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La calle golpea a Milei: Diputados fingen no ver

Monumental protesta contra el gobierno en decenas de ciudades del país. Diputados siguen en la suya: por algo se repudia a De Loredo. Los dineros del Banco Central y la posible devaluación. Un presidente haciendo “stand-up”, y empresarios aplaudidores. Se vienen las protestas de la CGT.

27/04/2024 22:48
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

  Se acabó el discurso de que “hay un gran apoyo social a Milei”, repetido hasta por los medios no adictos al gobierno. No sólo tiene el peor índice favorable de cualquier gobierno argentino en décadas (para 140 días de gestión), sino que ahora alrededor de un millón de argentinos ocuparon decididamente las calles del país para rechazar sus medidas.

  Sorprendentemente, fueron Córdoba y Mendoza -las dos provincias con más cercanía al mileísmo- las que mostraron más fuertes movilizaciones, con 70.000 y 50.000 personas respectivamente. Mareas humanas que muestran que la paciencia social se empieza a desgastar, incluso en sitios en que parecía intacta.

  Pero además de las aproximadamente 600.000 personas que se calcula en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hubo grandes marchas en los lugares más remotos del país: en Colón (Entre Ríos), en Merlo (San Luis), en Tandil (Buenos Aires). Se movilizó la Argentina entera. La universidad se convirtió en lo que el teórico Laclau llamaba “significante vacío”, espacio donde cada quien conectó su propio significado y su propia disconformidad. Fue una manifestación hecha desde y por las universidades, pero contó con el aval y apoyo de un enorme sector social más allá de estas instituciones.

  Se demostró a Milei que no puede aplastarse de cuajo tradiciones e identidades tan arraigadas en el imaginario nacional. La educación pública no puede ser arrasada sin reacción ni protesta. El país que produjo la Reforma universitaria de 1918, de enorme alcance internacional, y que decretó la gratuidad de sus estudios en 1949 -siendo hoy de las pocas gratuitas en el mundo-, no va a renunciar a esa historia sin más. Así, el aviso social tronó en todo el país.

  Al margen de las previas vacilaciones de algunas autoridades, finalmente los Rectores/as se pusieron al frente de la protesta, muchos decanos también: consejeros académicos y superiores, docentes, administrativos, alumnos a granel, jubilados. Todos los actores institucionales estuvieron. Miles y miles de jóvenes -muchos de los cuales han votado a Milei- dieron la espalda al presidente, al menos en lo que hace a este tema.

  El gobierno alega que no quiere cerrar las universidades. Menos mal que lo dice, porque no es lo que parece. Si Ud. sostiene para 2024 el mismo presupuesto de 2023, con una inflación interanual de más del 200%, está llevando al cierre por asfixia presupuestaria. De ese modo las universidades no pueden ir más allá de mayo.

  Además, el publicitado aumento por dos veces del 70% -que estaría muy por debajo del salto inflacionario-, se aplica sólo al 10% del presupuesto total, que son los gastos de funcionamiento. El 90% son gastos de personal, son salarios: el incremento no va para ellos, sino sólo para ese 10% sobrante. Es apenas un 7% de aumento, que siempre será bienvenido pero no da ni para empezar.  

  Son dignos de análisis los ataques verbales que ensayó el gobierno contra las universidades. Uno fue el torpe dibujo del león bebiendo “lágrimas de zurdos” posteado por el presidente, que parece que no leyó el tamaño de la protesta, y cree que la ofensa sigue siendo buen mecanismo ante la movida multitudinaria. Luego intentó rectificarse, pero en su estilo no pudo dejar de atacar a los manifestantes.

  Un argumento bastante insólito es el de las pretendidas auditorías a realizar por el Ejecutivo. Un Ejecutivo al que no le corresponde hacerlas: las hace la AGN. Y ya se hacen, además de las internas que practica cada universidad.

  Pero está claro que las universidades no protestan contra ninguna auditoría: protestan porque no les dan un presupuesto adecuado. El relato de la auditoría es una cortina de humo: fue puesto por el gobierno para tapar el problema de su carencia de financiamiento suficiente, muy propia de la lógica del Déficit Cero y del Estado considerado como una “organización criminal”.

  Por otra parte, nuestras universidades no sólo no gastan de sobra: gastan de menos. Con más alumnos que atender y mayor calidad relativa que las de México o Brasil, sus docentes cobran entre 3 y 5 veces menos que en esos países. De modo que las “grandes cajas” que desde el gobierno pretenden auditar, no son tan grandes: quizás sería mejor auditar los gastos reservados que se han asignado ahora a la AFI, por ejemplo. Esos que no se usan para enseñar o investigar, sino para espiar y -al menos así fue en tiempos de Macri- incluso para perseguir.

  Se ha hecho deporte salir a hablar contra las universidades, aunque de ellas se ignore todo. Fue el caso de un personaje menor como el ultraliberal Boggiano, que se permitió señalar que las universidades no se evalúan. El Sr. Boggiano desconoce a la CONEAU, que evalúa posgrados, universidades completas, y muchas de las carreras de grado. Al que habría que evaluarlo es a él, quien como muchos otros, habla sin saber en busca de desprestigiar a instituciones que se han ganado una valoración por largos años de actividad e historia.

La sordera del Congreso

  La noche anterior a la movilización, Milei intentó contrarrestarla con una curiosa cadena nacional -recurso tan despreciado en otros tiempos-: sus números de superávit interesaron poco a la población. Esos números no sirven a la hora de comprar en el supermercado o la verdulería: aunque bajara la inflación, los salarios no permiten comprar nada, y la baja de casi todos los índices de producción y todos los de consumo, bien lo confirman.

  Los aumentos de costos continúan: en Mendoza han afectado la electricidad y el transporte urbano e interurbano, con porcentajes cercanos al 300%. En el resto del país también las tarifas suben este mes: en vez de ir hacia una mejora del poder adquisitivo, vamos a su empeoramiento. La semana que viene suben por enésima vez los combustibles.

  Y no corresponde el sambenito aquel de “con el anterior gobierno, ya veníamos mal”. Sin dudas eso es cierto, pero ahora se está mucho peor: la caída es rotundamente más extrema y veloz. La situación está incomparablemente agravada para el bolsillo familiar. Además, el gobierno hace lo del Déficit Cero no por ninguna herencia: es porque ese es su programa, porque es lo único que sabe hacer. El siempre pintoresco Adorni -que ya tiene una hermana y un hermano en altos puestos de gobierno, además de haber sido ascendido- lo dijo con claridad: el ajuste no tiene fin, la motosierra llegó para siempre, al menos mientras esté el gobierno liberal/libertario.

  El gobierno celebra que la inflación -que él mismo subió hasta 25% mensual en diciembre-, está ahora en el índice con que la recibió: ese es el logro, hecho a costa de recesión brutal, y fuerte aumento del desempleo y la pobreza. Pero eso mismo pende de un hilo: no sólo las tarifas han subido en abril (Milei postergó el incremento del gas, porque notó que el aguante social no da), sino que puede haber devaluación. Y en tal caso, el número inflacionario se dispararía más arriba.

  Ya se sabe: mientras el gobierno necesita dólares, los propietarios del campo se sientan sobre las silobolsas y van a vender cuando tengan cambio más alto. Veremos cómo sigue esa puja decisiva. Mientras, el gobierno busca “los verdes”, pero el FMI no pasa de los elogios verbales: este gobierno aún no es confiable. Y ahora va una absurda delegación a China a rogar por el famoso “swap”, mientras aquí la torpeza de Espert lo lleva a juntarse con la Embajada de Taiwán (que está en total confrontación con el gobierno chino). Tras la política del insulto y la burla hacia la gran potencia, difícil que se consiga gran cosa. Los chinos no hacen ruido, pero saben conseguir nueces. Y son inamovibles.

  El gobierno muestra con orgullo haber conseguido 11 mil millones de dólares para el Banco Central en su gestión. El problema es que debe 10 mil millones no pagados a los importadores: con lo que también debe a Camesa -compañía estatal de energía- ya está por encima de los montos conseguidos. Debe más de lo que tiene. Y esto también plantea tensiones sobre la estabilidad de la moneda de EE.UU.

 

Un Congreso distraído

  Notoriamente, hay legisladores que creen que pueden hacer cualquier cosa. Y se equivocan. Lo ocurrido con el inefable De Loredo lo muestra. El ¿UCR? que lloró cuando “su” gobierno de Milei no pudo imponer la ley ómnibus -un papelón destacable-, creyó que se puede repicar campanas y estar a la vez en la procesión. Y se lanzó a la marcha por la universidad, en total contraposición con su abierta colaboración y subordinación al gobierno nacional (unos días antes había ido con otros legisladores a conseguir acuerdos dentro de la Casa Rosada).

  Como era obvio de esperar, fue abucheado y repudiado. Sin inmutarse, al día siguiente hacía declaraciones en las puertas del Congreso justificando…¡¡no haber dado quorum para tratar la cuestión universitaria!! En 24 horas, nueva contradicción flagrante. Los gritos de un colectivero lo alertaron de que su juego ya irrita más allá de su Córdoba natal: esos gritos fueron reproducidos en repetición por tv para todo el país.

  El cordobés de indefinible ubicación en los hechos pero extremo derechismo en su ideología -no por nada es cercano al “milico” Aguad- justifica su apoyo al gobierno diciendo que “como radical, soy reformista”. Claro, se confunde un poco: quiere fundamentar su apoyo a la Reforma laboral que negoció con Milei, con lo que fue la Reforma antielites de la universidad en 1918. Cualquier transporte le viene bien, parece, con tal de que se llame “reforma”: le da igual que vaya para el Norte o para el Sur.

  Lo cierto es que el Congreso hace oídos sordos a la monumental movilización del martes 23. No todo el Congreso: por ahora es sólo Diputados. Aprobará con algunas modificaciones la ley Ómnibus, en versión abreviada pero no inofensiva. Se negó a tratar la cuestión universitaria, si bien las oposiciones estuvieron cerca del quorum (faltaron sólo cinco legisladores más). Ahora, desde UPP denuncian que el Menem de Diputados -no es el único Menem en los vericuetos del gobierno- se niega a sesionar para tratar el DNU. En tanto muchos opositores “light” apoyarían la ley pero no el DNU, quieren hacer una sesión pero no la otra.

  Mientras, si la ley se impone en Diputados, deberá aún pasar por Senadores. No es obvio que allí consiga el apoyo necesario: incluye ahora la célebre reforma laboral, no por diluida en algunos de sus extremos menos gravosa en sus alcances.

  Intertanto en la ultraliberal Fundación Libertad, Milei hizo un discurso desconcertante con jueguitos verbales, ruidos e imitaciones que fueron festejados con risas -a veces incómodas- de los asistentes. Su sutileza para calificar cómo “se irá para arriba” el país, estuvo a la altura de una taberna cuando el descontrol ha avanzado.

  Y Cristina se ha lanzado este sábado a retomar la voz pública; la movilización autoriza voces opositoras. Ella es la más fuerte figura contra el gobierno, si bien golpeada por el bajo resultado de la gestión anterior y por las campañas mediáticas en su contra. Desde los altos índices sociales de sus presidencias, comienza a dibujar un discurso alternativo necesario. Para la interna del peronismo, los equilibrios son difíciles: de ningún modo jubilarla como querría un marginal Guillermo Moreno, pero no es obvio que hoy Cristina pudiera liderar a todo el movimiento. Habrá que ver cómo se empieza a despertar una oposición situada hasta ahora en el silencio y la perplejidad, mientras las protestas de la CGT para el día del trabajador y para el 9 de mayo auguran la continuidad creciente de la movilización social. 

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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