Por Luis Abrego
Si en algo coincidieron distintos analistas, propios y extraños, después de la rosca de Vendimia es en el acotado margen de maniobra disponible para la jugada rupturista que Omar De Marchi viene cocinando a fuego lento en el Frente Cambia Mendoza (FCM).
En una posición definida ya como de no retorno, todavía no confirma su salida del Frente ni mucho menos su aceptación de las condiciones que el socio mayoritario, el radicalismo junto a muchos otros minoritarios, intentan imponerle. Pero el tiempo hizo mella y las señales recibidas desde distintos niveles se tornan redundantes por la coincidencia en la unidad para sostener un distrito importante como Mendoza y ganarle al kirchnerismo. Pero ni así tuercen su voluntad. Al hartazgo radical sobre su indefinición y la incertidumbre respecto del rumbo del diputado y de quienes lo acompañan en el Pro mendocino, se sumó el paso en falso que dio en Mendoza su referente nacional, el presidenciable Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno porteño no pudo contener las quejas de Rodolfo Suárez y Alfredo Cornejo, ni mucho menos cumplir con su promesa de encauzar la situación y darle un corte definitivo: léase que De Marchi acepte competir en las PASO del FCM o que decline su candidatura.
La ausencia de voz de mando de Rodríguez Larreta se leyó también aquí como una prueba piloto de su capacidad para desactivar conflictos, y proyectar -si así sucediera- qué podría ocurrir en caso de llegar a la Casa Rosada. “¿Si frente a los propios no puede imponer una decisión, qué pasaría en una negociación con opositores?” se preguntaron no sin algo de malicia desde el otro sector interno en la carrera presidencial, el que responde a Patricia Bullrich.
Justamente, Bullrich tuvo paso firme y respuestas claras cuando debió opinar sobre la crisis del oficialismo local a propósito de los cuestionamientos de De Marchi, incluso con la amenaza de la intervención partidaria. Una posición que envalentonó más a los radicales y que por ello, le creyeron a Rodríguez Larreta cuando con un pie en el avión les volvió a asegurar que esta semana la cuestión estaría saldada. Nada de eso pasó hasta el momento.
Por el contrario, en las recorridas como virtual precandidato a gobernador que Cornejo ha intensificado se molesta cuando le preguntan definiciones que no tiene y le piden certezas que ya no se anima a dar. Sólo deja traslucir su incomodidad y confirma que no hablará más del asunto. Aunque del otro lado, el propio De Marchi se encargue todos los días de extender la agonía y mantener latente su estrategia de tensión.
Así fue cuando el lujanino incluso comparó a Cornejo con Néstor Kirchner en la similitud de liderazgos personalistas, o cuando por enésima vez en este tórrido verano salió a diferenciarse de la gestión de Suárez, y cuestionar ahora el reciente anuncio de la creación de la empresa estatal Impulsa Mendoza para la promoción de la minería con argumentos similares a los del ascendente (y polémico) Javier Milei.
“El camino nunca es crear más burocracia, ni escritorios raros para intermediar con privados” escribió en su cuenta de Twitter. Y agregó: “No se alcanza a comprender cuál es el objetivo real de la creación de ‘Impulsa Mendoza SA’. Por definición no creo en estas aventuras, pero al menos expliquen porque lo hacen”, aseguró. Una sentencia fuerte que lleva a preguntarnos en vista al estrecho sendero por el que parece discurrir su futuro político, más allá de la decisión que finalmente tome, ¿en cuáles otras aventuras sí creerá De Marchi?
¿En la vuelta a sus fuentes liderando una remozada versión del Partido Demócrata (PD)?, ¿Aglutinando detrás de sí a libertarios, peronistas de derecha nunca funcionales al kirchnerismo y otros más clásicos que si bien fueron en sus listas no comparten la conducción de Anabel Fernández Sagasti? Cualquiera de ellas, ¿son opciones electorales redituables después de tanto desgaste? Muchas veces, más allá del escenario, la aventura también depende del espíritu de quien así la encare.