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Suben hambre y desocupación, baja la inflación

Puede bajar la inflación y subir el desastre social. Se echa a miles de trabajadores como un logro gubernamental. Todo se arregla por DNU. Desaciertos en política internacional. ¿Y si cuando toquemos fondo ya nunca volvemos a subir? Las leyes sobre narcotráfico son leyes para la persecución política.

Redacción
30/03/2024 22:57
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

  Hubo bastante movilidad turística para Semana Santa: los argentinos nos jugamos el resto en vacacionar a gusto. Si ya se sale poco a restaurantes, si se compra menos y peor en supermercados, si se usa la ropa del año pasado y la yerba de ayer, al menos que no nos quiten el viajecito de descanso. Tratamos de salvar algo del horror del ajuste.

  El gobierno señala sus “éxitos”: echar a 70.000 trabajadores estatales, lograr que la inflación sea escasa la última semana del mes. Los echados son menos -hubo que corregir el “logro” expuesto por Milei-, pero de un saque resultan alrededor de 15.000. Con ello, se sigue cerrando oficinas y proyectos: dos reactores nucleares cayeron en la Comisión de Energía Atómica, así como antes se cerró el Inadi; ahora suprimieron múltiples centros de la ANSES, dejando a ciudades del interior de provincias sin sitio para las tramitaciones. Se sigue debilitando la gestión de lo público, para regocijo de un gobierno que dice que el Estado es “una organización criminal”, en vez del espacio de representación de lo universal por encima de los sujetos singulares.

  El despido de miles de trabajadores lleva a destinos trágicos: una guerra generalizada este día miércoles, cuando la vacación termine. Los sindicatos prometen tomar las oficinas: es obvio que Bullrich va a convertir cada oficina en un comando policial. Como esos trabajadores ya no tienen nada que perder, y como se han quedado sin recursos para alimentar a sus familias, estarán dispuestos a todo: el resultado puede ser nefasto. La agresión gubernamental a trabajadores va a empezar a hallar una respuesta radicalizada, y nadie puede prever qué ocurrirá.

  El gobierno festeja que la última semana los precios siguieron subiendo, pero menos: esa baja no de precios pero sí de índice inflacionario, les ha parecido grandiosa. La inflación está bajando: y no es raro, cuando la población puede comprar sólo lo mínimo, y la producción está parada. Sigue habiendo empresas que dejan de trabajar por varias semanas, ante la falta de ventas. En esta desolación generalizada y una economía sin inversión ni producto suficientes, que el índice inflacionario sea más bajo, es a costa del malestar del conjunto de la población, donde crecen el descontento o -en otros casos- la perplejidad.

  Porque la pregunta de todos los argentinos -incluso de los oficialistas- es hasta cuándo soporta la población. Hay una mitad del país que está entre triste y enfurecida, totalmente confrontada con lo existente: es la que colmó las calles y plazas en un multitudinario 24 de marzo, y que aplastó así las pretensiones negacionistas del gobierno. Este cree que con trolls y videos se puede arreglar todo: ahora echa la culpa a paraguayos de la falta de trabajo en el país, como si la actual caída de la producción tuviera algo que ver con la inmigración.    

  El otro recurso del gobierno, es el de los DNU a granel. Vigente pero deslegitimado el hiper/DNU de la discordia en el Congreso, ahora se establece el pago a los jubilados sin pasar por el Legislativo, de modo de saltarse varios meses de inflación que no se reflejan en los haberes: incluso se erogará en dos turnos, anomalía que Adorni -con su estilo narrativo pero nunca explicativo- pretendió calificar de “cuestión administrativa”. Y parece que hasta la eliminación del FONID (golpe propinado a la vez a las provincias y a los docentes de todo el país) se ha de remachar con un DNU.

  Ahora bien, hay otra mitad de la población que sigue diciendo que tiene esperanza en el futuro siguiendo la línea Francella, quien pasmosamente espera cuándo habrá de “disfrutarse” -textual- estas medidas de gobierno. Cuesta entender cómo gente muy golpeada en lo económico (no es el caso de Francella, claro) puede seguir apostando a esta gestión. Es cierto que algunos abandonarán el barco a finales de marzo y de abril: el ejemplo de Fantino -un eficaz promotor de la figura de Milei- pegando gritos porque le llegó una factura de luz de más de 4 millones de pesos, es elocuente.

  Pero…¿por qué el “aguante” a un ajuste tan brutal, que es sin precedentes mundiales? ¿por qué muchos siguen apoyando a una situación que hasta el Fondo Monetario o Domingo Cavallo entienden como demasiado drástica?

  Simple: porque a los antiperonistas, aceptar que el peronismo estaba mejor que el presente, les resulta insoportable. Tras reuniones familiares y de café durante años y años farfullando contra el peronismo…¿cómo aceptar el fracaso del antiperonismo? Sería aceptar el propio fracaso. Es por eso la esperanza desesperada, la ilusión -muy probablemente vana- de que vamos para abajo sin remedio, pero todo ha de salir bien.

¿Y si el futuro no se escribe con V?

  Milei ha graficado: llegamos al fondo del pozo con el ajuste, y “rebotamos”. De modo que tras la caída, viene una subida subsecuente. Toda la caída sería para garantizar una futura subida.

  Pero claro, de “brotes verdes” y “salidas del túnel” ya mucho nos enseñaron el mismo Caputo y el entonces presidente Macri: fracaso total. Nunca llegaron tales brotes, y nos quedamos dentro del negro túnel para siempre.

  Los que pregonan que tras el actual desastre el futuro ha de ser venturoso, no pueden explicar cómo la caída de la producción ha de volverse virtuosa, cómo la pérdida brutal del poder adquisitivo podría revertirse en plazos previsibles, cómo la extinción de garantías laborales haría a los empleados más fuertes. Por ahora -hay que decirlo- hay que esperar los juicios que iniciarán miles de los trabajadores echados: juicios que, como se sabe, casi siempre pierde el Estado, con lo cual los costos de las cesantías no han de ser menores para el erario nacional, y no saldrá todo tan gratis como se lo piensa.

  Pero esta es la gran pregunta: ¿si “dejamos hacer”, si “damos tiempo” al gobierno para que siga tomando medidas recesivas y de liquidación de los ingresos…y luego seguimos estando mal, qué ocurrirá? ¿a quién ir a quejarse?

  Esa pregunta es la que justifica las acciones de resistencia que los trabajadores han de tomar en la semana entrante: las que -quién lo duda- se presentarán a la opinión pública como actos de vandalismo social, y no como la angustiada defensa de las fuentes de trabajo por miles de personas que llegarán a sus casas sin nada para saciar a sus hijos.  

Las leyes contra la protesta

  Petri y Bullrich disimulan poco: es notorio que su preocupación no es el narcotráfico. Algo se ha avanzado en Rosario, si bien han continuado algunas amenazas. Se ha encontrado al autor del asesinato en la expendedora de combustibles: un menor, que habrá que ver quién lo envió y lo pagó. Y que hay que asegurar que, como por edad no es punible, no esté en condiciones de volver a delinquir.

  Pero de lo que se trata es de aprovechar la volada de la emergencia en Rosario para movilizar en la represión a fuerzas como la Policía Aeroportuaria o la Prefectura. Mientras ardía Rosario, estas se ocupaban de reprimir en Puente Pueyrredón o en Liniers a las manifestaciones sociales organizadas fundamentalmente por el Polo Obrero, con algunas otras organizaciones asociadas, varias de ellas del peronismo.

  Está claro: es la gran ocasión para hacer el país de la vigilancia y el castigo. Viejo sueño, tanto del mendocino Petri -a quien bien se conoce en la provincia- como de la multipartidaria Bullrich, que habrá cambiado de identidad política pero hace mucho que  sostiene la misma obsesión por la persecución ideológica, expresada en casos como Santiago Maldonado, Rafael Nahuel o el de Chocobar.

  Las pretensiones de las nuevas leyes represivas son escandalosas. Plantean, por ejemplo, que las acciones de las fuerzas de seguridad…no son punibles!! En fin: parece que la “licencia para matar” que decía tener el personaje de James Bond en épocas hoy remotas, podría generalizarse para el accionar de las fuerzas represivas, que actuarían a su antojo. Y no por legítima defensa, explica Bullrich, sino por “cumplimiento del deber”. Hay que disparar con las armas no para defenderse, sino para atacar: lo cual en casos extremos podría ser válido, pero en muchos otros podría implicar excesos amparados por la impunidad.

  Como es esperable de estos ministros, las Fuerzas Armadas serían incluidas en la seguridad interna. Una medida que parece que ellas mismas no desean, sabidos los resultados del trágico pasado argentino cuando la última dictadura: y también según las palabras de la vicepresidenta Villarruel, quien es una vocera oficiosa del estamento militar.

  Las pretensiones de legalizar una represión generalizada son sorprendentes. También se propone que cuando una persona pertenece a una determinada organización y alguien de esa organización comete un delito…¡¡todos los miembros de esa organización son responsables por el delito!! Es decir, se podría condenar a personas por delitos que no han cometido. Y meterlos presos de a montones, “en manada”.

  Otra cuestión es la de la “reiterancia”, otro invento mendocino. Según explicó la ministra sobre el extraño neologismo, se trata de apresar automáticamente a quien cometa un segundo delito, aun cuando el primero esté todavía en juicio y sin sentencia. Es decir: hacer detención cuando en verdad, no se sabe si lo cometido en el primer caso ha sido efectivamente un delito. Igual, la idea es apresarlo sin más, evitándose el paso por situaciones judiciales. Con la apelación a la “reiterancia” podría -quizás- evitarse alguna reincidencia delictual: pero también podría cometerse atropellos contra personas inocentes.

  En fin: proyectos de ley que no ayudan -como sí es necesario- a una política integral contra el delito, sino que se limitan al aspecto represivo y policial: el cual debe existir, ciertamente, pero sólo es una parte más de un dispositivo mucho mayor que el gobierno parece ignorar, pues no está interesado en una política de seguridad abarcativa y democrática.

 

Política internacional, te la debo

  En lo internacional, los desaciertos han sido enormes esta semana. Empecemos con los cuentos chinos: el primero, dejar a un barco argentino (propiedad de un chino que vive en la Patagonia) que pescara toneladas de merluza negra, cuya pesca está restringida, y para la cual no tenía permiso.

  Cuando el funcionario -que era del gobierno anterior- decidió denunciar y sancionar la maniobra, otro funcionario -de los hace poco designados- trató de impedirlo. Se armó un buen lío, y en el ministerio que dirige la canciller Mondino a menudo oscilante, cayeron estos dos funcionarios más un tercero. Una fuerte desprolijidad disimulada por la tv oficialista.

  Petri decidió seguir con su gestión del show estilo Rambo. Recordamos su foto inicial vestido con uniforme de fajina, realmente inverosímil. Ahora se filmó dirigiendo un severo operativo sobre un barco chino, dando órdenes, señalando mapas. Pero salió mal: el barco, cuando fue abordado, estaba en regla. El operativo fue en vano, y la filmación hubo que archivarla por inútil.

  Con sus excesos verbales habituales, nuestro presidente llamó “asesino” al presidente de Colombia. Nada menos. No siendo la primer ocasión, Petro expulsó al embajador argentino en Bogotá, así como a su comitiva. Y retiró su personal diplomático de Buenos Aires.

  Las “explicaciones” de Marra por tv -diciendo que Petro hablaba mal de Milei- fueron infantiles: Milei incluso participó de la campaña electoral en Colombia en contra de Petro, lo cual es una carga nada menor. Pero además, los insultos que se permite Milei no los profiere casi nadie en todo el universo político planetario.

  Mondino, sin saber qué decir ante el desaguisado, se inventó que los pueblos no tienen que afectarse por palabras de sus dirigentes (??), y que las palabras, finalmente, no tienen la contundencia de los hechos. En fin. Un lío diplomático totalmente innecesario con Colombia, y otro aporte al aislamiento argentino en la región.

  Esto se suma al conflicto por los dirigentes opositores que se han refugiado en la embajada argentina en Caracas, el cual seguro que habrá de profundizarse, y que sí es un problema digno de atender. Y se agregan los roces con el gobierno de México, también de orden verbal, que nos ponen en situación nada agraciada dentro del continente.

  Mientras, la ruta hacia el pretendido Pacto de Mayo parece cada vez menos precisa. En medio de una oposición que crece en el Congreso, el oficialismo sigue apelando a un mecanismo tan rudimentario como eficaz: la extorsión con los dineros del gobierno nacional que debe enviar a las provincias. Ya se anularon FONID y transporte, pero sigue tratándose de sumas enormes.

  Los gobernadores, en vez de reaccionar con la fortaleza y energía que la situación exige, se limitan a soportar, y acercarse a la mano que los castiga como perro hambriento al amo severo. Unos por oficialistas -como el UCR Valdez, por ejemplo-, otros por oportunistas -Jaldo se destaca-, otros por impotentes -la gran mayoría-, algunos porque intentaron y no pudieron -Torres, principalmente-, casi todos se subordinan. Y allí están. O aprenden a confrontar un comportamiento tan escasamente institucional como es negar el envío de fondos que corresponden, o seguirán instalados pasivamente en tener que aprobar todos los designios que se le ocurran al Ejecutivo.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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