Por Roberto Follari, Especial para Jornada
El caso de la “Gestapo” contra sindicalistas en prov. de Buenos Aires que salpica claramente a Vidal, mostró a varios de sus ministros en una insólita reunión con tres jefes nacionales del espionaje (AFI) y varios empresarios, donde se explicaba meticulosamente cómo meter presos a aquellos que el poder político y económico de esa época querían.
Las explicaciones de la exgobernadora no hacen pie: lanzar que “la AFI deberá explicar”, no sirve para dar razón de qué hacían allí sus ministros, y mucho menos de lo allí dicho por Marcelo Villegas (uno de tales ministros). Este hombre estuvo más de diez veces en la Casa Rosada, cuando era funcionario de jurisdicción provincial, que no tenía que ver en sus funciones con el gobierno nacional. Ahora se descubre que fue también a Olivos y en coincidencia con Arribas, jefe de los espías. El nombre de fantasía que dejó para su entrada –para disimularla- está para uno de los viejos filmes de 007, de James Bond: Villegas hombre, se transformó mágicamente en “Manuela Villegas”.
“Manuela” concurrió allí en tiempos del conflicto con el gremio docente, uno de los que más preocupó al gobierno de Vidal, y en el cual ésta lanzó sus peores dardos, tanto que una vez llamó a ciudadanos comunes (digamos, a cualquiera) a inscribirse para “reemplazar” a los docentes en paro, en una acción que –de haberse materializado- hubiera dado lugar a interminables juicios en contra de aquella administración.
Mientras, la Bicameral de Seguimiento de Actividades de Inteligencia –es decir, seguimiento de actividades de espionaje- ha lanzado el pedido de juicio político a Llorens y Bertuzzi, los jueces que en un fallo realmente llamativo (por darle un nombre leve) decidieron que las múltiples, reiteradas y graves acciones de seguimiento ilegal realizadas por el grupo denominado “Mario Bros” de la AFI…¡¡eran conductas “sueltas”, que nada tenían que ver con decisiones de sus jefaturas!! Así, Arribas y Macri quedaban indemnes, ajenos a una serie de acciones que tienen todas el mismo sello, y que no tiene sentido que sus realizadores las hubieran hecho por decisión propia. Se trataba de perseguir a opositores políticos, o a quienes problematizaran al gobierno: el interés, por ello, es obvio que venía desde el lado de la política, donde estaban los beneficiarios de estas ilegalidades.
No es de esperar que prospere el juicio, pues el actual oficialismo no tiene la mayoría parlamentaria necesaria para que avance. Sin embargo, la acción de plantearlo cumple una función: denunciar los hechos irregulares de los cuales se acusa a estos jueces, y su colusión con el poder político que gobernó la Argentina hasta el año 2019.
Mientras, la misma Bicameral se reunió con Conte Grand, el jefe de fiscales bonaerense que fue sorprendido almorzando con Mauricio Macri como dos buenos amigos (sólo que ello no condice con la supuesta independencia de los funcionarios judiciales). Este hombre poseía uno de los teléfonos encriptados que distribuyó la cúpula macrista en aquel tiempo: y no puede explicar por qué lo tenía. O, mejor dicho: repite la remanida frase de que era para el control de seguridad de la reunión del G20. ¡¡Hasta una compra de armas de Bullrich se justificó con ese argumento, y resulta que las armas llegaron después de que esa reunión se hubiera hecho!! Además, ¿qué tiene que ver un procurador con acciones secretas que no puedan ser supervisadas, como para usar un teléfono imposible de auscultar? Ah, como era de esperar, él cuenta que lo usó muy poco. Lo cual nada importa, porque no podemos saber si eso es cierto y la sola posesión del teléfono es lo que no está justificado, en independencia de cuál uso haya podido tener.
En fin: en tiempos de James Bond, de Derek Flint y de Modesty Blaise, nos llenábamos de fantasías con el mundo de los espías, y con sus posibilidades de licencia para lo ilegal. Quién nos iba a decir que con los años, aquí cerca veríamos florecer tal tipo de acciones: esta vez en la realidad, en vivo y en directo.-
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