Por Sergio Levinsky, desde Barcelona
Esta aseveración, a todas luces parece lógica de acuerdo a la edad y especialmente al desgaste del crack rosarino, que además, hay que recordar que lleva jugando profesionalmente desde hace dieciocho temporadas (debutó en octubre de 2004) y que no sólo terminará su contrato con el Paris Saint Germain el próximo 30 de junio, sino que las partes se reservan el derecho de renovar por un año más, con lo que podría terminar su ciclo francés a los 37 años recién cumplidos.
Es claro que el Mundial, en los jugadores de élite, opera como parte aguas. La mayoría de ellos apuesta todas sus fichas a la máxima cita de cada cuatro años y fija sus objetivos de acuerdo con lo que pase allí: si han logrado sus objetivos de máxima o al menos han dejado una buena imagen, si no son muy veteranos, se fijan si sus cotizaciones terminaron en alza o a la baja para proyectar sus carreras. En otros casos, el Mundial los puede marcar de manera negativa y entonces necesitan regresar cuanto antes para revertir la opinión entre los suyos o ante la opinión pública mundial (como por ejemplo, fue el caso de David Beckham luego de aquella tonta expulsión por la provocación de Diego Simeone en Francia 1998). Para muchos veteranos, puede determinar el final en el primer nivel porque otro torneo a cuatro años de distancia parece imposible, y muchas veces terminan en ligas menores, hasta el retiro.
En cierta forma, más allá de que su genialidad, y los siete Balones de Oro como consecuencia de ella, convierten a Messi en un jugador especial en la historia del fútbol, que lo hace sentar en la misma mesa que Pelé, Diego Maradona, Johan Cruyff y Alfredo Di Stéfano, y pese a que éste de Qatar será su quinto Mundial, tampoco pareciera que se haya sentado a meditar su futuro para después de junio de 2023 por la sencilla razón de que necesita saber cómo le fue con la selección argentina primero, para poder determinar sus pasos siguientes.
Por eso, y de acuerdo con la información que manejamos, sería muy raro que el astro rosarino apareciera tomando alguna drástica determinación de su carrera futura antes del Mundial, porque aunque pueda molestar a los dirigentes del PSG, o ponga ansiosos a los del Barcelona, que ya comienzan a tender puentes para retomar diplomáticamente la relación perdida en julio de 2021, su principal objetivo es el Mundial, y recién luego de que éste pase y las fiestas de fin de año, podrá reflexionar sobre lo que quiere para su vida deportiva.
Ahora bien: ¿cómo llega Messi al próximo Mundial? La respuesta podría ser contradictoria. Desde el punto de vista del juego, es claro que el desgaste de tantos años ha derivado en un tipo de juego netamente diferente al de sus comienzos y es lógico. Sería impensable que a los 35 años generara esos sprints con un fútbol a alta velocidad. De a poco, su evolución como jugador de toda la cancha (lejos de aquellos primeros tiempos, estacionado en la banda derecha, o los siguientes, como falso nueve) lo fue derivando en un jugador mucho más completo, pero acaso con menos brillantez a la vista, o quizá de segundos geniales contra varios minutos de antes. En otras palabras: un juego menos vistoso en lo constante, pero que necesita de menos esfuerzo y mucha más reflexión para contribuir con sus compañeros siendo asistente cuando debe serlo, o definiendo cuando haya que definir.
También ha perdido la obsesión por el gol y aún así, sigue marcando, en la medida en que se va adaptando a otro sistema de juego, a una liga más física y muy diferente a la española, más técnica y menos táctica e incluso, por segunda vez en su carrera, aunque la primera desde que se convirtió en estrella, aceptó que en su mismo equipo hubiera un compañero que cobrara más y fuera más considerado que él (como es el caso de Kylian Mbappé en el PSG. Antes fue Ronaldinho en el Barcelona pero cuando el argentino era muy joven y no tenía la dimensión que tiene hoy).
Entonces, si el Messi de hoy tiene menos chances de generar aquel asombro a los hinchas de todo el planeta, sí se ha convertido en un jugador más sabio y colectivo, que hasta sabe cuándo y cómo caer en la mayoría de las faltas, y sabe cuándo y cómo provocar una falta y en un lugar clave del campo de juego.
Tomando en cuenta todos estos criterios, y sumando que si bien tuvo varias lesiones, ninguna tuvo gravedad, y que su notable profesionalismo aumentó en sus cuidados alimenticios y de preparación física, nos preguntamos por qué no puede llegar Messi a disputar otro Mundial, el de 2026 en México, Estados Unidos y Canadá.
Que conste que nadie está diciendo que va a llegar a jugarlo, sino que cabe preguntarse si un Messi de 39 años, con la evolución de la preparación física, con la tecnología que avanza de manera inexorable, con la genialidad del rosarino, no puede llegar a disfrutar de otro Mundial, rodeado de una mayoría de jugadores de generaciones más jóvenes que se sienten evidentemente cómodos con él, que lo idolatran, lo quieren y tratan de ayudarlo en todo lo posible.
Messi ha sufrido mucho con la selección argentina, algo que hoy parece haber quedado enterrado en base a que con su talento fue ganando casi la unanimidad, especialmente luego de éxito en la Copa América de Brasil 2021, cuando el equipo nacional se quedó con el torneo luego de 28 años sin conseguirlo. Más de una vez pensó en dejarla, incluso en una oportunidad anunció que no jugaba más de celeste y blanco tras fallar el penal en la final de la Copa América Extra de los Estados Unidos en 2016, pero no pudo aguantar sus deseos de seguir y regresó ante los pedidos y las manifestaciones por su vuelta desde la gran parte de hinchas albicelestes.
Ahora que se encuentra, por fin, integrando un equipo que se pudo despojar de aquella pesada mochila de las derrotas, en un presente que lo encuentra pleno con una familia constituida, con compañeros que lo admiran, con un título levantado como capitán en el Maracaná, acaso sea demasiado marcarle un final en la selección argentina para diciembre de este año.
Todo dependerá de su voluntad y todo indica que Messi jugará en la Selección hasta que él lo desee. ¿Si ganar, por fin, el título en Qatar, significará elegir el momento justo para retirarse? También podría pensarse que acaso sea el puntapié para ir a buscar el doblete en 2026. ¿Qué no ganar en Qatar podría desgastarlo aún más? También podría significar el redoblar los esfuerzos hasta ganar, como ocurrió con la Copa América.
Como en toda su carrera, la pelota de su futuro deportivo la tiene él. Por cierto, la pelota siempre termina en los pies de Messi.