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El factor Fabiola, el búmeran que volvió a dañar al kirchnerismo

De aquella ya lejana fiesta de Olivos a esta desembozada revelación de hechos deplorables que involucra a Alberto Fernández y su pareja, el impacto en el proyecto político hegemónico de los últimos 20 años aparece todavía como inconmensurable.

16/08/2024 08:37
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Por Luis Abrego

Cuando el 14 de julio de 2020 se concretó la denominada "Fiesta de Olivos", luego de la negación inicial del Gobierno, no hubo margen para la desmentida; casi un año después, el 12 de agosto de 2021, trascendieron las fotos de la impúdica reunión en medio de las restricciones que -por decisión del propio Alberto Fernández- se imponían a propósito de la pandemia de Covid-19 en Argentina.

Fabiola Yáñez

Ante la evidencia pública, el ex presidente responsabilizó a su entonces pareja, Fabiola Yáñez por la organización de ese "brindis que no debería haberse producido", según explicó después en innumerables ocasiones que no alcanzaron para el tardío perdón público de quien es encontrado in fraganti.

Fue entonces que la "querida Fabiola" se transformó en el chivo expiatorio de propios y extraños para un episodio que marcó la suerte del gobierno kirchnerista. Y si bien el resto de la historia es conocido, ahora los reveladores chats que trascendieron en el marco de una investigación por corrupción, también dan cuenta del maltrato y la violencia que se agudizó tras ese episodio en la pareja.

En recientes declaraciones, Fabiola incluso confesó que Alberto le siguió recriminando durante todo este tiempo que "por su culpa perdió las elecciones legislativas" y -posteriormente- el gobierno. Así, en el imaginario colectivo, pero también en la lógica del oficialismo, la ex primera dama produjo un daño político que las circunstancias actuales incluso hasta parecen poner en duda, cuando -al decir de Fabiola hoy- ella ni siquiera habría organizado esa reunión.

Pero lo cierto es que si las cuentas estaban aparentemente saldadas -al menos en lo político- y con la derrota oficialista consumada, nadie imaginaba que, otra vez, el factor Fabiola volvería a producir un nuevo daño, en esta ocasión a lo mejor irremontable para el kirchnerismo.

Cuatro años después, la increíble sucesión de hechos, su declaración ante la justicia, la filtración de fotos y conversaciones que han derivado en la imputación de Alberto Fernández, ha generado una erosión todavía inconmensurable para la facción del peronismo que llegó al poder en 2003 y que entre Néstor Kirchner, Cristina Fernández (en dos ocasiones) y Alberto gobernó el país durante cuatro mandatos, es decir 16 años.

Mientras las muestras de repudio y los operativos despegue están a la orden del día, tal vez como el capítulo final de una novela que continuará en el plano judicial, los analistas políticos se desvelan por establecer hasta dónde llegará esta nueva y severa estocada del factor Fabiola, que tiene todos los síntomas de herida mortal, pues además socava la línea de flotación de su propia narrativa.

Días atrás la encuestadora DC Consultores estableció, entre 3.640 casos, que el 77,4% de los argentinos consideran que Cristina Kirchner no se podrá despegar políticamente de este escándalo, que la arrastrará también a ella. Una cifra que obedece a su propia decisión para que Alberto encabezara la fórmula presidencial que compartieron en 2019. Siempre quedó claro quién era la jefa, tanto en la salud como en la adversidad.

En el mismo sondeo de DC Consultores, ante la pregunta de si el peronismo kirchnerista terminó con Alberto, el 68,5% de los argentinos cree que sí. Más benévolos que en la respuesta anterior, un porcentaje muy significativo -sin embargo- sostiene que la crisis ¿terminal? puede incluso alcanzar al peronismo en su conjunto. Mientras sólo el 31,5% estima que el PJ se reconstruirá con el paso del tiempo.

Está claro que por lo pronto los nueve hechos que el fiscal ha identificado para acusar al ex presidente en el que detalla el acoso psicológico, el hostigamiento, las agresiones físicas (incluso durante un eventual embarazo) en un contexto de violencia de género e intrafamiliar, se ha transformado en una disparatada bola de nieve que más allá de sepultar la imagen pública de Alberto amenaza también con producir consecuencias capaces de modificar el escenario político nacional mucho más allá que una derrota electoral o una gestión deplorable.

Es lo que el prestigioso Carlos Fara describe como el "desgaste estructural del kirchnerismo", que si bien reconoce que la fuerza ha entrado en un "ocaso", los "movimientos políticos no desaparecen de la noche a la mañana". Una luz de esperanza para tanta militancia desencantada.

Lo concreto es que aquel inicial factor Fabiola de la fiesta de Olivos del 2020 regresó en estos días como un búmeran de fuerza inesperada, que a medida que avanza la investigación judicial y la repercusión mediática volvió a golpear duramente a un kirchnerismo sin fuerzas aunque con algo de reflejos, al menos para hacer contención de daño y salvar lo que pueda ser salvado para esperar mejores tiempos. Una especie de nocaut histórico del que seguramente, y más allá de su capacidad de reacción, le costará recuperarse.

Un golpe inimaginable que a fuerza del despecho, el hartazgo al destrato y la violencia está sacudiendo las bases del proyecto político hegemónico de las últimas décadas. Los imperios también pueden caer por insólitas razones.

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