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Leandro N. Alem, su suicidio y probables causas. Nuevas hipótesis.

30/06/2020 21:05
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Por Diego Barovero
Presidente Instituto Nacional Yrigoyeneano

La historia entre sus repliegues suele esconder sorpresas y novedades para el investigador.

Así parece ser en el caso de Leandro N. Alem (1842-1896), líder y fundador de la Unión Cívica Radical, sobre cuya vida y trayectoria política se han escrito y siguen publicándose numerosos libros y artículos. Su trágico y voluntario final, por mano propia, el 1º de julio de 1896 ha sido objeto de múltiples y variadas interpretaciones. La más y comúnmente aceptada es la frustración que en Alem habría producido una supuesta “traición” de su sobrino Hipólito Yrigoyen, a quien él mismo iniciara en las lides cívicas. Es cierto que entre tío y sobrino produjéronse diferencias de criterio y de estilos respecto del modo en que enfrentar a los regímenes elitistas gobernantes en el final del siglo XIX. Incluso en 1893, ambos dirigieron y llevaron a cabo sendas revoluciones en Buenos Aires y Santa Fe en las que quedaron plasmadas diferencias contundentes en su liderazgo.

Sin embargo, la tradición oral familiar de los Alem-Yrigoyen referida por Hipólito Solari Yrigoyen, nieto del Coronel Martín Yrigoyen y Marcelina Alem de Yrigoyen y a su vez decir sobrino bisnieto de Alem, destaca el carácter depresivo de Leandro -se sabe por caso de una frustración amorosa que caló hondo en su espíritu- que habría protagonizado al menos otros dos intentos de quitarse la vida, en una quinta familiar ubicada en Hurlingham, provincia de Buenos Aires.

Pero además de ello y en respaldo de la tesitura de la depresión que aquejó a Leandro Alem en sus últimos años, existe un inédito documento personal del caudillo radical del cual es depositario el Instituto Nacional Yrigoyeneano. Se trata de una carta manuscrita por el propio Alem fechada el 16 de mayo de 1896 -45 días antes de su suicidio- que se encontraba en poder de las descendientes de uno de sus secretarios privados, Carlos Urien. Marcela Cristina Alonso y Roxana Alonso, hijas de Lidia Urien, sobrina nieta del mencionado secretario de Alem, facilitaron dicho documento.

A su respecto, la Honorable Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires requirió el análisis y dictamen del Cuerpo de Calígrafos Oficiales de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre su autenticidad, que se expidió categóricamente afirmando que el manuscrito en cuestión “presenta verosimilitud escrituraria con las grafías indubitables de Leandro Alem”.

Ahora bien, ¿qué dice el texto de la carta?. El mismo se transcribe íntegramente a continuación:

Buenos Aires, Mayo 16-1896.

Mi estimado Urien.

Recibí su cartita que aprecio debidamente.-

Yo sigo mal y aunque merecido esfuerzos de voluntad ando y trabajo por los intereses generales combatiendo tanto egoísmo probablemente no podré continuar en la tarea.

Se me ha revelado una enfermedad gravísima y… ¿Quién sabrá lo que muy pronto sucederá?

Siempre affmo.

L.N. Alem

 

Antes de adoptar la fatal decisión de quitarse la vida, Alem dejó a sus amigos una carta denominada “Testamento político”. De la lectura de algunos párrafos de su testamento político también surgen indicios de su melancolía. “Para vivir estéril, inútil y deprimido es preferible morir. ¡Si!…que se rompa pero que no se doble”; “…mis fuerzas -tal vez gastadas ya- han sido incapaces de detener la montaña, y la montaña me aplastó”; “Y para vivir, estéril y deformado, es preferible morir”; “mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales”

 

¿Fueron solamente políticas las causas que llevaron a Alem al suicidio aquella tarde noche de invierno en la ciudad de Buenos Aires, o hubo otras motivaciones como sugiere la carta a Urien? ¿Qué grave enfermedad se le reveló a Alem en aquellos días? ¿Fue ella determinante -más aún de cualquier causa política- de la dramática decisión de anticipar el fin de su vida?.

Preguntas todavía sin respuesta sobre las que este documento abre nuevos caminos para el análisis de un hecho que tuvo enorme trascendencia política y que marcó a fuego los comienzos de la Unión Cívica Radical y abrió definitivamente el camino al liderazgo de Hipólito Yrigoyen.

Merece destacarse que durante décadas la muerte de Alem fue utilizada con fines políticos por los adversarios de Yrigoyen, ante su absoluto silencio, si bien jamás tuvo éste palabras de menoscabo a su tío. El transcurso del tiempo, el aquietamiento de pasiones y la aparición de nuevos documentos como el que aquí se hace público pueden ayudar a dilucidar el enigma que aún encierra la determinación del fogoso tribuno, profeta de la democracia republicana de quitarse la vida.

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