Por Luis Martínez, Redacción Jornada
Índices inflacionarios en aumento, crisis de gobierno que lo que menos da es certidumbre, eso que a gritos reclaman los mercados, cada vez hace falta más plata para no ser pobre o bajar de la línea de indigencia. Un caldo de cultivo ideal para que vivir sea una lucha constante. Esa de salir de compras y encontrar precios más o menos acorde a la realidad económica de cada familia y que no nos obliguen a perder calidad de vida.
Es que parece que hay francotiradores en las góndolas, precios que suben sin parar en artículos de primera necesidad y, eso si los encontramos, porque a veces los exhibidores se asemejan a páramos desiertos, a esos que solo les faltan esos yuyos voladores que vemos en las películas.
Porque no solo hay precios por las nubes, sino que para aquellos que llevamos vividos algunos años, hay síntomas que presagian la tormenta, detalles que anticipan que lo que se viene puede ser complicado como góndolas con faltantes, colas en estaciones de servicio, rumores de debilidad de un gobierno que recurre a recetas ya conocidas, señalan una sola dirección, la de una crisis.
Pero veamos que pasa en distintos sectores.
En “Juntos de mañana”, el matinal de radio Jornada (FM 91.9) Miguel Angel Di betta presidente de la Federación Argentina de la Industria de Pan y afines dijo “estamos en medio de una gran incertidumbre. Estamos trabajando sin tener nivel ni referencia de compras”.
“Faltantes hay y ahora están teniendo problemas con el combustible más allá del que ya tienen los molinos con el trigo. Venimos sufriendo el impacto desde los primeros días de febrero porque ha sido un alza prácticamente todos los días. No tenemos nunca una certeza de lo que va a pasar mañana, seguimos trabajando pero sin un comienzo y sin un fina”, afirmó.
“Todos los productos ha subido, se remarcan día a día”, dijo al indicar sobre la caída de ventas “es por arriba del 50% a lo que se suma la clandestinidad que nos afecta profundamente por que sufrimos una fuerte presión tributaria que significa casi un 40% sobre el sector, el Estado termina siendo el socio número 1. No sé qué caminos vamos a recorrer porque hemos pasado varias crisis pero como ésta ninguna”, afirmó. “No pensamos en aumento por ahora solo pensamos en subsistir”, cerró.
Para colmo faltan los combustibles
Isabelino Rodríguez es el presidente de AMENA, la asociación que nuclea a los propietarios de estaciones de servicio de Mendoza, se mostró preocupado por la actual situación. En el mismo espacio radial puntualizó “el aumento de los combustibles es un generador de mucha inflación. Esto está pasando en todo el mundo, lo vemos en Europa y en EEUU., como consecuencia de la guerra que ha hecho que todos los comodities energéticos suban de manera estrepitosa. El gas también ha subido mucho de precio y Argentina necesita en época invernal un porcentaje de gas licuado que se transfiere al mercado interno y el balance energético argentino es negativo en gas y gas oil y para todo esto hacen falta muchos subsidios energéticos para atender esa demanda. Prevemos un invierno con alguna estrechez y también hay problemas con el gas oil porque importamos el 20% del gas oil que se consume en la Argentina”, señaló.
“Las estaciones de servicio estamos en una tormenta perfecta porque tenemos los convenios colectivos de trabajo en curso, costos crecientes, menor provisión de combustibles y los precios no siguen a la inflación porque la gente no podría asimilar. Hay una situación de crisi sectorial muy importante”, afirmó.
“Las ventas se han mantenido estamos casi en niveles prepandémicos pero venimos de una grave situación por la enfermedad”, dijo. Al ser preguntado cómo se sostiene la actividad dijo que “las petroleras tendrían que mejorar nuestras comisiones, el combustible debería tener menos base impositiva, habría que tener políticas anticíclicas para mejorar el poder adquisitivo de la gente”, señaló.
“Esto ha impactado tremendamente en la rentabilidad del sector. Hay que vender más litros para hacer lo mismo y eso no se da, la contrario se vende menos esto nos pone en una situación bastante complicada”, indicó.
Carnes por las nubes y la verdura también
Ante el fuerte incremento en el precio de la carne (en los meses de gestión de Alberto Fernández subió más del 217%), los argentinos comenzamos a diversificar en busca de ahorrar un poco, de aliviar los bolsillos. En esa dirección buscamos agregar verduras a nuestra dieta pero, oh sorpresa, allí también encontramos aumentos.
Hablamos con Omar Carrrasco director regional de la Unión Frutihortícola y nos dio un panorama de la situación “el sector tiene un sistema particular y se maneja por la oferta y la demanda y con eso neutraliza la inflación corriente. Por eso por ahí el gobierno quiere intervenir en los precios de la fruta y la verdura y siempre fracasa. Es un tema bastante delicado hay que entender bien como es el tema para aplicar algunas acciones a seguir”, sostuvo.
Preguntado sobre las ventas afirmó “han caído las ventas en los mercados y muchas verdulerías chicas han cerrado en estos últimos 3, 4 meses”, avisó.
¿Qué reclama la gente?
En este marco donde la plata no alcanza (dónde hay un mango viejo Gómez como reza la vieja canción) muchas personas deben resignar calidad de vida o dejar de pagar cosas en una lista de prioridades que hace cada familia. Le preguntamos a Romina Ríos de la ONG Protectora que dice la gente “hay mucho malestar, enojo. Las compras son más chicas, se destina el poco dinero a lo básico y se dejan atrás los gustos. Cada uno de nosotros vemos que hay desorden en las góndolas, que no hay productos, que los precios variaron, entonces no te permite prever cuánto vas a gastar. Sin importar la explicación que haya para el fenómeno hoy a la ciudadanía le importa poder llegar a fin de mes y no sobre endeudarse o preocupándose por el tema. Hay personas con stress, angustia y depresión es lo que vemos acá”, señaló.
Lo dicho señores. La suba de precios es el gran tema de los argentinos que aguardamos con gran expectativa que el gobierno encuentre las medidas necesarias para reencauzar el tema y los argentinos podamos recuperar algo del poder adquisitivo perdido y comenzar a vivir un poco, tan solo un poco más tranquilos con el bolsillo aliviado.