Por Luis Martínez, Redacción Jornada
Hace un tiempo dedicamos una nota a la Nomofobia, es decir, el miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a Internet. El crecimiento del mercado tecnológico con sus enormes y veloces avances hace que cada vez estemos más tiempo conectados a la red pendientes de videos, noticias, contactos, etc.
Ante esta situación algunos especialistas han empezado a señalar la necesidad de comenzar a disminuir el tiempo de conexión.
Pero, empecemos por el principio, ¿qué es el détox digital o desintoxicación digital? Se trata del período de tiempo durante el cual una persona se abstiene de usar dispositivos electrónicos de conexión, como teléfonos inteligentes y ordenadores. Esto permite crear el espacio y el tiempo para dedicarnos a otras cosas.
Algunos de sus beneficios son: reducir el estrés, la fatiga y la adicción tecnológica, acabar con el FOMO (fear of missing out) o miedo a perdernos algo si desconectamos, incrementar los niveles de atención, aumentar el sentido de la realidad, mejorar las relaciones personales y profesionales, recuperar la sensación de control sobre nuestras vidas, entre otros de una larga lista.
Además, la desconexión comienza a aparecer en la sociedad como un tema de corte moral y ético, en el sentido de que las personas se lo plantean como "algo que debería hacer mejor a sus vidas", dice la investigadora Mora Matassi máster en Tecnología, Innovación, y Educación por Harvard University, y Licenciada en Comunicación por la Universidad de San Andrés.
La idea de discontinuar la conectividad permanente a las redes sociales aparece como un tema "de corte moral y ético, en el sentido de que las personas se lo plantean como algo que debería hacer mejor a sus vidas" ya que se lo ve como algo "deseable, del lado de la productividad, felicidad, calma, incluso protección del propio yo (una forma de autocuidado)", sostiene.
La especialista señaló que "se sabe mucho sobre cómo las personas se conectan, para qué actividades, con qué expectativas sociales, pero mucho menos sobre cómo se salen de eso. Y esta pregunta surgió desde hace unos años, especialmente en países del norte global, como Noruega. Son países en los que se asume que hay una especie de sobreabundancia digital, que la conexión a internet no es un problema, no hay escasez".
En esos países empezó a surgir la pregunta sobre "qué pasa cuando las personas sienten el deseo de despegarse, de salirse, de la conexión permanente", completó la investigadora.
En el medio de un largo análisis sostiene que en el mundo ya hay propuestas hoteleras de lujo y spa que fomentan la desconexión digital. Un ejemplo es un campamento de verano que se llama "Détox Digital", en Estados Unidos. En tres noches, propone que los "campistas" -que no pueden usar su nombre real ni hablar del trabajo- se "reconecten".
"Lo que podría decir hasta ahora es que en general el tema de la desconexión aparece como de corte moral y ético, en el sentido de que las personas se lo plantean como algo que debería hacer mejor a sus vidas. Está la idea de que eso sería deseable, del lado de la productividad, felicidad, calma, incluso protección del propio yo (una forma de autocuidado)", reflexionó.
Planteado está el tema.
Cuánto tiempo dedicamos a las redes y cuánto al resto de otras actividades. Ya algunos padres marcan horarios u obligan a sus hijos a someterse a una suerte de desintoxicación digital.
Pero no es tan fácil alejarse, poner distancia porque en definitiva estamos hablando de una suerte de adicción. Para muchos no es posible desconectarse por completo, y entonces, establecer límites es una forma estupenda de reducir el tiempo que pasamos frente a las pantallas.
Aquí aparece una protección legal a los trabajadores que realizan sus tareas en la modalidad de teletrabajo, tienen la desconexión digital. Se trata del derecho que tienen de desconectarse de sus dispositivos digitales y a no ser contactados por su empleador fuera del horario laboral ni durante sus vacaciones, a fin de garantizar su tiempo de descanso, así como el goce pleno de su vida personal y familiar.
Y, así, van apareciendo distintas herramientas para aquellas personas que quieren desprenderse de su vínculo con los dispositivos y comenzar a disfrutar de otras actividades.
Es el momento de recuperar tiempos y espacios. Cada uno deberá saber si está en condiciones de iniciar un período de desintoxicación digital.