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La emotiva vuelta del tren que reactiva la esperanza

Volvió el tren a Mendoza y no deja de ser una buena noticia. Quizás como reivindicación por el modo en que se lo arrancó del sistema de vida de los argentinos, o por el hecho de recuperar una forma de transporte más cómoda y segura, aunque lenta o, sencillamente por crear algunas fuentes laborales directas o indirectas. Pero también como una forma de volver a las fuentes.

10/12/2022 22:54
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Por Luis Martínez, Redacción Jornada

Mi niñez transcurrió al lado de una vía. Es que, por esas cosas de la vida, la casa de adobe del abuelo Martínez se transformó en el hogar de mi infancia y mi adolescencia vividas a toda máquina en Coquimbito, Maipú. Estaba pegada a la traza del ferrocarril San Martín del que el mencionado y querido abuelo fue empleado en la estación de esa localidad maipucina.

Así comencé a descubrir al tren. Cada vez que pasaba alguna formación, de carga o pasajeros, las paredes temblaban y el piso vibraba, situación que con el tiempo aprendimos a superar, aunque, nos divertía ver las caras de las visitas cuando esto ocurría en el algún fin de semana en que llegaban familiares a visitarnos.

La niñez pasó entre saltos de durmiente en durmiente, o apostando quien aguantaba más el equilibrio caminando sobre los rieles o, ya más arriesgado, acercarnos lo suficiente a las vías, lo más que pudiéramos al paso del Libertador o El Zonda, que pasaban alcanzando velocidades cercanas a los 100 Kph/H.

En mi vocabulario, estación, máquinas, vagones, tacitas de porcelana o vías eran términos que se usaban muy habitualmente. Conocíamos los horarios, solíamos ver las maniobras del tren de cargas con vagones de tanques al ingresar a la antigua bodega Peñaflor cuando ésta estaba en manos de la familia Pulenta, si hasta un vecino trabajaba de mozo en El Libertador y era común verlo asomado a la puerta cuando ya a menor velocidad el tren volvía cumpliendo el recorrido Retiro - Mendoza con parada en la estación de General Gutiérrez, tan cercana pero a la vez tan lejana, por  lo que significaban las distancias por aquellas épocas.

Esas mismas distancias que el tren ayudaba a acortar para el reencuentro de familias, o el traslado esperanzador de quien buscaba oportunidades en otros lugares alejados de su terruño. También, ya crecido, pude disfrutar de viajar en el tren y conocer ese mundo hasta ese momento desconocido de los pebetes y la cerveza, o el coche cine o el delicioso café con leche y medialunas tomado en el coche restaurante mirando la enorme extensión de nuestra pampa húmeda a medida que avanzaba la formación tirada por las recordadas máquinas diésel de colores amarillo y rojo.

Pasados aquellos años de gloriosa infancia y, ya ejerciendo como periodista, me tocó la cobertura de la despedida del último tren que salía de Mendoza a poco de comenzada la década del 90. Fue tras la penosa decisión tomada por la administración del entonces presidente Carlos Menem que afectó tan negativamente a miles de personas cambiando su vida para siempre. Medida que, demás está decirlo, dejó cientos de pueblos fantasmas en cada rincón de nuestro país donde el ferrocarril no solo era comunicación, sino también vida. Aquí lo palpamos con el claro ejemplo de las localidades de Palmira o Monte Comán que sufrieron ese duro impacto.

Hace unos días volvió a modo de prueba una formación con la intención de que se transforme luego, en una frecuencia semanal o, quizás diaria como antaño.

En “Juntos de mañana”, el matinal de radio Jornada el responsable del área Cuyo de Trenes Argentinos, el ex intendente de San Martín Jorge Giménez nos comentó “tenemos que ir puliendo detalles, algunos tramos de vía allí en Gutiérrez, creo que son 700 metros hasta la estación para unir el tren de pasajeros que viene de Retiro hasta acá para unirlo con el metro tranvía hasta el corazón de la Ciudad. No es nada del otro mundo y eso se hace rápido. La verdad es que está muy bueno, son buenas noticias y se ha armado un revuelo hermoso con todo lo que tiene que ver con la historia y las familias que podrán volver a disfrutar un viaje de placer o de trabajo”, señaló.

Le preguntamos sobre el claro impacto social de la iniciativa y nos respondió “el tren en todas partes del mundo donde llega el tren, donde hay tren es otra la realidad. Semanas más semanas menos la idea es llegar a marzo del 2023 y en principio con una frecuencia semanal, aunque esto tiene que ver con la demanda”, señaló.

Giménez destacó la seguridad del viaje y la comodidad “Son más cómodos y mucho más económicos”, señaló.

Por su parte, el titular de Trenes de Argentina indicó “"Trabajamos para unir Buenos Aires con Mendoza, para que cada habitante de esta provincia tenga a disposición un medio de transporte previsible, amigable con el medio ambiente y accesible", dijo y agregó “Estamos cumpliendo los plazos que hemos establecido para el primer trimestre del año próximo en función del avance en la intervención en las vías controlando las distintas velocidades y disminuyendo el tiempo de viaje que preveíamos en un primer momento de casi 30 horas hoy estaríamos desde Retiro a Mendoza en 26 horas y siguiendo con los trabajos que tienen que ver con la intervención en cambio de rieles, durmientes, fijaciones y la puesta en valor de las estaciones seguimos manteniendo marzo como fecha para poder iniciar con los servicios regulares un servicio semanal que conecte Buenos Aires con Mendoza”, afirmó el funcionario.

Quizás la historia aquí contada tenga demasiado color ocre, suene a nostalgia o a un recuerdo de viejas épocas pasadas. Tal vez sea eso.

O quizás sea la enorme alegría de recuperar un medio de transporte y fuente de trabajo más allá de los tintes políticos, de las horas de demora del viaje o de lo barato que puede tener el costo del boleto.

Volvió el tren, creo que es una buena noticia para recuperar aquellas viejas imágenes guardadas a fuego. Es una buena noticia en tiempos en que justamente no sobran y, por estos tiempos, ojalá que se sume a otra buena noticia que nos llegue de un Estado soberano árabe ubicado en el oeste de Asia llamado Qatar.

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