Por Sergio Levinsky. Especial para Jornada
Que Mbappe estaba disconforme con el PSG se sabía desde hacía rato, pero que se suelte como ahora en el comunicado en el que afirmó que no va a renovar su contrato que vence el 30 de junio de 2024, afirmando, por ejemplo, que Lionel Messi fue maltratado durante su estadía de dos temporadas en ese mismo club, no parece ser casualidad.
El delantero francés sabía que había muchas posibilidades de que el jeque Jassim bin Hamad Al Thani, presidente del Banco Islámico de Qatar (BIQ) estaba detrás del Manchester United, con muchas chances de adquirirlo, y de esta manera, ganándole en la puja al también multimillonario Jim Rattclife (dueño de la empresa química Ineos), ante la familia Glazer. Los estadounidenses ya no soportaban más las críticas de sus propios socios e hinchas por los resultados de esplendor de otras épocas que no llegaban y ahora, que sus vecinos del Manchester City ya se hayan puesto muy molestos con la obtención del Triplete (Champions League, Premier League y FA Cup), hartos de que la ciudad se vista de celeste para permanentes festejos y desfiles.
La confirmación de la venta del Manchester United por 6000 millones de euros llegó por parte del medio qatarí “Al Watan”, estrechamente ligado al jeque Jassim bin Hamad Al Thani -no existen las casualidades- y las acciones del club inglés subieron inmediatamente un diez por ciento en la bolsa de Nueva York.
Los Glazer decidieron lo que pudo haber sido el último guiño a su club: el anunciar la venta al jeque del BIQ qatarí a pocas horas de que el Manchester City ganara la primera Champions de su historia para bloquear esa noticia positiva de su vecino, pero además, a sabiendas de que desde ahora, el problema lo tendrá el comprador, porque deberá demostrar (y no parece fácil), que la entidad que representa no tiene nada que ver con la dueña del PSG.
Lo que ocurre es que el artículo 5.01 del Reglamento de Competiciones de la UEFA prohice que dos clubes que juegan en sus torneos pertenezcan a los mismos dueños o sean susceptibles de control directo o indirecto de las mismas personas y entonces tampoco parece casual que se haya hecho todo tipo de intentos por demostrar que el BIQ y el fondo soberano de Qatar, es decir, los que según la versión interesada, pertenecen a distintos dueños, cuando, de fondo,el prestigioso sitio “The Athletic”, ligado a “The New York Times”, ya viene sosteniendo que quien participó como pieza clave para que la operación de la venta del Manchester United al BIQ se produjera, no fue otro que Nasser Al Khalaiffi, dueño del PSG, y también presidente de la Asociación de Clubes Europeos (ECA) y de muy buena llegada al titular de la UEFA, el esloveno Alecsander Ceferin desde que fue uno de los que lideraron la espantada de muchos clubes poderosos de la idea de Superliga europea por parte del Real Madrid, la Juventus y el Barcelona.
También llama poderosamente la atención que siendo que hace apenas una temporada, Mbappe estuvo a punto de pasar al Real Madrid, ahora haya negado esa posibilidad (por otra parte, observada con frialdad por el presidente de los blancos, Florentino Pérez) y simplemente afirmó que estaba contento y cómodo en el PSG y que lo único que él comunicaba era que ante la propuesta de renovación de su contrato por un año más (hasta el 30 de junio de 2025), él había comunicado al club que no lo aceptaba.
Si mueve la cola como un perro, ladra y parece un perro, todo suele indicar que se trata de un perro, y en este caso, todo parece bastante claro. Tanto, que según “The Athñetic”, Mbappe conbraría los mismos 150 millones de euros que iba a percibir en el caso de quedar libre a mediados de 2024, en el caso de ir al Manchester United, y el PSG percibiría 200 millones de euros en carácter de “compensación” cuando a todas luces eso sería innecesario con esperar una temporada más y con Mbappe no dependiendo de nadie.
¿Cortina de humo del PSG y del Manchester United para mostrarse como entidades separadas aunque de fondos provenientes del mismo país de origen para no recibir sanciones como la expulsión de ambos clubes de las próximas competencias europeas? Habría que ver, porque si se toman en cuenta las declaraciones de Ceferin, todo parece cambiar e ir hacia otro rumbo, o tal vez no y sólo se trata de un caso en el que se mira para otro lado por tratarse de amigos a los que se les debe tantos favores: “No se trata de decir simplemente 'no' a la multipropiedad de los clubes. Debemos revisar las reglas”. Es, sin dudas, una declaración trascendente y hasta cierto punto, tardía y de blanqueo de lo que ya se conoce que existe aunque a niveles más bajos, nunca -que se sepa- con clubes top del mundo.
Este periodista fue invitado, en marzo de 2022, a una de las reuniones anuales de “Transferoom”, un sistema de encuentro rápido entre dirigentes de los más variados clubes del mundo que deben anotarse antes, y por dos días consecutivos pueden mantener decenas de diálogos con sus padres de otros países con una duración máxima de diez minutos, que hasta terminan con un timbre y en los que pueden adquirir jugadores o tomar contacto con algunos de ellos de acuerdo a los puestos en la cancha que necesiten.
Allí se pudo tomar contacto con Matthew Benham, duelo del Btrentford, de la Premier League inglesa, y del FC Midtylland, de Dinamarca, pero también hay muchas otras alianzas, como la del Watford inglés, el Udinese italiano, o el Leicester y el OH Leuven, o el Mónaco y el Cercle Brugge, o simplemente con el brasileño Ronaldo Nazario, dueño del Valladolid, en España, y del Cruzeiro, en Brasil, y ni hablar del Grupo City, acaso el más poderoso del mundo, dueño del Manchester City, del New York City, del Bahía de Brasil, del Montevideo City Torque de Uruguay y del Girona de España, entre otros.
Este tipo de alianzas, que se fueron imponiendo a los viejos reglamentos anti-monopólicos del fútbol, son conocidas como MCO (Multi Club Ownership) y ya son una realidad, aunque, claro, nunca se había llegado al punto de unir a dos clubes top como es el caso del PSG y del Manchester United, situación que sus dirigentes intentan tapar desde todos los ángulos posibles.
De hecho, las MCO nacieron en Europa pero van extendiendo sus tentáculos a todos los continentes en la medida en que sus lobbies van consiguiendo que en cada país se vayan aprobando las chances de que los clubes de fútbol sean manejados como SA, como es el caso de Uruguay y recientemente, de Brasil (en Argentina no está permitido aunque ya aparecen ciertos intentos de vulnerarlo, al otorgar el manejo, sólo de ciertos aspectos del fútbol, a una empresa mediante tercerización).
Por ejemplo, en 2022, la MCO estadounidense “777 Partners” adquirió el Standart Lieja y el setenta por ciento del Vasco Da Gama de Río de Janeiro, que se suman al Sevilla español y al Genoa italiano.
Unos 160 clubes de todo el mundo ya forman parte de las MCO -según indica un documento de Transferrom al que Jornada tuvo acceso-, administradas por más de sesenta grupos. Sólo entre Phillip Platek y Paul Conway controlan a nueve clubes en ocho países europeos diferentes (Inglaterra, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica, Francia, Suiza, Italia y Portugal.
Aceptado o no por las partes, que el Manchester Unioted y el PSG terminen entroncados en los mismos dueños abre una nueva etapa en el fútbol mundial, con el camino a lo que podría llamarse una “Big MCO” con consecuencias impredecibles. Una de ellas es el cada vez más cercano pase de Mbappe, que no sería otra cosa, además, que la aceptación de que de ahora en adelante, los “Diablos Rojos” pasan a ser la joya de la corona qatarí, y el PSG, apenas un partenaire, luego de sus inmensos fracasos europeos por falta de una política.
El fútbol, como cualquier otro mercado, va inexorablemente camino al monopolio. Habrá que ver si los seguidores siguen creyendo o se adaptan a esta nueva realidad.
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