“Yo les quiero transmitir que en mi vida más de una vez anduvo la parca rondando el catre. Pero me siguió pastoreando todos estos años. Seguramente que, por obvias razones, esta vez me parece que vengo con la guadaña en ristre. Veremos lo que pasa”, dijo Mujica el referente de la izquierda latinoamericana.
En este 2024, año de elecciones generales en Uruguay, Mujica agregó que seguirá militando fiel a su manera de pensar y dedicándose a trabajar la tierra, entretenido con sus verduras y gallinas. “Porque no se cambia de matungo al final del río. Siempre he sido un terrón con patas y amo a la tierra. Y mientras el rollo aguante, voy a estar”, expresó.
Sereno y ante la mirada de su compañera de toda la vida, Lucía Topolansky, el expresidente envió un mensaje a los jóvenes: “Luchen por el amor, no se dejen engatusar por el odio. Si los llega a atrapar la droga, no se queden solos, nadie se salva solo. Pidan colaboración, luchen. La única libertad está en la cabeza y se llama voluntad. Y si no la utilizamos, no somos libres. Esto hay que entenderlo”. Y agregó: “La vida es hermosa, que se gasta y se va. El quid de la cuestión de triunfar en la vida es volver a empezar cada vez que uno cae. Y que, si hay bronca, que la transforme por la esperanza”.
Pero el “Pepe” no se va, por más cerca que este ahora la “parca”, aunque el cáncer le gane la última lucha de las tantas que marcaron su vida, no se va a ir nunca del corazón de los pueblos libres del mundo. El “Pepe” nació para ser eterno.
Porque José Mujica, en quien casi nada es convencional, basó su popularidad doméstica y su fama internacional en una imagen de hombre frugal e íntegro, que prefería seguir viviendo en su humilde chacra de la periferia de Montevideo, haciendo vida de floricultor cuando las responsabilidades de gobierno se lo permitían, que era indiferente a los oropeles y privilegios del poder, y que donaba casi todo su salario a inversiones sociales, por lo que fue llamado "el presidente más pobre del mundo". También, por sus apelaciones a una ética de la "sobriedad" frente al derroche y la corrupción de la alta política, por su estilo marcadamente informal poco apegado a etiquetas y protocolos, y por su lenguaje coloquial en ocasiones rudo, que arrastró al “Pepe”, franco y espontáneo hasta el exabrupto, a varias polémicas.
Mujica fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, durante el segundo mandato del Frente Amplio (centroizquierda) luego de que Tabaré Vázquez asumiera en 2005. Ese año fue nombrado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo que desempeñó hasta 2008. Desde 1989, ocupó bancas tanto en el Senado como en la cámara de Legisladores en diferentes periodos, hasta 2020, que renunció a su cargo de senador, para dedicarse de lleno a la militancia política por el Movimiento de Participación Popular.
Bajo su presidencia, Uruguay consolidó su crédito como país de éxitos económicos y abanderado del progresismo social, terreno en el que hubo tres grandes novedades, bienvenidas para unos y lamentables para otros: la despenalización del aborto, el matrimonio de personas del mismo sexo y la audaz legalización, bajo regulación del Estado, del mercado de la marihuana, excepcional en el mundo y que Mujica justificó como una innovación útil en la lucha contra la violencia del narcotráfico. El programa socialdemócrata moderado del Frente Amplio siguió conjugando la ortodoxia económica y la redistribución de la riqueza por la vía tributaria y a través del gasto social directo. La lucha contra la pobreza y la reducción de las inequidades continuaron progresando al resguardo del crecimiento sostenido del PIB, no obstante las tendencias desfavorables del contexto regional, y de la minimización del desempleo.
Cuando joven tomó la decisión radical de unirse al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), más conocido simplemente como Tupamaros. Surgidos como un grupo de oposición en el que convivían diversas tendencias ideológicas de izquierda —socialistas, maoístas, libertarios— y no especialmente ortodoxo, los Tupamaros plantearon una resistencia clandestina contra el Gobierno de entonces, que era constitucional y democrático, a medida que las movilizaciones obreras cobraban auge y la crisis del modelo económico basado en las exportaciones y el intervencionismo estatal se hacía patente.
La triunfante Revolución en Cuba se convirtió en un referente fundamental para los Tupamaros, que no tardaron en concebir una estrategia de lucha armada, puramente subversiva. Lo era desde luego para Mujica, que, tal como revela en primera persona en un libro biográfico titulado Mujica y publicado por el novelista y ensayista Miguel Ángel Campodónico en 1999, conoció el socialismo castrista de primera mano en un primer viaje realizado a la isla, experiencia que califica de "maravillosa".
Cuando los militares pasaron del Gobierno de facto en 1981 formalmente civil a ejercer el poder de manera directa, Mujica y sus compañeros padecieron unas atroces condiciones carcelarias, con aislamiento, celdas minúsculas, vejaciones y malos tratos, en diversos cuarteles del país. Los militares los mantuvieron presos en calidad de "rehenes", lo que entrañaba que serían ejecutados si su organización, que de hecho estaba desmantelada, retomaba las acciones armadas. Mujica estuvo encarcelado con un vacío legal absoluto, ya que ni fue juzgado ni se le formularon cargos siquiera. Su detención extrajudicial podía considerarse a todos los efectos un secuestro por los militares.
En el otoño de 1984 el “Pepe” recuperó la libertad. En el marco de la rigurosa incomunicación que sufrió, formaba parte del grupo Los rehenes que los rotaban por las unidades militares y en una de ellas estuvo cerca de dos años en un pozo subterráneo, sin movilidad. Aislados del mundo y de sus afectos. El síntoma más evidente de vida eran siete ranitas a las cuales las alimentaba con miguitas de pan. Sobre esto Mujica afirmaba: “¿Sabés que las hormigas gritan? Lo descubrí al ponerlas en el oído para entretenerme. Y, por qué no admitirlo, ciertos gestos solidarios de algunos soldados tocados ante la siniestra represión que se animaban a intercambiar un par de palabras o darnos una manzana, un huevo. Tuve siete años sin leer nada, salvo unos pedazos de diarios”.
Cuenta también: “Para nosotros el sol fue saliendo de poquito y la primera vez, lo sentí hasta las lágrimas. En el interín para comunicarnos apelamos al morse. También con voces, estornudos, nos pasábamos señales de vida. El sueño nuestro cuando nos sacaban al baño era encontrar en vez de papel higiénico pedazos de diarios viejos para saber que pasaba afuera. El “Ñato” Fernández Huidobro les hacía dibujo de los jugadores de fútbol famosos y se los canjeaba a los guardias por yerba o tabaco; otros le escribían cartas de amor para las novias de los soldados. Formas de sobrevivencias… En los primeros tiempos durante meses estuvimos con las manos atadas en la espalda con alambres”.
En una entrevista le preguntaron cómo presentaría su persona, a lo que contestó:
“Que Pepe Mujica es un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de tiros en el lomo, un tipo que se ha equivocado mucho, como su generación, medio terco, porfiado, y que trata hasta donde puede de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones, por contribuir a representar humildemente a quienes no están, y deberían estar. Yo discrepo con Bertolt Brecht porque no hay hombres imprescindibles, sino causas imprescindibles, caminos imprescindibles. La historia es una construcción tremendamente colectiva. Y en eso andamos, cada cual aporta su granito. Quienes no cultivan la memoria, no desafían al poder. Es una herramienta más para construir el futuro, que pese a quien le pese, es nuestro, porque no nos pudieron derrotar”.
Por todo eso el “Pepe” no se va !!!
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