Por Emilio Vera Da Souza, Redacción Jornada
Informe especial
Fue elevada a juicio la causa seguida contra el sacerdote salteño Rubén Agustín Rosa Torino, acusado de abusar sexualmente a tres personas. El sacerdote fue imputado por “abuso sexual gravemente ultrajante por la duración y por ser ministro de culto reconocido” en perjuicio de dos adolescentes que estaban a su custodia y de “abuso sexual simple agravado por ser ministro de culto” en perjuicio de una monja de su congregación.
El sacerdote enfrentará juicio a desarrollarse por el Tribunal de Juicio de Salta, a cargo del juez Maximiliano Troyano.
El cura católico Agustín Rosa Torino fue detenido por los delitos que se le inculpan en diciembre de 2016, pero fue puesto en libertad nueve meses después.
También es señalado por manejo
de dinero de dudosa procedencia
Desde septiembre de 2017 se encuentra en arresto domiciliario a la espera del inicio del juicio luego de que se le rechazara un pedido presentado por la defensa que buscaba la nulidad del requerimiento de elevación por lo que el cura será juzgado prontamente.
La investigación fue accidentada, ya que la jerarquía eclesiástica puso trabas y complicaciones para dilatar el caso y que eso beneficiara durante el proceso judicial al cura responsable de los hechos señalados.
Las querellas y la fiscalía se encontraron con pedidos de funcionarios y particulares intercediendo por el abusador, acciones de abuso de poder, solicitudes de nulidades, pedidos de sobreseimiento, y hasta una contradenuncia contra una de las monjas que denuncio al cura y que ya fue absuelta ya que se demostró la falsedad de los testimonios para intentar incriminarla y así desviar la causa contra el sacerdote.
El cura señalado es una persona influyente y con llegada a los perteneciente a diferentes instancias de poder local ya que era el fundador en 1986, con el permiso del Papa Juan Pablo II, del instituto religioso de derecho diocesano Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, con sede en la capital de Salta.
El instituto tiene sedes y vinculaciones en México, Chile y España y lo componen sacerdotes, diáconos permanentes y consagrados que emiten votos públicos perpetuos y practican con exclusividad la vida contemplativa y monástica.
Treinta años después, a mediados de 2019, y por disposición del Papa Francisco, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica decretó la supresión del Instituto liderado por el cura abusador.
En julio de 2015 la Congregación decidió nombrar un comisario pontificio para el Instituto, Luis T. Strocker, obispo de Quilmes. En julio de 2017, la Santa Sede designó como comisario pontificio a Martín Elizalde, obispo de Nueve de Julio.
Los dos comisarios pontificios designados por el papa Bergoglio interrogaron al cura acusado de varios abusos sexuales. También tomaron declaraciones testimoniales a los miembros del Instituto, a los obispos interesados y a quienes estuvieron en contacto con el Instituto religioso.
Luego emitieron un documento sobre la conducta de Rosa Torino, y con detalles de las dificultades encontradas para la formación humana y espiritual de los miembros y ha tenido en cuenta la situación institucional comprometida y se dictó el Decreto que dispuso la supresión del Instituto religioso comandado por el cura que espera su juicio beneficiado con prisión domiciliaria.
El cura por medio de ese Instituto religioso obtenía donaciones de dinero y bienes de diferentes personas y oficinas de gobierno, dineros que manejaba con total discrecionalidad y sin ningún tipo de fiscalización ni control, ni del Estado argentino, ni la provincia, ni la iglesia católica ni la Afip.
LAS VINCULACIONES CON LOS NARCOS
El informe reservado de la iglesia con sede en Roma, indica que el “padre Rosa” también podría ser investigado por delitos de lavado de activos y narcotráfico.
El poder y el dinero del cura es parte por sus relaciones con un conocido narcotraficante apodado “El Chapo” Guzmán, quien aportaba a ese Instituto a cambio de coartadas, disimulos y favores que aún no son aclarados por la justicia federal de Salta, que no avanza en la investigación ni brinda datos sobre los asuntos investigados o que debieran investigarse.
La periodista Miriam Lewin, señalo en un informe emitido por la señal de noticias porteña TN, que el cura Rosa Torino habría recibido dinero sucio de grupos de narcotraficantes mexicanos del cartel de Sinaloa que lideraba el “Chapo” Guzmán, condenado a prisión de por vida en Estados Unidos. El que aportó detalles de las oscuras actividades del cura salteño en México pertenecía a una de las sedes del instituto fundada en ese país. Contó este cura católico que Raúl Rosa Torino se reunía con personas extrañas y que recibía importantes sumas de dinero que luego trasladaba a la Argentina utilizando a miembros de la propia congregación. “Yo viajé llevando 30.000 dólares, y juré que nunca más lo iba a hacer. Otros hermanos llevaban dinero escondido adentro de una imagen de la Virgen de Guadalupe, en los bolsillos, en la ropa interior. Siempre estaban trayendo plata”, aseguró.
También dentro de la iglesia católica se recibieron otras 30 denuncias de abusos sexuales que no llegaron a tribunales porque se arreglaron acuerdos extrajudiciales con indemnización para las víctimas, para sus familias y con acuerdo de sus representantes legales. Los arreglos en este tipo de casos son posibles porque las víctimas no quieren ser sometidas a exposición pública, por pudor, vergüenza y porque en general son intimidadas y revictimizadas durante los procesos y testimonios que en muchos casos son abiertos y públicos.
Rosa Torino, valiéndose de su condición de fundador y director del Instituto de los Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, actuó en forma deshonesta y en menoscabo de la libertad sexual de las víctimas con afectación a la dignidad humana, que produjo sufrimientos y humillaciones tanto por la intensidad de sus abusos como por la duración y por la repetición de tales conductas vejatorias que dejaron huellas indelebles en la psiquis de las víctimas.
La fiscalía reconoció que las víctimas de Rosa Torino tuvieron un “temor fundado” hasta llegar a la denuncia contra el cura porque “eran humilladas en público, a los gritos y con insultos.
El testimonio de la ahora ex monja Valeria Zarza, fue el que dejó más expuesto al cura y por eso se formuló otra causa por amenazas coactivas, insultos y humillaciones, abusos de autoridad, calumnias y difamaciones.
SE TERMINA LA IMPUNIDAD
Las fiscales resaltan: “Rosa Torino es violento y machista que sentía desprecio hacia las mujeres. Fue responsable de abusos sexuales reiterados y manoseos libidinosos y ultrajantes hacia ella y hacia diversos miembros de la comunidad; por haberlos mantenido dominados en todo espiritualmente”. Con respecto a las demás personas “las consideraba que eran una amenaza para él y por el ofrecimiento de dádivas para intentar evitar las denuncias y la presentación de testimonios y pruebas que avalan la conducta criminal del señalado.
La monja víctima del cura perverso se escapó de la sede de la Congregación en donde estaba confinada, en mayo del 2015 e hizo la denuncia dentro de la propia sede del Arzobispado en Salta contra Rosa Torino.
Los expedientes institucionales dentro de la iglesia se mantienen ocultos para preservar al cura, sin embargo, ante cualquier consulta externa, se encargan de dar datos de inconvenientes que intentan menoscabar la figura de los denunciantes. Una metodología conocida y reiterada en estos casos en todo el mundo .
Las fiscales penales de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, Verónica Simesen de Bielke y Cecilia Flores Toranzos, reformularon el requerimiento de remisión de causa a juicio, porque para su sorpresa, en el mes de junio del año pasado, el juez Adolfo Figueroa, intentó declarar nulo el requerimiento de la causa a juicio.
Por ese intento de declarar nulo el requerimiento de juicio, un miembro de la congregación hizo pública una carta en donde daba detalles de lo que sabía:
“Hace cuatro años y medio dejé la vida religiosa en la congregación Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista fundada por Agustín Rosa Torino. Estaba muy cercano a cumplir el sueño de que me ordenaran sacerdote, pero una causa mayor me atravesó: habían abusado a dos chicos que yo llevé a la Iglesia por primera vez. Pedí ayuda con mucha fuerza a las autoridades y no fui escuchado”, escribió.
“Pero no solo no fui escuchado -agregó- sino que, al hablar, me volví una amenaza para una red de abusos que yo desconocía totalmente, y comencé a sufrir las consecuencias de que me tildaran de rebelde y mentiroso”‘.
Cuatro personas más me acercaron sus historias de abuso dentro del instituto, por lo que tuve que tomar una decisión: Dejar mi sueño de lado. Salir y realizar una denuncia eclesial formal”, continúa. En la causa canónica declararon más de 50 personas.
“Logré salir sin escaparme y día a día fueron apareciendo más y más historias de personas abusadas que me pedían ayuda (todas abusadas por miembros del instituto). Hoy, 4 años y medio después, puedo afirmar: los abusos dentro de este instituto fueron más de 100, y los abusadores más de 30. Muchos de estos últimos, sacerdotes que siguen ejerciendo su cargo y que están en contacto con niños y adolescentes”, precisó.
Las denuncias penales no son más porque “las víctimas están agobiadas, cansadas, con miedo y sin fuerzas. No quieren realizar una denuncia, no quieren que se muestren las pruebas, se cansaron. ¿Por qué? Porque la defensa y la corrupción del sistema provocan agotamiento. Me atrevo a decir que las consecuencias del abuso pueden ser peores que el abuso en si: intentos de suicidio, depresión, pérdida de sentido”.
“Hace poco, uno de los tantos casos me llama y me dice: No doy más, me quiero suicidar. Mi respuesta fue: Si te suicidás ganan ellos, les vas a dar el gusto, vas a completar su abuso. Fui duro pero también sincero. No pueden seguir impunes mientras mueren los buenos. Para terminar, todos los días me pregunto: ¿existe la justicia en este mundo? “, termina su carta, dada a conocer por la periodista Miriam Lewin.
Otra de las protecciones del cura Rosa Torino fue por parte del arzobispo de Salta, Mario Cargnello, quién también apañó a otro sacerdote denunciado por otro motivo igualmente contradictorio con la moral y la doctrina que dicen promover pero ellos mismo incumplen.
Se trata del caso de la joven Agustina Gamboa Arias, quien denunció que uno de los curas que levanta las banderas “antiderechos” y milita contra la despenalización y legalización del aborto en Salta, es su padre y que además se negó a reconocerla, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, salió a pedir “perdón a Dios” y “a todos los hermanos por el dolor causado por la noticia, el escándalo” y “el daño que los hechos han provocado”, aunque conocía el caso en detalles desde que la madre de Agustina estaba embarazada. A la joven Agustina nunca le pidieron perdón directamente y Gamboa sigue ejerciendo con sus hábitos puestos, aunque, según las denuncias de varias mujeres de su feligresía, suele quitarse la sotana bastante seguido para poner en práctica sus actividades más vinculadas al pecado que a las santificaciones.
En el caso de las denuncias por el abuso de adolescentes, Rosa Torino fue imputado por los testimonios de dos exnovicios de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista fundada por el religioso. Los jóvenes, relatan lo sucedido en la provincia de Santa Cruz, a donde Rosa Torino los envió para que quedaran bajo la tutela de su colaborador, el sacerdote Nicolás Parma.
Ambos declararon que Parma abusó de ellos reiteradamente y señalaron a Rosa Torino como cómplice de estos aberrantes hechos, sino de haber procedido de igual manera cuando retornaron a Salta.
Yair Gyurkovitz, una de las víctimas, declaró que empezó a sufrir los abusos a los 14 años y que su calvario terminó cuando se escapó de la congregación que dirigía Rosa Torino desde la parroquia Santa Cruz, en Salta. Así también denunció el otro joven de la provincia de Buenos Aires.
Junto al sacerdote fue detenida la exmonja María Alicia Pacheco, quien también fue acusada de abuso sexual reiterado. En este caso la víctima fue una exmonja que cursó su noviciado en la congregación Discípulos de Jesús.
La investigación en torno del cura Parma fue remitida a la Justicia de la provincia de Santa Cruz, por cuestión de jurisdicción. De ese sacerdote solo se sabe que está radicado en Barcelona, España.