Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
A días del comienzo del desafío de una nueva Liga de Campeones de Europa de la UEFA, en la que ambos serán locales y en compromisos, a priori, accesibles (los azulgrana se medirán el martes ante el Royal Antwerp, más conocido como el Amberes, de Bélgica, conducido por un ex jugador de los catalanes, Van Bommel, y los blancos, al Unión Berlín de Alemania), llega el momento de buscar la clasificación en la fase de grupos, en lo que constituye para ambos el máximo objetivo de la temporada.
En ambos casos, si bien mantuvieron sus bases, se trata de una época de cambios. No en los bancos, porque los dos directores técnicos siguen siendo los mismos, el italiano Carlo Ancelotti, que cumple su último año de contrato, en el Real Madrid (hay muy fuertes indicios de que el 1 de julio, ya libre, firmaría con la Confederación Brasileña para hacerse cargo de la selección nacional para la Copa América y el Mundial 2026), y Xavi Hernández, en el Barcelona.
Si bien Ancelotti sabe bien lo que significa ganar una Champions y con el equipo blanco, sin dudas que la salida de su gran goleador y capitán, Karim Benzema, al fútbol de Arabia Saudita, obligó a un cambio total, porque en el mercado, el club no encontró un reemplazo siendo que uno de los grandes anhelos de su presidente Florentino Pérez, quedará libre el 30 de junio de 2024 y podría venir a costo cero, por lo que no tenía razón de ser un pago a su actual club, el PSG, con el que la entidad de la capital española no tiene buena relación desde hace rato (por tironeos de jugadores y por las posiciones opuestas que sus dirigentes tomaron en cuanto a la organización de la Supercopa europea de clubes).
Sin dudas que la contratación más importante del Real Madrid fue la del joven volante creativo inglés del Borussia Dortmund y la selección de su país, Jules Bellingham, quien marcó goles continuados en las cuatro primeras fechas de Liga, pero que obligó a un cambio importante en el sistema táctico. Si los blancos ganaron todo con un esquema de 4-4-2 con el uruguayo Federico Valverde sumándose al ataque con Benzema y el brasileño Vinicius Junior, ahora la entrada de Bellingham obliga a un 4-3-1-2 cuando otro brasileño, Rodrygo, se suma al ataque con Vinicius y cuando éste no juega, como el domingo en el trabajoso triunfo como local ante una buena Real Sociedad (también de Champions), Ancelotti conforma lo que se da en llamar “El arbolito de Navidad”, un 4-3-2-1, con Bellingham y el veterano alemán Toni Kroos por detrás de Rodrygo, aunque sumando los dos laterales en ofensiva, cuando decide reemplazar también al veterano goleador Joselu, otro que llegó para esta temporada.
Este Real Madrid ya parece mucho más joven, con el lugar que van ocupando los atacantes o los volantes como los franceses Tchouameni y Eduardo Camavinga, y esto obligará a que jugadores como Kroos o el croata Luka Modric comiencen a tener menos minutos en la temporada, comenzando a perder un protagonismo que tuvieron por años junto al brasileño Casemiro, quien ya emigró al Manchester United.
En la Casa Blanca son conscientes de que por más que hayan llegado a la semifinal de la pasada Champions, terminaron siendo arrasados por un Manchester City inmensamente superior, y acabaron dejando la Liga en manos del Barcelona. La cosecha de la Copa del Rey (aún con un recordado 0-4 en el Camp Nou) es demasiado escasa para las ambiciones de un club que cada año sueña en grande y que acaso para 2024/25 tenga que cambiar, incluso, de entrenador (¿serán los tiempos de Xabi Alonso, de gran campaña en el Bayer Leverkusen, o de Raúl González, entrenador del equipo B, también conocido como Castilla?).
En el Barcelona sucede algo parecido, aunque se sabe que hay dos condicionamientos fundamentales: la situación económica es muy limitante y la Liga le acaba de bajar la cantidad de dinero para contrataciones al no encontrar más “palancas” (venta de porcentajes de activos institucionales) para paliar los déficits entre los gastos y los ingresos. Y por otro lado, la necesidad de remodelar un Camp Nou que ya lo necesitaba desde hacía mucho tiempo y que generó ahora el impostergable cambio de localía, de manera provisoria, al Estadio Olímpico de Montjuic, con más baja capacidad de espectadores. Esto obliga también a perder parte de la recaudación por abonados, merchandaising y otras variables hasta que el equipo vuelva a su casa, en principio, en noviembre de 2024.
En cuanto al fútbol, también Xavi, su entrenador, sabe bien que con el plantel de la pasada temporada no alcanzaba para pelear por una Champions por lo que presionó por mayor cantidad y calidad del plantel. No fueron tantos los que llegaron, pero sí de muy buen pie y trayectoria, como el central Iñigo Martínez, el volante Oriol Romeu y especialmente, el ascenso desde la cantera al primer equipo del joven Lamine Yamal, llamado a realizar una enorme carrera y que debutó en primera con apenas quince años de edad.
Sin embargo, dos incorporaciones de último momento como las de los portugueses Joao Cancelo (lateral derecho) y Joao Félix (creativo) pueden darle al Barcelona el toque final en la elaboración y juego para abastecer mejor al veterano goleador polaco Robert Lewandowski.
Si sumamos a la base que ya persistía de los Raphinha, Ferrán Torres (que parece muy motivado), y los jóvenes volantes Gavi y especialmente Pedri y una defensa que ya estaba consolidada como su excelente arquero alemán Marc Ter Stegen, el Barcelona parece haber subido un par de peldaños, aunque será la propia competencia europea la que indique si por fin está para avanzar o seguirá necesitando otra política para volver a los tiempos de gloria.
Con este plantel, el Barcelona puede volver a ganar la Liga y hasta el “doblete” con la Copa del Rey, pero el máximo objetivo no es ese sino la Champions, que se le niega desde 2015, un tiempo distinto con Lionel Messi, Xavi, Andrés Iniesta y Neymar en la cancha. Aquello ya parece muy lejano y hoy, la realidad es otra.