Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
Había finalizado el sorteo de la UEFA para una etapa nueva del torneo, con un formato distinto a partir de esta temporada, en la que doce equipos, prácticamente todos los esperados, quedaron eliminados en la primera fase al ubicarse en las últimas posiciones de la tabla general luego de que el pasado miércoles se jugaran los dieciocho partidos al mismo tiempo para que no hubiera ventajas deportivas, en un esperpento en el que ni los goles valían demasiado porque la tabla se iba modificando cada minuto.
Si la Liga de Campeones cambió en esta temporada agregando más equipos y más partidos en la primerea fase (ocho contra seis de antes y hasta diez para los que quedaron entre los puestos noveno y vigesimocuarto, que deberán enfrentarse en una virtual etapa de dieciseisavos para determinar cuáles ocho van a los octavos de final) es, simplemente, por la alta presión de una élite, compuesta por el Real Madrid, el Barcelona, la Juventus y los llamados “Top Six” ingleses (Liverpool, Manchester City, Manchester United, Tottenham, Chelsea y Arsenal), que amagó con crear un torneo paralelo con un número mayor de partidos y más atractivo por cerrarse sólo a los de mayor tradición, dejando de lado a los que tienen menos convocatoria y atractivo para los medios de comunicación.
Si bien la idea original fue cambiando a partir de la propia dinámica de la propuesta (comenzó a abrirse a otros equipos que no fueran los de la élite debido a críticas del sistema y de la prensa, y los ingleses terminaron retirándose por la `presión de su propio gobierno y de sus hinchas, que se movilizaron pese a que no eran días de partido), Real Madrid y Barcelona siguen en el camino de apuntar hacia este nuevo campeonato por fuera de la UEFA, ahora con el nombre de “Unify League”, para lo que cuentan con el auspicio del banco JP Morgan, que invertiría 5500 millones de euros y en el plan entra la posibilidad de emitir esta nueva liga europea de manera gratuita por la plataforma oficial.
De hecho, el fallo del Tribunal de Justicia europeo es tan enrevesado que la Unify League considera que le da la razón, al señalar que la UEFA no tiene por qué ser monopólica en la organización de certámenes de fútbol en el continente europeo, aunque tampoco parece habilitar especialmente a la nueva idea, que, por ahora, sólo cuenta a los dos grandes españoles como sostenedores. La Juventus, que era el tercero, se retiró de la puja cuando la familia Agnelli, dueña de la Fiat, perdió poder.
Pero más allá de la situación, la UEFA se fue dando cuenta de que el torneo paralelo podía ser una pronta realidad si no cambiaba a más equipos y más partidos, y propuso un sistema intermedio con una tabla general en la que los primeros ocho van directamente a octavos de final, dieciséis equipos juegan por entrar a esos octavos, y doce se van a su casa, con la idea de vender más partidos a la TV o plataformas web, sin importar el descanso de los jugadores, cada vez más exprimidos por la búsqueda loca de recursos económicos para continuar con la carrera de más fichajes y más réditos, y que los clubes de élite europea no migren a la Unify League.
El resultado de la primera etapa del torneo con el nuevo formato, sin embargo, determinó, por un lado, que los últimos doce fueran los mismos de siempre (más allá de haber jugado con el morbo de que el Manchester City o el PSG casi forman parte de este grupo, pero zafaron in extremis), y por otro, como señalamos más arriba en esta columna, un muy atractivo Manchester City-Real Madrid a doble partido y eliminatorio, pero otros siete decepcionantes partidos, con escaso atractivo, y salvo el enfrentamiento señalado, casi para determinar que la mayor parte de estos clasificados quedarán eliminados en los octavos de final por la élite de siempre, con resultados cantados.
“Imagínese fútbol gratis en el fin de semana, con la idea de la Superliga (Unify League) y en el fin de semana…¿fútbol pago y de liga nacional? Al menos en España, esto tendría un efecto demoledor para el torneo local”, sostuvo Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) española, en estas horas, al diario madrileño “El País”, y agregó que cuando se reúne con compradores de derechos audiovisuales le dicen “ya tengo entre semana la Champions, entonces en el fin de semana me compro la Fórmula Uno y las motos. No necesito la Liga Nacional”.
Tebas – que casi no pisaba Ezeiza mientras Julio Grondona fue presidente de la AFA entre 1979 y 2014- es el mismo que acepta que hace lobby en la Argentina para que los clubes sean sociedades anónimas deportivas (SAD) y poco dice de que en territorio español apenas si se ve fútbol argentino porque los operadores se niegan a comprar los derechos de un torneo que tiene treinta equipos, contra los veinte e incluso dieciocho que tienen la mayoría de las grandes ligas, y que los de debajo de la tabla de posiciones ni siquiera juegan por evitar el descenso porque nadie baja al Nacional B, con canchas que son potreros, muchas veces están ocupadas en menos de la mitad de sus ubicaciones y los partidos se pueden jugar un martes o un jueves a la tarde, además de que el formato cambia todos los años y el nivel del arbitraje deja mucho que desear.
Siguiendo con esta línea, esta semana se supo que otro de los medios importantes como la cadena estadounidense CBS, perteneciente al poderoso grupo Paramount, que transmite la Liga de Campeones de la UEFA con un enorme despliegue, informó que dejó de transmitir los partidos del fútbol argentino, lo que significa que en un país en el que el “soccer” tuvo un notable crecimiento especialmente desde la llegada de Lionel Messi (un argentino) al Inter Miami, ya no se verá fútbol argentino por la televisión y sólo se podrá acceder desde una pequeña plataforma como ”Fanatiz”, en la web.
Pero no parece que el fútbol argentino se fuera a replantear qué ocurre, por qué, si entra tanto dinero a la caja gracias al lugar que consiguió ocupar en el mundo la selección argentina, desde los auspiciantes, no pasa lo mismo con su fútbol local, con su torneo, que espanta cada vez a más plataformas.
En cambio, la AFA sigue vendiendo que se trata “de la liga de los campeones del mundo” cuando en verdad, son muy pocos los campeones del mundo que participan en la liga argentina y la mayoría lo hace en las ligas inglesa, española, italiana o portuguesa, que tienen otras realidades y de hecho, volviendo a Europa, son las que tienen los equipos que dominan los torneos europeos.
También es cierto que, desde esta semana, un argentino, Sergio Marchi, asumió como presidente del sindicato mundial de futbolistas (FIFPRO), y ya estuvo reunido con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Veremos si al tratarse de un exjugador que conoce la problemática del resto del mundo, pueda poner límites a la hipocresía europea de culpar del exceso de partidos anuales a torneos como el Mundial de Clubes, que es cierto que agrega unos siete como techo para los que lleguen hasta la final, pero no hay que olvidar que los futbolistas de élite europea ahora pueden aumentar a diez o más, cada dos años, entre el nuevo formato de la Liga de Campeones y la Liga Europea de Naciones, aunque en los medios del Viejo Continente se hable solamente del “Virus FIFA”, es decir, aquellos amistosos o partidos en “Culismundi” en los que se producen lesiones o cansancio extremo por viajes.
Hay demasiadas cosas que cambiar en el fútbol, de este lado del mundo, o del otro. Mientras, todos cinchan para su lado, buscando su mayor conveniencia, que casi nunca es la de los hinchas (ahora “consumidores”) o la de los futbolistas.
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