Por Sergio Levinsky, desde Doha
El equipo español terminó siendo eliminado de este Mundial en los octavos de final y ante un rival de poca experiencia en esta clase de definiciones, como Marruecos (de gran torneo), luego de haber debutado con un 7-0 ante Costa Rica en la fase de grupos, apenas tres partidos atrás. ¿Qué fue lo que sucedió en el medio? Simplemente, haberse creído que aquel marcador iba a ser lo habitual, cuando fue apenas la excepción.
Desde hace rato que en España hay una idea de que se trata de un gran equipo, cuando es, apenas, una estructura con buenas intenciones y algunos muy buenos jugadores, con buen pie, pero sin el talento de aquellos que entre 2008 y 2012 ganaron dos Eurocopas y un Mundial de manera consecutiva. Apenas Sergio Biusquets aparecía como el único eslabón entre un equipo y otro, y bien se pudo haber sumado Sergio Ramos, pero el entrenador, Luis Enrique Martínez, no lo tuvo en cuenta por un enfrentamiento personal, que parece que fue más importante que lo que pudo aportar el andaluz al equipo.
Luis Enrique se lo pasó señalando, en la previa del Mundial, que este equipo español es el europeo que más protagonismo tuvo en estos años en cuanto a posicionamiento en los torneos, y es verdad. Pero no todo pasa por los resultados, y entonces si nos atenemos al juego, “La Roja” estuvo al borde de ser eliminada por Croacia en la Eurocopa, pasó angustiosamente fases de los Juegos Olímpicos, y dependió de Suecia en la clasificación a este Mundial y los nórdicos perdieron su partido clave, en la fase de grupos. Es decir que no era todo oro lo que relucía.
Sin embargo, se tapó todo con la euforia mundialista y la juventud, y muchos de los que ahora le achacan a Luis Enrique que le da demasiada importancia a las redes sociales coincidieron en que se trataba de un gran entrenador y de un equipo con mucho futuro.
Esta vez, España fue de mayor a menor. De aquel 7-0 ante Costa Rica pasó a un muy buen empate, en duelo de estilos, ante Alemania, y luego, a una extraña derrota con Japón que no dejó malas caras sino la idea de que se había evitado a Brasil y en el peor caso, una llave complicada para llegar a la final por ese lado. Parecía más accesible Marruecos, pero los africanos cuentan con valores como Bono, Hakimi, Mazraoui, Amrabat, En Nesry o Ziyech y no por nada siguen invictos luego de jugar ante Croacia, Bélgica o la misma España.
Marruecos osó quitarle la pelota a España, hizo un enorme despliegue en el primer tiempo, se cansó y como sabía que había una importante chance de ir al alargue, se replegó, le cedió la pelota a su rival, y lo desnudó porque éste no supo qué hacer para llegar al gol. Tocó y tocó en lugares inofensivos mientras el tiempo se iba consumiendo, y colocando tarde a su máximo (y acaso único) goleador, Álvaro Morata, relegado para que jugara Marco Asensio, suplente en el Real Madrid, como “falso nueve” porque la idea madre “no se toca”.
Los resultados están a la vista. Una España que sigue sin títulos y ahora con muchas más dudas deja pronto el Mundial, tal vez ahora sí con la enseñanza de que al fútbol se juega con arcos. Vistoso sí, estético sí, con buen pie sí, pero con arcos. “Goal” significa “,meta”. Sin gol, no hay paraíso. Sin gol, no hay victoria ni clasificación. Una dura lección que le convendrá aprender en un futuro próximo si no quiere padecer una vez más esta pesadilla.