Por Lacho Meilán
Aunque muchos no lo noten o no lo comprendan con claridad, la sociedad argentina (y la mendocina también), empezaron a virar hacia la derecha ideológica de la política. O al menos, a alejarse de la centro-izquierda a la que le ha dado el voto en los últimos 20 años (con la única excepción de 2015).
Hay estudios que así lo marcan. Pero también se aprecia en la clara reacción de los referentes políticos, que se arman para atender esa tendencia posicional que también repercute en la opinión pública.
Podría decirse que el viraje comenzó en 2015, cuando Mauricio Macri llegó a la Presidencia venciendo al peronista Daniel Scioli (con traje de centro-derecha aunque con fuerte apoyo kirchnerista). Pero el triunfo de Alberto Fernández, ungido precisamente por Cristina Fernández de Kirchner, permitió a buena parte de la centro-izquierda mantenerse en el poder y en el imaginario colectivo.
En estos últimos 4 años, el avance de figuras como José Luis Espert o -sobre todo- del libertario Javier Milei, sumado a los graves errores políticos y económicos del actual Gobierno “tirado a la izquierda”, ha generado un claro y no disimulado repudio de varios sectores de la sociedad a las ideas “izquierdistas”.
Y si bien nadie en la calle habla de izquierdas o derechas, son los propios políticos y los analistas los que le ponen nombre al enojo social y a su pretensión futura.
Un estudio de la consultora Federico González y Asociados, realizado en CABA (que bien puede proyectarse a otras ciudades del país), indica que el electorado se “autopercibe de derecha” en un 29,8%. Es cierto que el rubro “ninguna ideología” tiene 26,1%, pero quienes se ven como “de izquierda” son apenas el 14%; en tanto que quienes se identifican como “de centro”, ocupan 22,9% de las autorreferencias.
Esto indica que el rubro más fuerte en términos porcentuales es, precisamente, el de la derecha ideológica. Pero significa también que más de la mitad de la gente no desea un espacio relacionado con la izquierda directamente, lo que echa por tierra el anhelo de Alberto Fernández, de que “la maldita derecha” no vuelva a gobernar la Argentina.
Si se analiza cualitativamente la política mendocina, tras el cierre de listas del último sábado, de cara a las PASO del próximo 11 de junio, se aprecia que las principales fórmulas han acusado recibo de esta situación.
La aparición en el escenario de La Unión Mendocina, con el díscolo Omar De Marchi a la cabeza, amplía la oferta a una posición que lejos está de ser de izquierda. Es cierto que se lo critica por tener una actitud más personalista que ideológica, pero claro está que sus bases no están ligadas al populismo ni mucho menos al marxismo.
En el caso de Cambia Mendoza, el radical Alfredo Cornejo convocó a su fórmula a Hebe Casado, que está en las antípodas de un pensamiento de izquierda o al menos social demócrata (siendo que el Partido Socialista ha sido socio desde el minuto uno).
Casado es una notable referente del PRO, contestataria como pocas, que hasta llegó a cuestionar con fuerza la existencia de los 30 mil desaparecidos de la última dictadura militar, algo que casi nadie de los partidos “progresistas” hizo en voz alta.
El propio peronismo ha jugado de manera conservadora en este cierre de listas. Y si bien hay cuatro fórmulas para las PASO, incluida la kirchnerista, cada vez hay más rumores de que el PJ tradicional está jugando una carta “hacia la derecha” con un muy secreto apoyo a las listas de De Marchi.
Es entendible que la gente no está pensando en izquierdas o derechas. Puede ser también muy cierto lo que dijo Cornejo a los micrófonos de Radio Jornada (cuando visitó el estudio el lunes pasado), de que “no es que el país vaya hacia la derecha sino que vuelve al lugar donde estaba antes de irse con el discurso kirchnerista”. Pero aún eso es, de cierta forma, pasar de izquierda a derecha.
Está claro que los reclamos planteados por un personaje como Milei son escuchados por no pocos sectores. De hecho, algunas mediciones lo ubican peleando un posible balotaje en octubre (en la elección general nacional). O que el electorado está dividido “en tres tercios”, dejando apenas una tercera parte al kirchnerismo gobernante. Incluso acá en Mendoza, una encuesta lo posicionó primero en las mediciones nacionales.
Es cierto, aún no hay nada concreto. Los resultados deben darse y para eso hay que esperar. Pero si los estudios lo dicen; si los políticos y los analistas lo perciben y la propia gente lo reclama, hay una clara tendencia a que el país cambie de modelo político-económico: un modelo que debe responder al claro viraje de la sociedad hacia la derecha.