Días atrás quedó definida por la Justicia Electoral la suerte del partido político La Libertad Avanza (LLA) en Mendoza. Es que tras una serie de controversias e impugnaciones, la diputada nacional Lourdes Arrieta logró imponer sus argumentos jurídicos y quedarse -provisoriamente- con el sello libertario al hacer primar sus contactos políticos nacionales, en especial de Karina Milei y del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Ahora deberá presentar 4 mil afiliaciones para finalizar la tarea.
En el camino quedó la aspiración del abogado liberal mendocino Alejandro Barraza que por identificación ideológica con el presidente Javier Milei también había avanzado en la misma dirección de conformar la versión local del mileísmo. Sin embargo, este reciente aval no es el único escollo que en su breve pero meteórica carrera política ha sorteado Arrieta.
No son pocos los reclamos de sus ex socios del Partido Libertario, pero también de simpatizantes comunes de la causa que con argumentos varios la acusan de "haberse olvidado" del acompañamiento que recibió al conseguir el tercer lugar en las listas para el Congreso de la Nación. En algunos casos se habla de aportes económicos para la campaña y en otros, de simples promesas que la correntada libertaria y el furor electoral parece haber dejado en el olvido.
En la misma línea se inscribe la desazón del Partido Demócrata, cuyos referentes también apostaron por apropiarse de Milei pero hoy miran este armado desde la tribuna. Una pelea de egos políticos que suelen suscitarse sólo en la victoria, casi nunca en la derrota, pero de la que los gansos no participan. Y eso les duele.
Ese perfil de cuestionamientos parece no importar demasiado a la joven diputada que, además, en sus intervenciones públicas, incluso en el recinto y para mayor desconcierto, suele cerrar sus discursos con un "Viva Cristo" muy poco liberal, más bien conservador, que atrona destemplado en tan secular reducto de un poder de Estado.
Millennial y mileísta
Hija de un combatiente de Malvinas, con 31 años, estudios en el ámbito de la comunicación, Arrieta parece definida a consolidar una carrera política, pero en especial, poder territorial, en delegaciones de organismos nacionales de Mendoza donde pudo ubicar a referentes de su confianza personal, como sucedió en el PAMI con Carlos Soloa Vacas, un escribano sin militancia ni experiencia política que administra la obra social de jubilados y pensionados.
Más allá del plafond nacional de las primeras espadas presidenciales, Arrieta se anima a construir también un vínculo con Luis Petri, lo que equivale a especular sobre futuros armados transversales al momento de discutir candidaturas en 2025, y en especial, en 2027 cuando se ponga en juego la sucesión de Alfredo Cornejo.
Empoderada tras el éxito en la Justicia Electoral y con suficiente "banque" en la Casa Rosada, la joven libertaria sorprendió ahora al reclamar la exclusividad del uso del sello, o en todo caso su autorización para identificarse como La Libertad Avanza a los bloques así denominados y ya existentes tanto en la Legislatura como en Concejos Deliberantes.
Una decisión tajante que alcanza por ejemplo al diputado del Pro Gustavo Cairo quien armó un monobloque libertario, al que además Arrieta podría llegar a exigir que desista de esa denominación. Ella es la dueña de Milei en Mendoza y decidirá quién puede o no acompañar al Presidente y su estructura.
Como si eso fuera poco, y a mitad de camino entre la ingenuidad y el calculado impacto, Arrieta logró dar esta semana otro golpe de efecto nacional al participar en las comisiones de Diputados con un patito kawaii coronando su cabeza.
Un gesto de adhesión a esta moda de niñas y adolescentes que, según reportan los conocedores, apunta a transmitir optimismo y buena onda. Una descripción que invade a muchos libertarios cada vez que se les consulta sobre el rumbo del Gobierno y el destino del país, ahora en sus manos tras derrotar al kirchnerismo.
Por lo pronto, y más allá de deseos incumplidos, Arrieta deberá no sólo encarnar el fenómeno Milei en Mendoza, si no también, lograr que esa franquicia sea capaz de encauzar descontentos, desconfianzas y desencantos con su figura que parece haber adoptado rápidamente algunos comportamientos de la casta.
Se trata de suficientes voluntades que reniegan de su estilo o sus dotes para la conducción y a las que habrá que convencer de su jefatura, una tarea siempre difícil pero nunca imposible en la política. Algo así como alinear muchos patitos y conducirlos por el buen camino, ese que marcan las fuerzas del cielo.