos y los árbitros llegó a su punto cúlmine.

No se sabe quién fue el autor de la idea de que justo a un día de un clásico que puede marcar el rumbo de toda la temporada, el árbitro del partido y el responsable del VAR (Pablo González Fuertes) comparecieran ante la prensa, con las muy altas probabilidades, luego cumplidas, de que se les consultase por nuevas críticas del canal “Real Madrid TV”, mostrando antecedentes de los jueces en partidos anteriores de los blancos y los errores que cometieron, una molesta costumbre que, sin embargo, no había generado hasta ahora un movimiento tan activo del colectivo arbitral.

Pero justo en esta ocasión, De Burgos Bengoetxea y Gonzáles Fuertes, cansados de la presión a la que son sometidos, sumado a las quejas y acciones del Real Madrid hacia este colectivo y hacia el Barcelona por el caso Negreira (un exvicepresidente del Comité Arbitral que, se supo, cobró con facturas a cuatro presidentes consecutivos del Fútbol Club Barcelona para tareas de supuesto “asesoramiento” por un monto total de 7 millones de euros durante años, actividad que dejó justo cuando también terminó su cargo de funcionario), decidieron manifestar que los jueces están unidos y amenazaron con medidas de fuerza y que harán “historia” en poco tiempo más.

El Real Madrid, que parece no haber escarmentado con los años del portugués José Mourinho al frente del equipo hace poco más de una década, pareciera querer regresar a esos tiempos de quejas y de llantos y entonces se tomó de estas declaraciones arbitrales para sentirse atacado, con la explicación de que ningún juez demuestra animadversión ante una de las partes a un día de un juicio.

Si el Real Madrid nunca antes del Siglo XXI se sintió tan víctima de las circunstancias, ahora parece haberse olvidado de su himno, de perder “dando la mano” y casi todo lo que le ocurre desde lo exterior es motivo de enojo y de berrinche. Le ocurrió cuando, inesperadamente, hace meses, su gran jugador brasileño Vinicius Junior no pudo ganar el Balón de Oro, que quedó en manos del español Rodri, del Manchester City, y entonces no acudió a la ceremonia en París, aunque el propio club iba a ser galardonado al ser considerado el mejor equipo de la temporada. Ni eso sirvió.

Ahora, desde la declaración (inoportuna) de los árbitros, había decidido no concurrir a la comida de los dirigentes, ni al acto de presentación de la final con los presidentes, con los entrenadores y con los jugadores y tampoco abrió su entrenamiento. La sensación era que no jugaría, que no se presentaría, aunque terminó siendo convencido por los funcionarios del área deportiva del gobierno socialista de Pedro Sánchez y aflojó a último momento.

Así se llegó a una final de Copa del Rey con los roles históricos invertidos. El Barcelona, en silencio y sólo dispuesto a jugar. El Real Madrid, mirando de costado como creyendo que están conspirando contra el club desde todos los estamentos. Y, por si fuera poco, no sólo su gran estrella, Mbappé, no se sentía de la mejor forma física para llegar, sino que apenas a los 8 minutos también quedó afuera su compatriota Mendy, quien tampoco llegaba bien y se lesionó tras una caída junto con Koundé, otro de los franceses. Fue reemplazado de inmediato por Fran García, un lateral izquierdo que no cuenta mucho para el entrenador Carlo Ancelotti.

A esta final no llegaban igual. El Real Madrid no parece estar en su mejor temporada y venía de quedar eliminado por el Arsenal con mucha claridad en los cuartos de final de la Champions League, su torneo fetiche. En la liga española, a falta de cinco fechas, a duras penas puede mantenerse a cuatro puntos de distancia con el Barcelona, el líder, y se jugará casi todas sus chances el 11 de mayo en Montjuic, en el que debería tener que ganar, si fuera posible (hoy parece una utopía) por cuatro goles o más porque en la ida los azulgranas ganaron 4-0 en el Santiago Bernabeu y en igualdad de puntos cuentan los dos resultados entre sí.

Es en este contexto en el que, para el Real Madrid, posiblemente la Copa del Rey era todo lo que podía ganar y de allí tanto nerviosismo, porque, además, esta definición iba a ocurrir ante un equipo que, en las dos veces que se enfrentaron, les marcó cinco goles en una oportunidad (la Supercopa de España en Arabia Saudita) y cuatro en la otra (la ya mencionada de la liga).

Y sin embargo, el partido fue parejo, cambiante, con dominio alternado y aunque el Barcelona fue más en el primer tiempo, cuando obligó a los blancos a correr detrás de la pelota, ya en el segundo, y en desventaja de 1-0 por un golazo de Pedri, Ancelotti (insólitamente cuestionado por una parte del madridismo) se la jugó con Mbappé, estuviera como estuviera, y el francés complicó a su rival, le empató con un tiro libre, y pocos minutos más tarde, tras un córner del turco Arda Güller, llegó el 2-1 de Tchouameni de cabeza, aunque duró poco y Ferrán Torres, de impecable torneo, aprovechó una desinteligencia entre Rüdiger y Courtois para empatar.

Luego vino aquello del último minuto, y un penal que primero se cobró y luego se descartó por el VAR justo al día siguiente de la polémica y la locura en torno a este partido, que tuvo la virtud de ser tan intenso, tan cambiante desde lo táctico y tan bien jugado, que pudo superar, incluso, todo lo hablado y lo sospechado, refrendado al final con ese bonito pasillo que los jugadores del Barcelona, campeones, le hicieron a sus rivales en el momento de la premiación.

A veces ocurre que cuando la pelota echa a rodar, no sólo los hinchas sino también los jugadores, se olvidan de las polémicas y las sospechas. El fútbol, una vez más, dio una lección de que su juego es tan fascinante que es capaz de hacernos olvidar, aunque sea por dos horas, de todas las miserias humanas.

 

__________________________________________________________________________________________________________________________________________
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD