Por Luis Abrego
Está claro que el resultado de las PASO nacionales dejó en shock a toda la dirigencia política y gran parte de la ciudadanía; aunque en el caso de Mendoza, no hizo más que sumar una nueva incertidumbre por el alcance de un fenómeno que, en una primera evaluación, se caracterizó como una ola imparable.
Aquí, La Libertad Avanza (LLA) obtuvo el 44,80% de los votos. Una cifra que, por ejemplo, podría alcanzar para nominar al gobernador y al menos una docena de intendentes (de hecho, ganó en 16 de los 18 departamentos), con sus correspondientes apoyos tanto en la Legislatura como en los Concejos Deliberantes. Pero si bien cualquier comparación es odiosa, efectivamente, se trata de elecciones distintas (una nacional y otra provincial) y de las densas complejidades que exhibe hoy el análisis político en Argentina.
Antes del batacazo nacional, la consultora Martha Reale había asegurado que en Mendoza, Javier Milei y Alfredo Cornejo compartían cerca de un 40% del electorado, lo que bien podría actuar como un aliciente para el exgobernador en su intento por volver al sillón de San Martín. Pero ese número puede haberse modificado a la baja tras el efecto del domingo, y para mayor enmarañamiento del asunto, es similar al que también registra Milei como núcleo común con su contrincante, Omar De Marchi.
Se suma así un nuevo condimento en la disputa de los exaliados: el de interpretar el sentido de ese voto nacional y adaptarlo al contexto mendocino. Por ello, y ante la expuesta heterogeneidad del votante de LLA, nada puede asegurarse y cualquier extrapolación puede ser tentadora, aunque errónea. Una premisa que no exime de esbozar escenarios posibles a la luz de lo que dejó la foto de las PASO.
Por lo pronto, el mayor síntoma de alerta para el oficialismo provincial de cara a las elecciones del 24 de setiembre en la que se elegirá al sucesor de Rodolfo Suárez, lo constituye su propia performance, que alcanzó apenas un 28,24%. Pero peor aún, con derrotas en bastiones radicales como Godoy Cruz, Guaymallén, Junín, Rivadavia, San Martín, Tupungato, General Alvear o Malargüe. Todas comunas que el Frente Cambia Mendoza (FCM) apuesta a sostener si el tsunami no llega por entonces a sus playas como lo hizo hace una semana.
Sólo Capital salvó la ropa, donde Ulpiano Suárez no sólo hizo explícito su apoyo a Horacio Rodríguez Larreta dentro de la interna de Juntos por el Cambio (JxC) ante la supremacía de los encolumnados detrás de Patricia Bullrich, sino que logró revertir la tendencia provincial y aportar a su frente una diferencia de casi 9 puntos sobre las huestes de Milei.
El peronismo tampoco pudo festejar demasiado y la preocupación también alcanza a sus dirigentes que intuyen peligro. Volvió a quedar tercero en Mendoza con 16,86% y apenas pudo sumar para Unión por la Patria (UxP) una victoria en La Paz. Perdió ante los libertarios en Lavalle, Maipú, San Rafael, Santa Rosa, Tunuyán: comunas que conduce y también aspira a retener el 3 de setiembre en los comicios definitivos del cronograma desdoblado de los municipios opositores. ¿Y si esa estrategia se resintiera o cediera ahora ante el aluvión de Milei?
Si bien La Unión Mendocina (LUM) se mostró prescindente en este turno nacional, De Marchi no dudó festejar el triunfo del excéntrico economista con algunos de sus socios (el Partido Demócrata -PD- y el Partido Libertario -PL-) en un claro intento de capitalizar la moda mileísta ante la sorpresa del resto sus aliados, tanto macristas como radicales y peronistas. ¿Timming u oportunismo?
Está claro que De Marchi intentará profundizar esta sorpresiva veta porque sabe que puede otorgarle un diferencial capaz de colocarlo en la Casa de Gobierno. En especial, si el propio Milei se decidiera a hacer campaña aquí junto a él (algo que antes no hizo): aunque la experiencia reciente también haya demostrado que los candidatos que en las provincias izaron su bandera no tuvieron mayor predicamento local. El fenómeno Milei ha sido hasta ahora personal e intransferible, pero nadie niega que aquí podría darle a De Marchi un envión -tal vez- decisivo.
En definitiva, será otra vez la voluntad popular la que ordene tantas fichas desparramadas (¿condicionadas?) por el escenario nacional. Efectivamente, ¿el elector mendocino diferenciará la oferta y sus niveles?, ¿En qué medida influirá la realidad provincial?, ¿Podrán los candidatos articular o separarse del clima de época?, ¿O el ímpetu silencioso que hoy enfervoriza a los libertarios hará tabla rasa con los pronósticos y las tendencias? En un poco más de 30 días todas las especulaciones serán historia.