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La Noche de los Bastones Largos

Ante el avance de varios legisladores y funcionarios, con Presidente y viceprepresidenta, a la cabeza, que son negacionistas de las dictaduras que asolaron a nuestro pais, siempre hay que tener la memoria encendida.

29/07/2024 17:53
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El 28 de junio de 1966, Las Fuerzas Armadas derrocaron al Presidente Arturo Illia. El general Juan Carlos Onganía asumió el poder, disolvió el Congreso, destituyó a la Corte Suprema y prohibió los partidos políticos.

Y el 29 de julio de 1966 quedó grabado en la historia de Argentina como una de las jornadas más oscuras para la educación pública. En ese día, la dictadura de Juan Carlos Onganía intervino las universidades nacionales, enfrentándose a la resistencia de estudiantes, docentes y autoridades que se unieron en una lucha por la autonomía universitaria.

El dictador, un oscurantista que intentará imponer nuevos valores occidentales y cristianos y comenzará a llevar a cabo razzias y persecuciones a todo aquello que saliera de esa norma,  ordenó la represión de los estudiantes y profesores que defendían la autonomía universitaria. Aquella noche, la violencia se desató en cinco facultades de la UBA. La Guardia de Infantería de la Policía Federal recurrió a la represión con bastones largos, de ahí el nombre con el que se recuerda esta jornada, enfrentando a los manifestantes.

Esto marcó el inicio de un oscuro período de persecuciones, despidos y renuncias en las universidades, resultando en la mayor emigración de científicos e investigadores argentinos en toda la historia. Más de 700 docentes se vieron obligados a abandonar la universidad, muchos de ellos para continuar sus carreras en el extranjero.

La noche del 29 de junio de 1966, la Policía Federal desalojó varias dependencias de la UBA y desató un éxodo de profesores y científicos de máximo nivel

La noche de los bastones largos, marcó el fin de una era de constante crecimiento universitario. En las aulas e incluso en los laboratorios, se estaba gestando un ambicioso proyecto científico y tecnológico sin precedentes en el país.

A pesar de todo, la resistencia a la intervención en las universidades y la lucha por su autonomía y gratuidad permitieron que el sistema de ciencia y tecnología de nuestro país sostuviera como principio fundamental la calidad de la educación pública, alzándola como una bandera irrenunciable.

Durante los años del gran presidente, Artuto Illia,  las universidades funcionaron bajo los preceptos de la Reforma Universitaria de 1918: con gobierno tripartito, provisión de cargos por concurso, libertad de cátedra, autonomía universitaria y centros de estudiantes. La de los universitarios y jóvenes de los ‘60 era una generación que nacía a la vida política comprometida con la sociedad y, aunque aún incipiente, tejía sus lazos con el movimiento obrero.

Hace 58 años, aquella noche aciaga, ingresaron, a la Universidad, más de cien uniformados pertenecientes a la Guardia de Infantería comandados por el general al frente de la Jefatura de Policía Mario Fonseca; cinco carros de asalto, dos patrulleros, dos celulares y un carro del cuerpo de bomberos los escoltaban en la “manzana de las luces”.

Los estudiantes resistirán y el costo será varios heridos y unos 150 detenidos. La represión fue brutal, la policía golpeaba a quienes resistían con sus bastones, motivo por el cual el periodista Julio Algarañaz de “Primera Plana” la llamaría “La Noche de los bastones largos” nombre con el que pasaría a la historia más negra de nuestro país.

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