Por Roberto Follari, Especial para Jornada
La estrategia del presidente con los gobernadores es obvia: no te doy el dinero del FONID, no te doy subvención para el transporte, y además prometo no darte más nada. Ni lo que es obligatorio, ni lo que no lo es. Los gobernadores dependen de esos dineros: se caen ellos, y se les caen sus provincias si no los disponen. Por tanto, ante la pública presión del gobierno nacional, muchos de ellos ceden como perros apaleados: se agachan, mueven la cola, tratan de caer bien al que los golpea. Es lo que hemos visto paradigmáticamente en el caso tucumano y en el catamarqueño, donde se hacían publicidades del Pacto de mayo como si fueran dependencias de Adorni. El pacto de mayo parece haberse hundido con las discusiones sobre la ley Bases en el Senado: ahora será para el 20 de junio, el 9 de julio o el 17 de agosto. Mientras, el ridículo de estos dos gobernadores “nao tem fin”.
Es que no puede entenderse que a cambio de algún contrato minero -caso Catamarca- se regale el voto para un proyecto estratégico de país, como sucede con la ley Bases. No puede cambiarse un país por un contrato, una casa por dos caramelos. Pero a algunos gobernadores no se les ocurre otra cosa, y ante lo que creen el abismo, se entregan sin más a lo que se les ordene desde la Casa Rosada.
No es lo que hacen algunos mandatarios peronistas (Ziliotto, Quintela, Melella, Insfrán), que han mantenido sus sitios con dignidad, aún en los apuros económicos de La Rioja, o la posible pérdida de ventajas impositivas en Tierra del Fuego. Destaca la inteligente estrategia que ha llevado a encuentros de Kicillof con Torres (Chubut) y Pullaro (Santa Fe), mostrando estos tres gobernadores que se puede apostar a un apoyo horizontal entre las provincias ante la canilla cerrada del Ejecutivo: y que con imaginación, pueden dejarse de lado barreras partidarias para buscar salida a la falta de fondos que se plantea desde el gobierno nacional.
Mientras, quizás salga la ley Bases en Senadores pero con fuertes cambios en esta segunda versión, corregida y disminuida de la que se presentó en enero. Aunque es claro que al volver a Diputados, con una simple mayoría se echa todo atrás. Es por eso que se estaría planteando una alianza de peronistas, radicales y algunos provinciales en el Senado, para cuestiones puntuales de la ley con que no hay acuerdo: la cuestión jubilatoria, por ej., o alguna parte del problemático RIGI, que ofrece el país ampliamente a inversiones extranjeras sin exigirles nada a cambio. Se podría allí obtener los dos tercios necesarios que hagan imposible que Diputados transforme esos puntos. En el peronismo aspiran a más: lograr voto negativo para la ley en su conjunto. No es logro imposible, pero sí difícil.
Pueblada en Misiones y conflicto universitario: el centralismo porteño
En dos cuestiones totalmente diferentes debimos palpar en los últimos días el peso del centralismo porteño. Si hay un atraco en alguna zona suburbana cercana a la CABA tenemos tratamiento mediático hasta el hartazgo: vemos el atraco veinte veces, como si hubiera sido no un caso sino una epidemia de los mismos. Pero ante un fenomenal levantamiento social en la provincia de Misiones, nos enteramos de a pedacitos. Está lejos, no hay corresponsales, es una provincia pequeña, no queremos que se entere el resto del país: diversas razones jalonan este curioso tratamiento “secundario” de una cuestión central, que si se hubiera dado en el conurbano, daba para horas y horas de filmación y de comentarios sin interrupciones.
Lo cierto es que aún no podemos calibrar la fuerza y la posible persistencia de esta lucha en que diversos sectores sociales (los docentes singularmente) han estado participando durante toda la semana. Hubo rutas tomadas, calles cortadas, gomas quemadas, gendarmes amenazando con “agarrar la escopeta”. Y hubo policías retirados -con evidente apoyo de algunos en actividad- usando movilidades de la institución para ejercer la protesta, en un hecho inusitado.
Es el primer levantamiento social -basado en la pésima situación para el bolsillo de todos- que se vive en el país. Difícilmente sea el último, y no es imposible que movilice a alguna forma de contagio en otros sitios del territorio nacional.
El centralismo volvió también a través de una sinuosa negociación de senadores de la UCR con el gobierno nacional. Jacobitti -el radical vicerrector de la UBA- jura no haber estado en el acuerdo, pero si estuvo Lousteau es como si hubiera participado él. Lo cierto es que la UBA consiguió una mejora sólo para sí misma, que ha caído pésimo al resto de las universidades nacionales. Otra vez, cambiar una casa por dos caramelos: se dijo expresamente -con singular falta de decoro- tanto en un comunicado de Senadores de la UCR como en otro del Ministerio “de Capital Humano”, que se había negociado el presupuesto universitario como parte de la cuestión de la ley Bases. O sea: me apoyas en la ley Bases -que da vuelta al país en mil asuntos como si fuera una nueva Constitución nacional- y a cambio te doy presupuesto -que no incluye salarios, o sea no incluye lo principal- para una sola Universidad. Una casa a cambio, en este caso, no de dos caramelos: de uno solo.
Mientras, el CIN lanza plan de lucha para la semana entrante con acciones en todo el país. Tras las monumentales manifestaciones por la universidad el 23 de abril, nada ha cambiado: el gobierno nacional no libera los fondos necesarios para el normal funcionamiento cotidiano. Habrá paros, movilizaciones, declaraciones: todo ello en la semana próxima. Mientras, el gobierno dice haber hecho una tardía mejora para todas las universidades, sobre la cual parece no haber ninguna noticia cierta.
Cómo el gobierno niega presupuestos, alegando supuesta corrupción
Este gobierno no hace lo que hace porque “encontró el país en malas condiciones”. Hace lo que hace, porque es lo único que sabe y quiere hacer. Porque esta es su ideología. Si el presidente se enorgullece de ser “liberal libertario” es porque considera al Estado “una organización criminal”, y pretende liquidarlo. Si hubiera estado antes Cristina, Macri o un émulo de Frondizi, daba lo mismo: éste es el programa de Milei, su único menú posible.
De modo que Adorni pone cara de sorpresa si se le dice que quieren acabar con la universidad pública: es que esta pertenece al Estado. Si el gobierno quiere acabar con el Estado, quiere acabar con sus instituciones: ya ocurrió con el Ministerio de Educación, o el de Ciencia y Técnica.
Ahora bien, ¿cuál es el mecanismo del gobierno? Necesita cerrar oficinas de ANSES -ya lo viene haciendo-, y hay que justificarlo ante la población. ¿Qué hacer? Digamos que “son todos ñoquis”. Y así se hace la campaña: se lanza que nadie trabaja en serio, y que por ello se los echa. En verdad se los quería echar a todos, y no importa si trabajan o dejan de hacerlo: pero decimos que “son todos ñoquis”, y así los echamos sin problema. Mecanismo muy simple. Digo que los otros son corruptos, y les niego o les retiro el financiamiento. Así voy liquidando al Estado.
Sin éxito, se intentó contra las universidades. Es que “son adoctrinadoras”, decían desde el muy adoctrinado espacio del oficialismo. “Hay que auditarlos”, decían, como si eso tuviera algo que ver con la decisión de no solventar. De tal modo, la inicial decisión de desfinanciarlo todo, se presenta como si fuera respuesta a que no puede financiarse a quienes utilizan mal los fondos públicos: la estrategia es repetida, pero tiene sutileza.
Funcionó con el caso de los comedores. El problema es simple: el gobierno no quiere financiar los comedores populares, aunque es por sus políticas ajustadoras que estos son más necesarios que nunca. De eso se trata: se niega el dinero para los que más lo necesitan.
Pero el gobierno logró transformar eso en “hay corrupción en los comedores”. Desde afirmaciones temerarias y poco creíbles (como que “más de la mitad de los comedores declarados no existen”) a ataques a las organizaciones sociales por reales o supuestas acciones de mal manejo del dinero -en base a dudosas y lamentables denuncias telefónicas, muchas veces anónimas y por ello irresponsables-, se ha usado de todo para desprestigiar a comedores y a las organizaciones sociales (sin las cuales esa asistencia social sería imposible, pues el Estado no tiene llegada territorial a las zonas más golpeadas por la pobreza). Hasta canales de tv con posiciones mayoritariamente opositoras, han pasado horas discutiendo si los piqueteros alojan nichos de corrupción o no, en vez de discutir si el dinero de los comedores es proporcionado o no por el gobierno nacional. La cortina de humo oficial logró su cometido.
Viaje a España no privado, pero sí partidario
Adorni fingió ofenderse cuando le preguntaron por qué el Estado paga el viaje de Milei y acompañantes a España, cuando tal viaje sería personal. El levantamiento de tono del vocero mostró claramente que le habían pegado en lugar vulnerable. Vagamente, aludió a que se podía mostrar los comprobantes o la contaduría de los gastos: aquí estamos esperando. Arriesgó incluso que en viajes anteriores, en algún caso los funcionarios lo pagaron de sus bolsillos: como nunca tuvimos noticia de que así fuera, estamos aguardando la demostración documental. Porque Adorni, cada vez que lo apuran con lo que no sabe -y le ha ocurrido ya varias veces- dice inconsistencias como que no durmió bien, que justo eso no lo vio todavía, o “dejame tu mail y luego te mando la información” (como si fuera lo mismo individualizar esa información, que darla públicamente como corresponde por una acción de gobierno). El caso con una corresponsal española fue notable, cuando no supo qué decir ante su requisitoria sobre de dónde sacó el gobierno argentino que la inmigración fuera una amenaza para las mujeres de España. Respuesta: mutis por el foro. Aunque también se ha apelado a un simpático mecanismo por el cual partidarios del gobierno son sentados junto a los periodistas, para que pregunten -con dudosa inocencia- “cómo hace Ud. (Adorni) para tolerar tantas preguntas sesgadas”. Un pintoresco aporte a la libertad de expresión.
Lo cierto es que Adorni tiene razón en que el viaje no es personal, pero no tiene razón en que sea un viaje de Estado. Que se junte con algún empresario al pasar, no hace de esta una visita con rango presidencial. Es un viaje partidario: fue a un encuentro de las extremas derechas con Vox, con Le Pen, con gente del gobierno húngaro, y así siguiendo. No sólo no se entrevista con el presidente español, o siquiera con alguna figura central de su gestión, sino que va a juntarse públicamente con sus opositores y detractores, en una acción antidiplomática monumental, que obviamente no favorece las relaciones geopolíticas ni las comerciales con la península ibérica.
Obviamente, si no es un viaje ejerciendo rol de presidente, no corresponde que se financie con fondos públicos. No es la primera ocasión, en un mandatario de mentalidad adolescente que prefiere viajar según sus caprichos que asumirse como jefe de Estado, con las implicancias de representación universal que ello conlleva. Aquí. en una misma fecha subía casi 400% el precio del boleto del subte en la CABA, seguía la inundación en Concordia y se incendiaba socialmente la provincia de Misiones: el presidente, mientras, se ocupaba de juntarse con sus amigos de Vox, fuerza menor que tiene apenas el cuarto lugar dentro de las que existen en España.
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