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Si titubea y es volátil, Mascherano no ayuda a nadie y menos a sí mismo

Tras la eliminación en octavos, frente a Nigeria, el entrenador lanzó mensajes en modo interrogante. Nada mejor que defina su posición

 

01/06/2023 13:09
El dilema del DT: ¿Mantener una decisión o qué?
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Por Fabián Galdi

Javier Mascherano pendula en sus decisiones generando, quizás sin proponérselo, más confusión que claridad. Por segunda vez en menos de un semestre crea un estado de renunciamiento personal sembrando interrogantes que él mismo debería dilucidar en modo introspectivo, porque fue, es y seguirá siendo una figura pública ligada a los seleccionados nacionales desde hace dos décadas. No se sabe, en definitiva, si lo que anuncia implica una decisión tomada producto de una autocrítica genuina o una reacción emocional motorizada por un fracaso desde el punto de vista futbolístico. Pareciera que habría que lanzar una moneda para ver de qué lado cae. No es sano que sea así. Ni para él ni para el fútbol argentino.

Tras la eliminación frente a Nigeria se apresuró a expresar que piensa “seguir en el cargo hasta que el presidente de la AFA lo disponga, porque él tiene la renuncia a disposición”. Nadie se lo había pedido y ni siquiera insinuado, pero decidió anticiparse a los hechos eventuales. Acto seguido, enfatizó su punto de vista sosteniendo que la idea base es continuar “hasta tanto la gente que decide considere que ya no sirvo”.

Menuda tarea para especialistas que ayuden a discernir si el entrenador realmente lo piensa o, por el contrario, se deja llevar por una tan histórica como lacerante estigmatización acerca de que un triunfo o una derrota condiciona la opinión de cualquier protagonista del tan azaroso mundillo de la pelota.

Hasta la expresión utilizada anoche ante la prensa referida a quien preside la Asociación del Fútbol Argentino estuvo cercana a una frase hecha y oportuna para la ocasión: “Tapia tiene mi renuncia en su escritorio todos los días, pero la idea es seguir y voy a hacerlo si ellos creen que sirvo para esto y sigo aportándole cosas”.

Y si algo volvió a provocar extrañeza fue cuando citó que “esto es un proyecto y no es la misma situación que cuando nos eliminaron en el Sudamericano” – en ese momento, el director técnico dijo que renunciaba apenas terminó el último partido de la fase de grupos en Colombia-.

Más sensatas fueron sus referencias a las performances de los jugadores, independientemente del resultado desfavorable: “Hay que entender que en este juego el merecimiento no tiene nada que ver con el resultado, los chicos deberán levantar cabeza y seguir con sus clubes porque la vida sigue”.

También fue oportuna su cita final, cuasi en modo filosófica: “Quedar eliminado es triste y frustrante, pero hay formas y formas de quedar eliminado. Me da tranquilidad quedar eliminado jugando bien. Si tengo que perder, elijo hacerlo de esta manera”.

Sería injusto salir a vapulear a Mascherano, quien – al fin y al cabo- fue una figura digna en su prolongado paso como futbolista por La Selección, más allá de que, quizás erróneamente, más de una vez se lo fustigue porque durante ese ciclo no se alcanzaron objetivos máximos.

Ahora, la cuestión es otra y amagar entre seguir o quedarse es una posición de extrema volatilidad, poco recomendable para quien ejerce una función en la cual nada es más recomendable que mantener las ideas con firmeza y aún en disidencia con las tendencias del momento.

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