Por Sergio Levinsky, desde Barcelona. Especial para Jornada
¿Cuánto hay de racional en estas remontadas? ¿Es el azar, el destino? ¿O acaso pasa por el carácter, la determinación, la historia, los títulos, los cambios bien hechos por el entrenador, el convencimiento, las individualidades?
Tal vez el hecho de nuestra formación sociológica nos pueda ayudar a pensar que los hechos sociales son multi causales. No hay un único hecho que lo determine sino una suma de hechos.
En la tapa del diario deportivo madrileño “Marca” del día del partido ante el Manchester City, no parecieron ni Karim Benzema, ni Thibaut Courtois ni Luka Modric. Ni siquiera el entrenador, Carlo Ancelotti. La original portada del periódico apareció con una foto de un estadio Santiago Bernabeu lleno, con el título “Calienta, que hoy juegas”.
No podía haber un título mejor porque demuestra conocer exactamente los tiempos del madridismo. Sabe que el estadio empujará como nunca, o acaso como siempre cuando sabe interiormente cada uno de sus hinchas, que su equipo, en lo colectivo, es inferior al rival.
Porque si hay algo en lo que no se engaña, en general, el hincha del Real Madrid, es que reconoce que este plantel blanco es de transición, que el club está tratando de renovar un plantel de jugadores veteranos como Marcelo en el lateral izquierdo, Modric, Toni Kroos o Casemiro en un mediocampo tremendo de casi una década, que quedará en la historia por un rendimiento superlativo y regular. Con un Benzema en una temporada sensacional, camino al Balón de Oro, pero con avanzada edad. Con Gareth Bale desinteresado por completo, desconectado de la gente, casi siempre ausente (pese a su notable técnica), y con un Eden Hazard que no pudo sostenerse en lo físico, con algunas lesiones y con exceso de peso en más de una ocasión.
El hincha del Real Madrid sabe esto, y también tiene muy claro que el italiano Ancelotti no es un fervoroso tacticista, sino que es, más cercano a Vicente Del Bosque o a Zinedine Zidane, un gran administrador de vestuarios. Partidario del “soft power”, suele decir que “soy amigo de mis jugadores”, lo que se notó en los festejos del pasado fin de semana, cuando golearon al Espanyol en el Bernabeu y se coronaron campeones de la Liga Española.
Es un Real Madrid que confía en lo que tiene. Y tiene mucho. Para comenzar, un enorme (en todos los sentidos) arquero como Courtois, y un goleador excepcional, y en su mejor momento, como Benzema, y con ellos manda en las dos áreas. Si sumamos a un Modric que a los 36 años puede meter un pase combado para Rodrygo que significó el comienzo de la remontada ante el Chelsea y a los pocos minutos oficiaba de líbero para cuidar a Daniel Carvajal, lateral devenido en central ante la suspensión de Militao y la lesión de Nacho, o los permanentes desbordes y la habilidad mezclada con valentía para encarar de Vinicius Junior, nos daremos cuenta de que será superado en cuando a sistema, pero que desde las respuestas individuales se puede esperar cualquier cosa.
Es cierto que alrededor del Real Madrid siempre hay cuestionamientos relacionados con su maridaje con la Champions, su competencia fetiche luego de haber ganado ya trece copas desde que comenzara a jugarse en 1956: sorteos a medida, penales cuando hacen falta, arbitrajes localistas. Pero no se llega a ganar tanto solamente por eso. No hubo ningún hecho irregular que haya provocado que los blancos empataran una serie imposible ante el Manchester City cuando necesitaban dos goles en dos minutos, que, además, los consiguió Rodrygo, ingresado apenas un rato antes como suplente.
Poco menos de un mes atrás, ocurrió algo interesante sobre la presión que significa formar parte de planteles de clubes muy acostumbrados a ganar. El debate lo abrió Xavi Hernández, el ex gran jugador y ahora entrenador del Fútbol Club Barcelona, quien en una conferencia de prensa sostuvo que no hay nada más difícil que dirigir en esta entidad porque no vale sólo ganar sino que hay una enorme exigencia porque hay que hacerlo jugando de una determinada manera. No pasaron ni veinticuatro horas que desde un canal de TV le contestó Jorge Valdano, identificado con el Real Madrid, serio como pocas veces, aceptando que Xavi dijo lo que dijo por una cuestión de marketing interno, pero que no hay nada más difícil en el mundo que formar parte de los blancos “porque si ganas la liga, te dicen que ahora hay que ir por la Champions y si ganas la Champions, te dicen que está bien pero el año que viene hay que volverla a ganar”.
Acaso esto sea lo que pase: el Real Madrid, desde la aparición de la Champions (primero como Copa de Europa), cambió su status europeo. De ser un equipo más que peleaba por títulos en España, y en buena parte gracias a la influencia de un argentino, Alfredo Di Stéfano, pasó a ser un club ganador, que generó una leyenda a la que se sumaron hinchas de otros países, admiradores de su juego. Y eso ya no tuvo vuelta atrás.
A partir de entonces, sus jugadores saben que no pueden dejar de presionar hasta que el partido termine (“Hasta el final, vamos Real”, suele cantar el Bernabeu). El club sabe elegir jugadores acordes a la historia (con algunas escasas excepciones) y hasta enfocar a los que dentro de la cantera (“La Fábrica”), se amoldarán a su futuro, como cuando con apenas 12 años, se eligió a Carvajal para poner la primera piedra de la ciudad deportiva de Valdebebas, acompañado por Di Stéfano.
Tal vez haya una pregunta que al ser respondida con honestidad por cada seguidor del fútbol que haya visto el partido ante el Manchester City, pueda dar un indicio mayor de lo que el Real Madrid transmite. ¿Cuánto de ustedes dieron por eliminado a los blancos a falta de cinco minutos, cuando tenían que marcar dos goles? Y ¿cuántos de ustedes pensaron, luego del penal de Benzema que colocó al Real Madrid arriba en la serie a los 6 minutos del alargue, que en los 24 minutos que quedaban el Manchester City lo podría remontar otra vez?
Tal vez por muchas de estas causas ni reparemos en que tanto ante el PSG en octavos de final, ante el Chelsea por los cuartos o ante el Manchester City por la semifinal, el Real Madrid haya sido superado en el juego durante un gran porcentaje del total de los minutos jugados, o que los blancos no tienen un director de fútbol en el club, o que superaron a equipos con mucho mayor presupuesto.
Acaso sea porque la pretensión sea más simple: ganar a como dé lugar, con todas las herramientas técnicas, motivacionales, históricas y culturales. Acaso por eso, aquel grito de “Hala Madrid, y nada más”. Sin tanta vuelta. Para adelante, cuando es necesario, como lo indica la historia. Para las florituras, siempre hay tiempo. Y jugadores.
¿Alcanzará en la final del 28 ante el Liverpool en París? Eso ya requerirá de nuevos análisis.
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