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Otro milagro conseguido a pulso: la aparición de la Nieta número 139

La noticia se repite pero no es reiterativa. Como pasa  con las bellas canciones, se repìten pero no son reiterativas. Otra vez la mejor noticia del año 2024 y de lo que ya sucedió del 2025 nos viene en el vértice que separa el año que concluyó, tan aciago, y el año que se inicia, tan empeñado en su afán de sostener la esperanza.

01/02/2025 22:27
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Por Rodolfo Braceli, Desde Buenos Aires

 

    No hay dudas, nuevamente: La mejor noticia brota cada vez que las Madres Abuelas de Plaza de Mayo anuncian que ellas han parido a otro Nieto o Nieta. A quienes todavía siguen leyendo este texto los estoy invitando a cantar una canción prodigiosa, una suerte de himno contagiante.

   A cantar, ¿y por qué razón? A cantar porque se nos canta. Esta canción, siempre naciente que ahora propongo les producirá cólicos de corazón y de cerebro a los adictos argentinos del señor Bolsonaro y del señor Trump. Lo traduzco: a los partidarios de la mano dura, de las balas que matan por la espalda, a los rociadores con gas pimienta, a los que a la tortura prefieren denominarla “interrogatorios exigentes”; a los racistas, xenófobos, homofóbicos, en fin, a los violadores de las vidas y de las muertes.

   La Nieta 139 ya está entre nosotros. Ya sabe cómo se llamaba su madre, y su padre: Noemí Macedo y Daniel Inama.

    Antes de cantar nuestra palpitante canción, reflexionemos sobre lo que significa la parición de 139 seres cuya identidad fue secuestrada a partir del año 1976 después de Cristo. Las criaturas robadas –muchas afanadas desde la placenta– fueron alrededor de 500. Más de 300 todavía viven sin saber quiénes fueron sus padres, ni cómo se llaman. Se trata de seres secuestrados por casi cinco décadas. Cada vez que uno o una aparece se produce un milagro. Pero no un milagro caído del cielo, sino de un milagro sembrado aquí, en la tierra, a pulso, mediante la búsqueda sostenida día y noche, sin fiestas de guardar ni feriados, por las Madres Abuelas: las porfiadas locas, parteras de la memoria.  

   Hace algún tiempo Estela de Carlotto anunciaba la presentación de otro Nieto. Todo se realizó, como de costumbre, con inalterable discreción, con extremo cuidado y delicadeza. La agrupación de Hijos viene alzando una frase que merece ser pensada: “Lo imposible sólo tarda un poco más”

   Imaginemos la hondísima alegría que trajeron los 139 anuncios. Dicho sea: la alegría es mejor que la felicidad. ¿Por qué? Porque la “felicidad” suena a discurso publicitario y la “alegría” tiene el olor emocionante de la harina amasada con las manos amorosas que nos traen panes caseros con el semblante dorado por el noble fuego.

    Para dimensionar este nacimiento, tras más de 45 años de búsqueda, sería saludable afrontar preguntas incómodas. Tratándose de un secuestro, ¿cómo procederían los medios y periodistas estelares si, por ejemplo, el secuestrado fuera un nietito de Susana Giménez o de Mirtha Legrand? Supongamos que ese secuestro se extendiera por el espacio de 40, 45 horas. Diarios, revistas, radios, televisión harían una cobertura que rebalsaría nuestras horas. Ahora bien, observemos lo que pasa periodísticamente ante la aparición de un secuestro que duró no 45 horas sino más de 45 años. Pasa poco, casi nada. Y ese ninguneo es una obscena vergüenza. Mientras tanto en el mundo entero se valora la infatigable búsqueda de las “viejas locas”. Van quedando pocas, pero persisten en su inconmensurable faena.

   La Nieta 139 ha nacido a los 48 años de su edad, y ahora sabe, por fin, cómo se llama y quién es. Pero –reitero– hay una parte demasiado cuantiosa de nuestra sociedad que proclama aborrecer la “grieta” mientras vive entretenida con la nostalgia de la Mano Fuerte. Esa parte de la sociedad a la democracia la “usa” como condón o, si se prefiere, como preservativo. Prestemos atención a los dirigentes políticos que han acusado recibo con entusiasmo de la parición de la Nieta 139. Y observemos los tan numerosos dirigentes que no han dicho ni mu.

   Quienes hacen silencio sonoro, sean políticos, sean periodistas estelares, proceden así porque aborrecen la gran buena noticia, porque no toleran la memoria alumbradora. Y encima se quejan de la “grieta”. Qué pedazos de hipócritas.

   Pero no nos olvidemos de nuestra decisión de cantar. Siento que en esta canción nos van a acompañar la Negra Sosa, Gieco, la Rinaldi, Heredia, Páez, Solari, la Jury, la Violeta, la Liliana Herrero y Teresa Parodi y muuuchos más, codo a codo con las “viejas locas”, las parteras de la Memoria, las que tienen la costumbre de quedarse a vivir más allá de sus 90 años. Eso, porque se imponen seuir buscando.

   Y ya estamos escuchando nuestra canción, dice así…:  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 137, 138, ¡139!!!  

   Sumidos en la queja, decimos: “Lo que pasa es que aquí no hay ejemplos”. ¡Cómo que no! Para ejemplos ahí están ellas, las eternas parteras. ¿Qué sería de nosotros si ellas, las Madres locas, no existieran?/ ¿Qué quedaría de nosotros si ellas no hubieran salido a alumbrar la más eterna de las noches?/ ¿Qué sería de nosotros? ¿Qué?/ ¿Estaríamos de pie o en cuatro patas?/ ¿Estaríamos?

   Ellas son un viviente ejemplo para nosotros y para el mundo entero. Ellas, tan insultadas, tan ofendidas, tan injuriadas nos enseñan que la paciencia no es resignación. Y nos enseñan el optimismo de la memoria. Y nos enseñan, además, que la fastidiosa memoria es el modo más porfiado de la esperanza.

   Brindemos por la enorme buena noticia. Brindemos, pero cuidado, sin olvidar que estamos en plena pulseada. Durmamos con un ojo abierto y el otro también. Y por nada del mundo dejemos la esperanza para mañana. Pero ojo, sin olvidar que la esperanza es el más arduo de los trabajos.

    Damas y caballeros, permiso: en la camiseta de la selección nacional hay una nueva estrella. En realidad se trata de 139 estrellas más, a partir de las tres que se ganaron jugando con la que no se mancha. El mundo entero lo sabe y nos mira y admira justamente por esta hazaña descomunal: encontrar y darle identidad a un hombre o a una mujer que estuvo 49 años secuestrado, secuestrada, con la identidad extraviada, sin saber cómo se llamaba. Sin saber ni su nombre y ni su apellido.

 

* zbraceli@gmail.com   ===    www.rodolfobraceli.com.ar

 

 

 

 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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