Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Biden decidió apretar a Trump tras la derrota electoral. Desde el enorme negocio que es la guerra de Ucrania para el complejo militar/industrial, permitió el uso de misiles estadounidenses para atacar territorio ruso. Y efectivamente así se hizo, en el campo de Kursk que los ucranianos han tomado -con algún retroceso posterior- dentro de Rusia. La respuesta de los rusos -que han mostrado singular paciencia para no reaccionar por escaramuzas y provocaciones- fue esta vez terminante: un misil hipersónico sobre Ucrania. Avisado previamente a EE.UU., lejos de sitios donde pudieran morir civiles. Pero una señal rotunda: si el misil hubiera llevado ojivas nucleares, el desastre era incalculable.
Quizá esta arma contra la cual por ahora no hay defensa, como Putin subrayó luego, logre lo que logró cuando Irán la disparó contra Israel: allí se acabó la escalada. Mostrar que se puede llegar al límite, puede ser la mejor manera de acabar con insistencias y bravuconadas.
Es que Biden quiere arruinarle a Trump su “fiesta de paz”, a la vez que darle a su país una negociación desde posición lo más fuerte posible. Los intereses de Estados Unidos en Ucrania son muchos, y será bueno negociar desde una derrota menos marcada.
Mientras, Europa -vía Francia y Reino Unido- insiste tontamente en no negociar la paz, incluso contra la nueva posición que se viene en Estados Unidos. Se niegan a aceptar la derrota militar ante Rusia, así como el papelón de haberse sometido a unos Estados Unidos que los llevaron al sin salida. Son los más perjudicados por el peligro de una guerra nuclear, así como por la penuria de falta de gas: igual alardean con seguir una guerra que a todas luces ha de terminar.
Mientras, la Corte Penal Internacional pidió la detención de Netanyahu por crímenes de guerra: es difícil que se concrete, pero el desprestigio para el premier israelí y su cruzada antiárabe -por tanto antisemita, pues los árabes son semitas- es monumental. El día anterior, el Papa había enfatizado que Israel comete genocidio en Gaza. La respuesta apeló a las obviedades habituales: que Israel “se defiende” (le mataron 1200 personas, ha matado más de 45.000), que la Corte hace “antisemitismo” (como si la acción de Netanayahu no se pareciera más a la de los que masacraron judíos en la segunda guerra, que a la de los entonces perseguidos). Biden se enojó, Milei también -aunque lo que este último diga a nadie importe a nivel mundial-. De poco les vale el enojo: el repudio planetario a la matanza en Gaza va aumentando, y la decisión de la Corte es un hito en ese sentido.
“La inflación baja, pero los precios siguen subiendo”: hallazgo en focus-groups
El gobierno se ufana de que ha mejorado en las encuestas. Es cierto: ha interrumpido su constante baja de varios meses, hacia una suba breve que se verá si dura. Pero no es que el sector “favorable” de la población -una mitad de esta, o un poco menos- crea que está bien. De ninguna manera. Dicen: “Estamos mal”. Y agregan: “Pero creemos que estaremos bien”. O sea: es una esperanza, mientras se sigue pésimo en la mayoría de las cuentas hogareñas.
Es que los encuestadores han detectado un nuevo argumento de los ciudadanos: “Baja la inflación pero suben los precios”. Y es que la sabiduría cotidiana puede traspasar el ancho manto de propaganda oficial desplegada en diversos medios. Efectivamente, es lo que ocurre: la inflación baja y los precios suben.
¿Cómo es eso? Hay por lo menos dos cuestiones: 1.La fórmula de medición de la inflación subestima los aumentos de tarifas, que han sido escandalosos en el presente año. Por ello, la inflación no mide lo que sucede en el bolsillo de las personas; 2.Que la inflación pase, por ej, de 4% a 3% mensual, no significa que los precios bajen: significa que suben más lento que antes, pero siguen subiendo. Sólo con inflación cero genuinamente medida, los precios no suben. Hay inflación más baja con precios más altos: es perfectamente razonable.
Finalmente, el lema de “el impuesto más alto para la gente es la inflación” es falso. El tema no es sólo la inflación: es el poder adquisitivo. Si los precios suben 10 y el salario aumenta 12, salgo ganando. Si los precios suben sólo 5 y de sueldo me aumentan 3, salgo perdiendo. Lo que importa no son sólo los precios, sino su relación con los salarios. En tiempos de Menem no había inflación, pero el desempleo y el hambre fueron generalizados: parece que es la misma propuesta actual.
La derecha falangista gusta a los bienpensantes “liberales”
Los brillantes teóricos de la Escuela de Frankfurt, en la posguerra, dejaron claro que el fascismo no era “lo contrario” de la democracia. En realidad, según los capitalistas era su continuidad para momentos de crisis. El stablishment que se reclama democrático para atacar a la izquierda (o a gobiernos peronistas, en la Argentina) puede ser abiertamente antidemocrático, aquiescente con los cercenamientos de derechos y con la liquidación de las libertades.
No en vano ese stablishment promovió y apoyó todos los golpes de Estado de la derecha en la Argentina, siempre crueles (aunque nunca tanto como en la criminal dictadura impuesta desde 1976). Ningún problema tiene con esa forma de barbarie y antidemocracia, disfrazada -eso sí- de “golpes de Estado para restaurar la democracia”. Para ellos, nada mejor que las dictaduras si queremos ser democráticos.
Un nuevo capítulo de esa torpe comedia está sucediendo en el presente. Se tolera los insultos presidenciales -repetidos y obscenos-, sus aprietes públicos a gobernadores y legisladores, sus llamados a perseguir a periodistas y opositores varios, con un condescendiente gesto de “son travesuras”, “es el modo de ser del presidente” (¿??), “son cuestiones de forma”…
Hay que enviarlos a estudiar Estética, o aún teoría sobre la historia. Un libro de Hayden White se denomina “El contenido de la forma”: la forma comunica por sí misma. Seguro que estas cuestiones de forma a nivel presidencial son extremas e inaceptables. Absolutamente. Sin embargo periodistas, políticos y empresarios disimulan meticulosamente: “el rey está vestido”.
Lo que decimos fue visible en el encendido y medieval discurso de Agustín Laje ante empresarios como Manzano y Belocopitt cuando la cena por módicos 25 mil dólares al servicio de LLA con la Fundación Faro. Allí bancaron discurso religioso y reaccionario que seguramente repugna a más de uno: pero que -dirán- “nos conviene”. Esa es la cuestión. Allí está la hipocresía.
Más se notó en el acto de aspecto seminazi en que se lanzó la agrupación “Fuerzas del cielo”, con la que Santiago Caputo piensa terciar en las listas de elecciones para 2025 (en competencia con el dúo de Karina y Sebastián Pareja). Tan obvia fue la imitación que Laje tuvo que salir a explicar que se hizo a propósito, para llamar la atención. Un recurso publicitario, vea Ud. La gravedad de la asunción de ser “brazo armado” del gobierno y “guardia pretoriana” de Milei no ha pasado desapercibida: pero la mayoría del espectro político se ha hecho el distraído. Sin embargo, desde legisladores socialistas se inició acción penal contra los responsables.
Se agregó a ello el ataque a miembros del Conicet en Potrerillos (Mendoza), con la ridiculez del “déjense auditar” (no hay instituciones más evaluadas externamente que las universidades) y de que vayan a trabajar porque cobran del Estado, con el remanido asunto de que el dinero del Estado viene de los contribuyentes. Los agresores, que son comerciantes…¿de quién reciben su dinero? De los que les compran. De la población. De los contribuyentes. Los privados no comen del cielo, sino del tributo del resto de la sociedad.
La derecha política mira para otro lado. Es lo que le pasa a Macri, quien está está feliz con lo que hace Milei: con su atropello a los límites institucionales, este logra lo que Macri -que hizo atropellos, pero no tan abiertos- no pudo lograr. Milei es el sueño que Macri no realizó. Y por eso el ex presidente le admite todo, aún el que se haya apropiado del PRO y de sus votantes: ni esa humillante situación lo saca del goce de atacar al peronismo y a las organizaciones sociales.
Es la posición de los “republicanos” que hablaban todo el tiempo contra el kirchnerismo, pero permiten a Milei cuestiones mucho peores. Jamás se vio estos insultos por tv, ni estos aprietes abiertos a gobernadores. La actual situación es inaudita. No importa: para el periodismo oficialista -mayoritario, sin dudas- si no se puede negar los ribetes antidemocráticos del gobierno, basta decir que “nos recuerdan al kirchnerismo”. Y, con esto, convertir a las principales víctimas de los actuales ataques oficiales en presuntos responsables de los mismos.
En esa tesitura vimos la grotesca falsa noticia (fake new) según la cual la Univ. de las Madres tenía un local donde había salón de baile y bebidas alcohólicas. Duró poco, y no se siguió con esa farsa informativa. Pero el canal TN hizo una escandalosa serie de tomas, todo lo larga que pudo, con comentarios de un y una periodista que dirigían el programa en torno de las 14 hs., que fue memorablemente deforme y descalificadora. No hemos sabido que se disculparan. Total, este clima exaltado de “fuerzas del cielo”, hay quien cree que da para todo. Era la vendetta porque un juez dio razón a la Univ. de las Madres frente a la intervención dispuesta por el gobierno.
La condena a Cristina: campo libre para jueces persecutores
Después de la poco sustentada condena contra Cristina, vino la andanada. “Juguemos en el bosque”, parecen decir los fiscales y jueces dedicados a perseguir a la oposición política. Acción que tiene larga data desde tiempos de Macri, por entonces -y quizás también hoy- en alianza con los espías de la actual SIDE. Así siguieron con Boudou, cumplieron una vieja sentencia no concretada contra Urribarri, y se meten con todo lo que encuentran. Es el momento de la gran ofensiva judicial.
Mientras, es curioso cómo la derecha “republicana” no se molesta con que Sturzenegger haya dejado de tener causas penales por el Megacanje del 2001 por el solo paso del tiempo, pues hubo jueces que dejaron pasar la cuestión. Y ahora, con que la Corte anule la sentencia contra Cavallo por pago de sobresueldos. ¿Será eso la Ficha Limpia que tanto dicen que les interesa?
Quizás De Loredo -un derechista a toda regla- es quien mostró una reflexión menos tonta sobre el asunto. Si viene una devaluación, una corrida, una pueblada, Milei queda reducido a casi nada. ¿Y quién viene entonces?, se pregunta De Loredo retóricamente: Cristina. Volvería a ganar sin dudas, y tanto encarnizamiento actual en su contra podría tener efectos contrarios.
Lo cierto es que al peronismo, por su parte, no parece haberle caído ficha de la gravedad de la situación, como ha dicho Arodskin. La mezquindad de los ataques a Kiciloff supera toda previsión. Es como si se incendiara la casa, y alguien se empecinara en sacar el frasco de perfume de la zona en llamas. Recalde dice inconsistencias sobre que “los periodistas agrandan las cosas” (¿??); Mayra Mendoza se supera reclamando a Axel por falta de apoyo para obras; Ferraresi le responde mostrando limitaciones a lo que hay en Quilmes, la municipalidad de Mayra. De horror, hacen un baile en la cubierta del Titanic. Cuesta creer tamaña impericia.
Cristina se mueve, aparece, logra tocar la fibra del núcleo principal de seguidores. Va desde Santiago del Estero a Rosario. Pero sigue monopolizando la lapicera, y no llama a nadie más: no convoca a reunión del partido, no aumenta el número de voces. Parece creer que basta la suya: si bien es la más fuerte, otras también son necesarias. Y, por cierto, la que le sigue en peso es la de Axel, quien hizo un discurso notable en San Pedro, y que cuidadosamente evita entrar en la encerrona en que quieren meterlo.
Lo internacional: de cal y de arena
El gobierno sigue con internas feroces: Milei cargó con todo contra Villarruel (que está muy aislada), Karina se enojó con Santiago Caputo por el acto ultraderechista de “Fuerzas del cielo” que -adujo- les arruinó un momento excepcional.
En todo caso, lo internacional le sonrió a medias a Milei. Fue a Miami, se sacó foto, pero lo sacaron de micrófono por pasarse del tiempo. En Río hizo de agente de Trump, pero la declaración final fue todo lo contrario de lo que él pregona: no metió una, pero sí tuvo que poner la firma. Logró negociar con Brasil, pero quedó claro el rechazo de Lula a su persona. Arregló con los chinos -que se reunieron luego aquí con Cristina-, pero sabiendo que luego Trump va a cobrárselo.
Antes había venido Macron (que honró la memoria de desaparecidos franceses, para molestia del gobierno argentino) y luego lo hizo Meloni. Ambos salieron a saludar en el balcón a la desierta Plaza de mayo, según costumbre que Milei ha lanzado para la tv. Con Meloni hubo mejores acuerdos, si bien -como se le escapó a una locutora mendocina en noticiero de tv- importan porque “ahora se van muchos jóvenes a Italia”. Porque aquí no ven trabajo ni futuro.
La tensión con Brasil pasa por los fugados con órdenes de detención en ese país que se han venido a la Argentina: son los bolsonaristas del intento de golpe de Estado, que ahora se descubre que incluían proyecto de asesinato de Lula. El asunto se ha agravado, y el juez Rafecas ya ha hecho detener a dos de los muchos “refugiados” brasileños en la Argentina. La cuestión podría ir escalando más si el gobierno argento no activa las restantes detenciones. Además, un importante asesor de Milei en temas de redes -de apellido Cerimedo- está acusado en aquella causa, lo que no es la mejor carta de negociación con los vecinos del país gigante.
Mientras, el gobierno echó al jefe de la Fuerza Aérea por intentos de abuso sexual -según se señaló- y por uso personal de los aviones oficiales. Llama la atención esta decisión, cuando precisamente el uso de viajes oficiales para fines privados haya sido uno de los principales blancos de acusaciones opositoras al gobierno de Milei. Lo cierto es que, por ahora, echar funcionarios lo favorece al gobierno: da imagen de moralidad, a pesar del desorden que implica expulsar permanentemente funcionarios.
No sólo a lo internacional hay que mirar: el país/territorio también existe y en él, las hoy deterioradas economías regionales. En tiempos de cantar victoria por la baja del dólar, los productores reciben feroz granizo en amplias zonas de Mendoza, sin crédito para comprar mallas metálicas; y en Misiones, los sembradores de yerba mate preparan una enorme huelga porque el precio que reciben es mínimo. Los pequeños productores, las pequeñas empresas, no tienen lugar en esta economía de total concentración, amiga de Elon Musk y enemiga de los de abajo. Es muy probable que el tiempo vaya a desarmar las esperanzas de los incautos, mientras Caputo -que nos hundió con su enorme endeudamiento en el macrismo- alegremente nos cuenta de un posible nuevo préstamo del FMI.
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