Las fiestas de fin de año en Mendoza estuvieron marcadas por un preocupante incremento en el uso de pirotecnia, a pesar de su prohibición. Según el balance del Ministerio de Seguridad y Justicia, el número de heridos durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo se disparó, pasando de 7 en 2023 a 21 en 2024, un aumento del 200%.
De los lesionados, 11 fueron contabilizados en Nochebuena, mientras que Año Nuevo sumó 10 más. Las zonas más afectadas fueron Gran Mendoza, Valle de Uco y el Este, con incidentes que afortunadamente no dejaron heridos de gravedad, pero sí expusieron el incumplimiento masivo de la normativa.
Operativo récord, pero insuficiente
La ministra de Seguridad y Justicia, Mercedes Rus, aseguró que las fuerzas policiales realizaron un importante operativo para combatir la venta y uso de pirotecnia. En conjunto con las municipalidades, lograron secuestrar material valuado en más de 10 millones de pesos, el cual será destruido debido a su naturaleza peligrosa.
“No es suficiente. Hay que seguir trabajando”, reconoció Rus, quien también subrayó la necesidad de una transformación cultural: “La norma y la sanción no alcanzan si no hay compromiso social. Debemos fomentar la empatía para que la ciudadanía tome conciencia del daño que esta práctica genera”.
Te puede interesar
El desafío de la concienciación
La ministra destacó que los principales afectados no son solo quienes manipulan los fuegos artificiales, sino también sectores vulnerables como personas con trastornos del espectro autista, adultos mayores, niños pequeños y animales. “Debemos modificar comportamientos desde lo sociocultural, porque la pirotecnia no es solo ruidosa, sino de gran impacto en el entramado social”, enfatizó.
Un fenómeno que no cede
Aunque las autoridades lograron confiscar grandes cantidades de material pirotécnico, los resultados reflejan una realidad persistente: las noches festivas de Mendoza se iluminan y retumban en una práctica que desafía las prohibiciones y expone los límites de los controles gubernamentales.
El incremento en las lesiones y el incumplimiento de la ley refuerzan el llamado a un cambio de mentalidad colectiva. Mientras tanto, las cifras de heridos se convierten en un recordatorio del riesgo asociado a esta costumbre arraigada, que pone en jaque tanto la seguridad como la convivencia en las celebraciones.