Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
Tratándose de un Mundial atípico como el de Qatar 2022, que se juega a mitad de temporada europea (la que marca la élite del fútbol) era claro que la primera parte de la misma (de agosto a noviembre) iba a acarrear esta dificultad (además de otras) y uno de los grandes interrogantes que se planteaba para 2022/23 era con qué intensidad iban a ir a cada pelota los jugadores que tuvieran chances de ser convocados o, peor aún, los que ya lo saben con certeza, para sus respectivas selecciones nacionales.
Los clubes, que van a recibir hasta diez mil dólares por día por parte de la FIFA por cada jornada que sus jugadores formen parte de sus selecciones desde la previa hasta el último día de participación en el Mundial (con un máximo de 370 mil dólares por entidad, es decir, hasta 37 días de estadía), lo saben bien aunque quieran tapar el cielo con un pañuelo: para un futbolista, no hay nada más importante que un Mundial. No hay Champions League, ni ligas locales, ni Copas que lo puedan empardar.
Un Mundial, para muchos jugadores de élite, marca etapas en su carrera. Los que tienen una edad que los convierte lentamente en veteranos, miden sus careras cada cuatro años y en algunos casos, saben que éste será su último torneo y que luego de él, acaso ya vayan aceptando participar en torneos menores, de menos estrés o exigencia para su cuerpo.
Pero en esta etapa previa, justamente por todo lo que hay en juego, es que los que pueden o saben que irán al Mundial se mueven entre algodones, tratando de que no les pase nada, porque no hay nada peor que morir en la orilla.
Si Richarlison encarna la renovación de estrellas en la selección brasileña de Tite, una de las máximas candidatas a ganar el título (sería el sexto de su historia) y primera en el ranking mundial de la FIFA, su lesión y lo que rodeará su posible o no recuperación irá acaparando las primeras planas.
Campeón olímpico en Tokio 2021 y de gran temporada pasada en el Everton que significó su salto al Tottenham, el delantero tomó el liderazgo de los debates entre brasileños y argentinos en las redes sociales, y es uno de los abanderados de su generación.
Los vecinos de Argentina también tuvieron su propio estrés cuando, en un confuso episodio, Lionel Messi salió reemplazado a los 80 minutos ante el Benfica, en Portugal, por su entrenador del PSG, Cristophe Galtier, cuando se trataba de un rival directo en la fase de grupos de la Champions League y el partido estaba 1-1.
¿Messi saliendo a diez minutos del final de un partido decisivo de Champions? El entrenador explicó rápidamente que el genio rosarino había sentido molestias y que ordenó el cambio, aunque el rostro tapado con su mano del propio jugador impidió ver sus gestos, si bien no se marchó directamente al vestuario (como la prensa francesa dijo) sino que se sentó unos minutos en el banco para charlar (siempre sin que se vea bien) con algunos de sus compañeros.
Lo cierto es que ya Messi no estuvo en el partido siguiente del PSG por la Champions, otra vez ante el Benfica pero en París, y el alivio llegó ahora al conocerse que sí estará esta noche ante el Olympique de Marsella en el Clásico francés de la “Ligue 1”.
También Ángel Di María llevó a los peores recuerdos de sus lesiones en los partidos importantes con la selección argentina como una especie de “dejá vu”, al retirarse con una dolencia en un partido de la Juventus ante el Macabi Haifa también por la Champions, aunque el parte médico del equipo italiano rajo tranquilidad: se trataba de un tendón en la zona del isquiotibial derecho, que, se afirma, es de “bajo grado” y que para fines de octubre estará recuperado.
Contrariamente al estrés que pueden producir este tipo de lesiones, algún medio recordó en la semana aquella frase de Carlos Bilardo, director técnico de la selección argentina campeona del mundo en México 1986, que llegó a decir que ese tipo de lesiones a un mes o poco más de un mes de un Mundial son “bienvenidas” porque implican una recuperación sin exigencia de partidos en un momento clave y que eso puede traer consecuencias muy positivas en los partidos importantes al estar en un mejor estado físico que los rivales y con el cuerpo descansado y con un rendimiento en ascenso.
Acaso el mejor ejemplo de lo que manifestaba Bilardo sea el de “O Fenómeno”, Ronaldo Nazario, quien había estado meses de baja en el Inter de Héctor Cúper por una grave lesión y realizó un fino trabajo con su fisioterapeuta para ponerse a punto para el Mundial de Japón-Corea del Sur 2002.
“San Filé”, dijo, llorando, cuando festejó la obtención de la última Copa del Mundo para Brasil, en la que fue amplia figura. Se refería al terapeuta, apodado Filé, que hizo un trabajo excepcional. “Cuando todos estaban muy cansados por el final de temporada, Ronaldo estaba fresco y los pasó por arriba”, llegó a explicar meses más tarde el director técnico de aquel equipo, Luiz Felipe Scolari (quien anunció su retiro para diciembre, después de que su equipo, Atlético Paranaense, juegue la final de la Copa Libertadores ante Flamengo) en una visita a Buenos Aires para un congreso de entrenadores.
El estrés de las lesiones bien lo puede contar Francia y su entrenador Didier Deschamps, que posiblemente se quede sin su medular que fue fundamental para ganar el Mundial pasado, en Rusia 2018. Ya sin N’Golo Kanté, del Chelsea, para muchos, el mejor volante defensivo del planeta, y posiblemente sin Paul Pogba, la gran estrella que regresó a la Juventus luego de su errático paso por el Manchester United, que se malogró al poco tiempo de llegar y que trata por todos los medios de ponerse a punto para el inicio de Qatar 2022, deberá reinventarse.
Francia, que podría ser rival de Argentina en octavos de final (tal como lo fue en Rusia 2018) cuenta con muchos jugadores como para reemplazarlos, como Aurelien Tchouameni, del Real Madrid, o Adrien Rabiot, de la Juventus, pero será difícil recrear aquel ecosistema que le dio tantos resultados.
Así como Francia espera por recuperar a sus jugadores, se desvanecen, de a poco, las chances de que Paulo Dybala pueda estar presente en este Mundial, tras la seria lesión en el recto femoral izquierdo en el momento de patear un penal para la Roma contra Lecce por la Serie A italiana, lo que generó que su entrenador, José Mourinho, manifestara que ya no regresaría a las canchas hasta 2023. “La energía y la persistencia dominan todas las cosas”, escribió, como mensaje esperanzador, en Instagram.
Por estas horas, el cuerpo médico de la selección argentina iba a indagar sobre su situación, a poco de que el director técnico Lionel Scaloni, tenga que dar una primera pre-lista de 35 jugadores para Qatar 2022.
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