Caminante: no hay caminos, se hace camino al andar. La frase de machado tiene plena vigencia, el camino puede estar trazado pero uno prefiere atravesar el campo en la dirección que quiera, entonces está inventando un nuevo camino
Todos los días hacemos nuestro camino, al salir de casa, y encarar la realidad que tenemos afuera pensamos por donde ir y eso es elegir un camino y lo andamos sin darnos cuenta que estamos devorando distancia aunque sea con nuestros minúsculos pasos.
Cuando hacemos un viaje largo, si no somos habitués, agarramos el mapa y nos fijamos cuales caminos habrán de llevarnos a nuestro destino.
Hay caminos que son cortitos, hasta el kiosco de la esquina, por ejemplo y hay caminos que son extremadamente largos como la ruta 40 que tiene 5.194 mil kilómetros de recorrido y enlaza el norte de la Quiaca con el sur de Cabo Vírgenes en Santa Cruz. Se la llama la más argentina de todas las rutas porque atraviesa decena de provincias en su recorrido. Ese sí que es un camino extenso y rodeado de maravillas que asombran al verlas.
Recorrer un camino es caminar, de ahí viene el término, y eso depende de nosotros de nuestras propias fuerzas y de nuestras propias ganas. Ahora con la pandemia se ha vuelto difícil hacer largas caminatas todos los días, pero una vuelta a la manzana se puede dar.
Deberíamos agradecerle a nuestros pies que nos impulsan a caminar, no los tenemos en cuenta y sin embargo ellos son los encargados de llevarnos de cuerpo entero hacia los lugares elegidos.
Son el contacto con el planeta, y en cada paso están creando un camino.
Pienso lo que sería esta actividad en tiempo de la Colonia. ¿Había caminos? En una pequeña parte sí, pero el resto era a campo traviesa dirigidos por los baqueanos de aquellas épocas. Hasta San Martín recomendaba a sus tropas no dar un solo paso si no estaba el baqueano al frente.
Hay caminos de tierra, caminos de ripio, caminos asfaltados y autopistas que permiten a los vehículos una mayor comodidad en su cometido. Pero Argentina es un país muy grande y cuesta tener a todos los caminos en condiciones. Pero un país sin buenos caminos está interrumpiendo la base de sus comunicaciones y entonces es realmente nocivo.
Los poetas son muy proclives a hablar de los caminos. Hay numerosas canciones que los mencionas y otras que están destinadas enteramente a ellos, baste con nombrar “Camino del Indio” de Atahualpa Yupanqui, o la canción que transformó todo el barrio de la Boca en Buenos Aires “Caminito”.
Ahí están, parten de nuestros pies en mil direcciones, a nosotros solo nos toca elegir una. El camino va con nosotros y nosotros somos el camino.
Pero no hay que quedarse con los ya hechos, estructurados, se puede inventar otros que no figuran en ningún mapa, porque como decía el bueno de Machado “Caminante: no hay caminos, se hace camino al andar”
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