POR EMILIO VERA DA SOUZA
La Vicepresidenta Victoria Villarruel pretende desmarcarse del gobierno de los hermanos Milei y genera permanentemente hechos personales e institucionales propios para realzar su figura, sus ideas, y para eso tiene prioridades para su proyecto: concentrar la acción dirigiendo el Senado, en las reivindicaciones de las acciones de la dictadura cívico militar y sus responsables y en sus ataques al peronismo kirchnerista.
Apareció en los medios al reconocer que ella dio la orden de sacar el busto del Presidente Néstor Kirchner. Lo que dijo entre gestos de sonrisas es que ella no era “su viuda”.
Villarruel no es negacionista. No niega lo realizado por los responsables de las Fuerzas Armadas. Es una apologista. Ella reivindica los hechos y los resultados. Para eso ha trabajado activamente y por eso ocupa el lugar en la fórmula presidencial y se propone como salida ante la posibilidad del fracaso de los planes económicos y políticos de los hermanos Milei. Golpe o autogolpe.
Para imponer su agenda de reivindicación busca centrarse en un hecho histórico rescatado por todos los sectores nacionales: la “gesta de Malvinas”, como la llaman, y desde allí intentar modificar la imagen de los responsables de los crímenes y el genocidio.
Cuando se pidieron explicaciones por la visita del canciller británico David Cameron a las islas, Villarruel dijo que el tema no debía ser usado para “politiquería barata”. “Soy hija de un veterano de guerra y Malvinas, no es un tema de campaña”, dijo Victoria Villarruel desde la presidencia del Senado.
Villarruel se refiere a su padre, Eduardo Marcelo Villarruel, teniente coronel, como un “héroe de guerra”, sin mencionar su participación en el aparato de terrorismo de Estado de la dictadura, del que él estaba orgulloso, y en otros eventos ocurridos ya dentro de la primavera democrática iniciada a fines del 1983.
El teniente coronel Villarruel hablaba de su participación en actividades contra la “subversión” en todos los terrenos.
Participó, según él mismo contaba y se puede constatar en la denuncia archivada de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Fue operativo en el Centro de Operaciones Tácticas de Vicente López. Allí ordenaba los pedidos de “liberar zonas” para realizar operaciones militares ilegales de secuestro y asesinatos a quienes eran caracterizados como opositores a la dictadura.
La vice puso al periodista Nicolás Kasanzew al frente de la Dirección Gesta de Malvinas del Senado. Kasanzew fue la cara de Argentina Televisora Color (ATC), el canal oficial, durante la guerra de 1982.
El Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) La Plata hizo conocido un hecho que lo tiene al vocero oficial en el lugar de los acontecimientos. Kasanzew montó una noticia falsa guionada para mostrar en el canal oficial con un soldado que hacía varios días que no tenía su “ración alimentaria” en medio de los combates en las islas. Puso una mesa con masas, facturas y bebidas calientes para mostrar cómo eran tratados quienes combatían contra los ingleses. Cuando se terminó de grabar, se llevó toda la comida y el soldado volvió a las trincheras inmundas en donde seguía soportando el húmedo frío y la falta de mínimas provisiones.
Kasanzew siempre tuvo un discurso de respaldo a todo lo hecho por los militares responsables y con capacidad de mando. Plantea, como Cecilia Pando y su ex colaboradora Victoria Villarruel, que hay que mostrar la “verdad completa” de Malvinas y la dictadura. No admiten las denuncias sobre el trato a los colimbas, los vejámenes, la falta de equipamiento para el combate y las condiciones a las que eran sometidos. Mucho menos reconocen las torturas a los soldados y la cobardía de algunos jefes a la hora del combate frente a un enemigo como la armada inglesa.
El desfile que planifica con sus asesores Victoria Villarruel está pensado frente al Congreso, la casa donde acumula su cuota de poder la actual Vicepresidenta.
Otro nombramiento de Villarruel en un cargo al servicio de su estrategia es el responsable del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, que funciona dentro del predio del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).
El coronel Esteban Vilgré La Madrid, también participante del grupo autopercibido como “héroe guerra”, había sido propuesto como su colaborador por Kasanzew en el Senado, pero Villarruel le eligió un mejor lugar.
Vilgré La Madrid es un militante para hacer de la ex ESMA un destino más “disfrutable”.
En la agenda de la jefa del Senado está participar de todos los actos militares que se realizan, en estos tiempos con más énfasis, en los lugares emblemáticos relacionados con hechos históricos que están en el calendario de los recordatorios de “gestas históricas” protagonizadas por militares que ella necesita reivindicar para sus propósitos.
Estuvo en Azul para los 50 años del recordatorio al copamiento del cuartel que protagonizó el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La acompañó Luis Petri, vestido para la ocasión con un modelo que le elige su novia, como en cada actividad donde habrá fotógrafos presentes.
Villarruel habló de los “trapos rojos” y de derechos humanos para todos. Frente al acto por el nacimiento de San Martín también dijo sus palabras para su tribuna. Chica tribuna, pero con mucha repercusión entre sus pares.
Los que se rinden, los que son víctimas y los heroicos
Una de las premisas de los países para sostener la paz concreta es no alimentar ejércitos. La única justificación para sostenerlos es la posibilidad de una guerra. Lo que los académicos y politicólogos llaman “hipótesis de conflicto”. Cuando no hay, no se justifica mantener fuerzas de seguridad.
El armamentismo y la búsqueda de conflictos termina casi siempre en eso: conflictos. Ya es conocido en nuestra historia. Una cosa es la época de la Independencia, que no fue una cuestión pacífica ni “angustiante” y sí fue una pelea, una guerra para obtener la soberanía política. Esos eran militares heroicos: San Martín, Belgrano, Güemes y sus contemporáneos.
Luego, según marca la historia, no hubo intervenciones que justificaran mantener fuerzas de seguridad.
La guerra por Malvinas y su resultado es la prueba de la inutilidad del mantenimiento de semejante estructura para una aventura que no dejó más que muerte y locura.
La mayoría de los militares profesionales que participaron lo hicieron de muy mala manera. Para eso es recomendable revisar el Informe Rattenbach.
El recordado periodista Enrique Vázquez, fallecido hace poco tiempo, fue testigo protagónico de estas historias y escribió a raíz de la reaparición pública de algunos nefastos personajes lo que sigue:
“Hay mucha gente convencida de que el repugnante Aldo Rico fue un combatiente en las Malvinas, y algunos agregan que combatió ‘como un héroe’. Cierta frase confusa del Presidente Raúl Alfonsín, en los días finales de la sublevación de Semana Santa de 1987 —‘los amotinados, algunos de ellos, héroes de Malvinas’— les permitió a otros inferir que uno de esos supuestos ‘héroes’ era, precisamente, el canalla Aldo Rico”.
Durante el desembarco, el 2 de abril de 1982, Rico permaneció en Campo de Mayo a cargo de la instrucción de un grupo de noveles comandos del Batallón 602. Los veteranos viajaron a las islas bajo la jefatura de Mohamed Alí Seineldín. Acompañaron en ese despliegue varios que fueron implacables y aguerridos con los ciudadanos civiles desarmados, sus madres, sus esposas, orgullosos por sus acciones de violencia sexual contra mujeres detenidas, amordazadas, vendadas, esposadas. A esas personas se animaban a violar y torturar reiteradas veces. Algunas con sus parejas e hijos como testigos. Otros testimonios fueron relatados por ellos mismos en lugares públicos. Impunes y soberbios.
Rico cuenta que llegó a Puerto Argentino en el último Hércules que pudo aterrizar en la isla, el 25 de mayo. Su segundo al mando del Batallón 602 era Eduardo Marcelo Villarruel.
Los comandos estuvieron “aclimatándose” unos días y el 8 de junio le asignaron a ese Batallón la que sería su primera y única misión de combate: proteger la ladera oriental del monte Harriet. Llegó a la elevación a media tarde del día 9, al mando de un comando mixto del Ejército y la Gendarmería.
El 10 amanecieron rodeados de comandos británicos, que mataron a dos subalternos de Rico: los sargentos Mario A. Cisneros y Ramón Gumersindo Acosta.
O sea: mandaron a Rico y sus entrenados comandos para evitar sorpresas, y fueron sorprendidos.
¿Qué pasó? Enrique Vázquez cuenta que Aldo Rico y los suyos se quedaron dormidos. Cuando el líder vio caer a los dos sargentos, se replegó a Puerto Argentino, donde se rindió junto al general Menéndez cuatro días más tarde.
Para justificar su mal desempeño en el monte Harriet, Aldo Rico dijo que los ingleses pudieron trepar de noche y sorprender a los argentinos por su “ventaja tecnológica”: la utilización de anteojos de visión nocturna.
Luego se demostró que tal ventaja podría haber sido minimizada, ya que el ejército argentino había comprado cientos de esos mismos artefactos de visión nocturna, varios años antes de la guerra. Pero los comandantes no los llevaron a las islas. Alguno de los encargados de intendencia y logística los dejaron olvidados. Aunque no se olvidaron de llevar botellas de Bianchi borgoña y champagne Baron B.
Los despistados que los consideran “héroes” pueden leer las memorias de Aldo Rico, que cuenta que el mayor peligro no fue en combate, sino la baja altura del Hércules que lo llevó a las Malvinas, “casi a ras del agua, era un espanto”.
Lo que cuenta este personaje refractario a las consideraciones constitucionales y democráticas es que mientras estuvo en Puerto Argentino, fue el más encarnizado “instructor” de los colimbas congelados por el frío y muertos de hambre.
“Un valiente con los débiles y un cobarde con los fuertes”, concluye Enrique Vázquez.
Ese “profesional de la guerra”, como le gusta definirse, desfiló durante el acto del aniversario del 2 de abril cuando estaba a cargo de la administración del Estado el ingeniero con actitud en los negocios Maurizio Macrì. Marchó con sus colegas de armas entre los soldados obligatorios enviados a esa aventura guerrera sin más plan que el que surgía de las tormentas de hielo en un vaso de whisky, que revolvía con su dedo índice el asesino genocida probado y confeso General Leopoldo Fortunato Galtieri. Plan fundamentado en los vahos alcohólicos para que estos cobardes sin remedio disimularan la incomodidad de andar muertos de miedo, escondiéndose anta cada posibilidad de combate. Como es sabido por los testimonios e informes oficiales, hubo verdaderos mártires y héroes, y ya sabemos quiénes son.
El relato de la Vicepresidenta, que exige “memoria completa” sobre su padre, es parcial: estuvo en Malvinas junto a Aldo Rico, fue tomado prisionero por los ingleses. También se mostraba orgulloso de haber “luchado contra la subversión” en el ámbito urbano y rural y encabezó el liderazgo de un grupo de nostálgicos que durante la democracia no quiso jurar por la Constitución nacional.
Eduardo Villarruel murió en el año 2021. Nunca fue investigado por su “intervención en la lucha contra la subversión”, como él la llamaba. Victoria Villarruel trabajó con un plan de acción coherente con organizaciones de reivindicación de los autores y responsables por los crímenes que investigó y juzgó la justicia. Nunca ocultó sus relaciones y simpatías por los represores y defiende sus métodos y acciones. Les dio apoyo a quienes estaban detenidos y generó vínculos para que recibieran cobertura legal y espiritual. Los testimonios son conocidos y profusamente publicados.
Victoria Villarruel se hace cargo de sus relaciones, no las niega. Aunque justifica los encuentros con los militares condenados por la justicia como parte de una investigación para escribir un libro, que su ex amiga Cecilia Pando señala a los gritos que no fue escrito por ella y que ella robó la autoría.
En ese marco, sigue reuniéndose con gobernadores y dirigentes de provincias, líderes de diferentes facciones políticas, camaradas de su padre. Acompaña al ministro de Defensa Luis Petri en los actos protocolares en que pide la palabra para exigir “la verdad completa”.
Su plan es ocupar los espacios que genera la agenda de eventos del calendario de evocaciones por las islas Malvinas para conseguir consolidar un liderazgo vacante, en los que se mueve más a la derecha que muchos de sus protagonistas uniformados, algunos carapintadas y todos apologistas del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
Victoria Villarruel está expectante. Los Hermanos Milei le desconfían y, mientras, ella dice que está preparada para la responsabilidad que le toque asumir si las circunstancias así lo requieren.