El uso irresponsable de pirotecnia durante las fiestas navideñas volvió a ser noticia en Mendoza, donde se duplicaron los casos de heridos respecto del año pasado. Según datos del Ministerio de Salud y Deportes, el 24 y 25 de diciembre se atendieron 11 personas lesionadas, 6 de ellas niños. Aunque la mayoría de los casos fueron leves, un paciente debió ser sometido a cirugía por graves lesiones en el rostro.
Prohibición ignorada y aumento de heridos
A pesar de la vigencia de leyes que prohíben la venta y el uso de pirotecnia en la provincia, las cifras indican un incremento preocupante. Jorge Pérez, director de Hospitales, fue contundente: "Recomendamos enfáticamente no usar pirotecnia. Las consecuencias son graves, desde pérdida de visión hasta fracturas severas. Es responsabilidad de los adultos proteger a los niños y respetar las normativas".
El Hospital Central, centro de referencia en emergencias, registró un total de 209 consultas durante la noche del 24 y madrugada del 25. Entre los casos atendidos, 6 correspondieron a lesiones por pirotecnia y un paciente requirió intervención quirúrgica por una fractura de hueso frontal y un hematoma epidural.
Más allá de la pirotecnia: un panorama crítico en las fiestas
Además de los incidentes con explosivos, el hospital recibió 13 pacientes politraumatizados por accidentes de tránsito, junto a casos de heridas de arma blanca, arma de fuego y ahogamientos. "Estos días exigen un esfuerzo monumental de nuestro personal, con 11 médicos de guardia y más de 50 trabajadores dedicados exclusivamente a atender emergencias", explicó Enrique Ruiz, subdirector asistencial del hospital.
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Un llamado urgente a la conciencia
Desde Salud insisten en la importancia de prevenir estos incidentes, recordando que las fiestas deben celebrarse en familia y no en la sala de urgencias. "Las leyes están, pero no sirven si los adultos no toman conciencia", subrayó Pérez.
El mensaje es claro: priorizar la seguridad y el bienestar durante las celebraciones para evitar que el descuido convierta un momento de alegría en una tragedia. En un contexto donde la demanda hospitalaria ya es alta, la prevención puede marcar la diferencia entre una fiesta tranquila y un final amargo.