Nunca más preciso lo de “ajustarse los cinturones”, pues es lo que el pueblo argentino viene haciendo hace muchos meses, y se ha agudizado enormemente desde el 10 de diciembre. La televisión lo muestra en forma permanente: personas que no tienen cómo alimentarse, cómo cuidar y mandar a sus hijos a la escuela, llantos ante las cámaras, jubilados desesperanzados, colas para el transporte con desaliento por la tarifa. El país puesto en una morsa, apretado por la variable mágica del “déficit cero”, número al cual se sacrifica todo: no hay gobierno ni políticas, sólo hay esa búsqueda del “déficit cero”. Por consiguiente, poco importa que los jubilados sufran: el presidente le dirá a un -para con él- amigable Jonatan Viale que “los jubilados son el sector con menos pobres”, de modo que si se está ajustando a otros, más hay que hacerlo con ellos. Lo insólito de la afirmación presidencial hasta descolocó un tanto a su concesivo entrevistador.
Se ha cortado apoyos a discapacitados y enfermos, según denuncias que circulan en las redes. Se liquidó el INADI de un plumazo. El presidente se jacta de haber logrado echar a alrededor de 50.000 trabajadores, un “logro” significativo hacia el Dios del Déficit Cero. La pobreza creció 8 puntos en sólo dos meses, un récord indeseable: de 49 puntos a 57, según la nada izquierdista Univ. Católica Argentina. En términos de indigencia es aún peor, está cerca de haberse duplicado: pasó de 9 puntos a 15. Si consideramos los nuevos pobres y nuevos indigentes en apenas dos meses, estamos hablando de cerca de 7 millones de argentinos desplazados hacia la miseria. Una enormidad inaudita.
Y se vienen los esperables conflictos sindicales. Empezamos la semana pasada con el paro de La Fraternidad, que paralizó a los trenes, con especial efecto en el conurbano bonaerense: decenas de miles de varados y demorados. Seguiremos el día lunes: paro de estibadores en el puerto de Bs.Aires, y además paro de docentes en la mayoría de las jurisdicciones del país, ante la negativa del gobierno nacional de enviar a las provincias el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), condenando a las provincias con menos recursos a bajar fuertemente los salarios de maestros y profesores, y a las más poderosas, a mantener esos salarios con recursos propios, lo que a corto plazo va a producir desequilibrios presupuestarios. Luego viene el paro de ATE/Capital, después el de los aeronáuticos, y así siguiendo. No es que haya alguna improbable “mano negra” que pudiera coordinar entre sí tan variadas voluntades, ocupaciones y modalidades de organización: es que todos se oponen a lo mismo. El ajuste infinito se ha salido de medida, es completamente irracional, y gran parte de la sociedad ya no está dispuesta a tolerarlo. De ninguna manera es una cuestión ideológica: se ha vuelto urgencia de autodefensa, de primaria autopreservación, de desesperación por no perder lo mínimo. Mientras, las nuevas tarifas de los servicios todavía no han llegado a los hogares, y menos aún han sido pagadas. Es por demás notorio que se dará una rebelión de los abonados al agua, el gas, la electricidad: muchos no pagarán, simplemente porque no pueden hacerlo. No es dable elegir entre comer y pagar la luz. Entre comer siquiera un poco, y pagar la luz. Los que además deban solventar el alquiler de una vivienda, han quedado fuera de la mano de Dios, y de la del Estado.
Los comedores populares han sido abandonados a su propio arbitrio, no se les manda comida como sí se hacía -con bastante regularidad- hasta diciembre. Cada vez más gente hace cola para pedir, cada vez hay menos para darles. Dicen que Pettovello se echó a llorar: no sería raro, si se advierte su incompetencia -como la de muchos otros funcionarios de este gobierno- cuando tienen que lidiar con fuertes problemas, y han basado su desprecio a la política en la total ignorancia de lo que ésta implica, inclusive de los problemas de gestión, y que provienen de ser trolls, influencers o partícipes secundarios en televisión. Una cosa es hacer campaña y otra gobernar, y ahora se está notando. Ya van dos funcionarios que renunciaron, y que eran encargados de la provisión a los comedores. Y hasta la directora de uno de estos ligada al PRO como es Barrientos, se ha manifestado muy dolida y desesperanzada cuando la entrevistan.
Disparen sobre Torres
El cúmulo desconcertante de descalificaciones e insultos desde presidencia hacia diputados y gobernadores -especialmente los “amigables” para con su gobierno- ha alcanzado niveles inconcebibles. Hay disimulo en ámbitos políticos y mediáticos, pero cada vez la cuestión empieza a aparecer más públicamente: ya Mayans se refirió a que el presidente puede tener alteradas sus facultades, y Bussi -sí, aquel de la Mesa de enlace cuando la 125- llamó a hacerle un posible juicio político.
Es que el caos institucional empieza a hacerse inmanejable: si al hambre y la angustia social se agrega los conflictos sindicales y las reprimidas protestas, más un ambiente político/mediático enrarecido por insultos e intercambios irreproducibles, todo tiende a la posibilidad de colapsos o rupturas. No cabe que esto termine bien, si continúa en la misma dirección.
El presidente trató de “ratas” a los diputados opositores, ante un terceto de periodistas aún más amigables. Esos mismos que daban un curioso espectáculo el viernes por la noche, intentando “regañar” al gobernador Torres, buscando darle lecciones de buen mileísmo, de cómo debiera aceptar la quita de apoyos presupuestales imprescindibles a cambio de nada, quizá de una interrupción de los tweets denigratorios. Porque ya a esa hora, la situación era insostenible.
El presidente quitó el apoyo para el transporte. Chubut fue de las provincias que fue al poder judicial a rechazar la medida. Allí le dieron la razón, y el gobierno nacional debería hacer el envío de las partidas presupuestales, aunque seguramente logrará demorar por vía de apelación a la sentencia. De cualquier modo, en lo político fue un duro revés -otro más- para el gobierno nacional, que maniobra desesperadamente para que el DNU no se caiga como ya cayó la ley Ómnibus. Pero ante estos comportamientos: ¿alguien cree que el gobierno nacional pueda ahora imponer algún proyecto en el Congreso? Allí deberá ir Milei en unos días, tras haberles endilgado ser “delincuentes”, “coimeros”, “ladrones”, “ratas”, entre otros parecidos y sutiles elogios.
Mientras, el joven gobernador Torres, del PRO, que comulga en no pocas ideas con el liberalismo rampante de Milei, se vio obligado a exigir que se les remita el FONID para poder pagar a los docentes e iniciar normalmente el ciclo lectivo. Por supuesto, el gobierno del Déficit Cero no se inmutó: no enviará nada a Chubut ni a ninguna provincia. Ante tan displicente respuesta, Torres decidió levantar la apuesta, y en un discurso ante miles de chubutenses, prometió defender a su provincia. Y no enviar petróleo ni gas a Bs.Aires, si desde allí no remiten los fondos.
La cuestión se puso fuerte. De inmediato vino la firma de apoyo a Torres por los gobernadores del Sur, de disímiles colores políticos (estaban el de Tierra del Fuego y el de La Pampa, ambos de Unión por la Patria): un documento fuerte e inesperado. Y la remató el escrito de los gobernadores de Juntos por el Cambio, también en apoyo a Torres y rechazo de la suspensión del envío de fondos por el gobierno nacional. Firmaron también Cornejo y Valdez, de los que mejor se han llevado con quien ocupa la Casa Rosada.
Por la noche, el presidente respondía en lo que más le gusta hacer: enviar mensajes por las redes. Allí amenazó a Torres hablándole del Código Penal, y llamándole -con un tenor confuso- “Nachito”. El destrato extremado ya es usual en el actual período presidencial, donde se pretende despreciar a todos los demás y ponerse siempre por encima.
Destacó por lo irrelevante el tweet de Bullrich pretendiendo exhortar a Torres a cambiar de posición: cuando no puede mandar a la policía a reprimir, la ministro que quiso ser presidenta muestra sus severas limitaciones argumentativas, parejas de las que tiene con el manejo del idioma inglés, y que se patentizaran estos días en un video memorable.
Quizá Milei busca oponerse a todos a la vez y lograr así apoyo popular, se especula. Para cerrar el Congreso, por ejemplo. Pero tal cual están las cosas, lo más probable es que le fuera no como a Fujimori, sino como a otro posterior presidente peruano: el docente Castillo.
Es bueno ir a la escuela
Ahora veremos el consabido ataque de las derechas hacia los docentes, que en vez de trabajar impiden el comienzo de clases. En este caso, no hay discusión posible: se ha suspendido el aporte nacional a los salarios, que incluye incluso parte del pago para los colegios privados de las jurisdicciones nacionales. El paro es claramente justificado.
Pero se apelará a toda clase de demagogias mediáticas en relación a los niños, a cómo puede ser que maestros y maestras no los atiendan: como si el argumento no fuera que los niños deben ser atendidos, y por ello se debe remitir a las provincias un FONID que jamás se había interrumpido desde que surgiera tras la Carpa Blanca allá por 1998.
Pero convengamos que lo que quiere el liberalismo radicalizado, es descalificar la educación en general, y singularmente la que dependa del Estado. El golpe de no financiarla sirve también a desprestigiarla, echándole a los docentes la culpa de una decisión cuya causa es -notoriamente- una medida unilateral desde el gobierno nacional.
Mientras, Macri se restrega las manos: calcula que pronto Milei tendrá que capitular ante su poder. Sin equipos, sin aliados, sin legisladores ni gobernadores, el aislado presidente quizá tenga que rendirse ante las exigencias de poder del ex dueño de Socma. Claro que este -que se ha reunido con Villarruel y aparte con Torres, mientras Villarruel se reunía a su vez con varios gobernadores del Norte- también tendría sus problemas. El y la actual vicepresidenta tendrían el embarre de heredar un país al borde del colapso social, con el poder político muy desgastado, y con condiciones económicas desastrosas, de las que no sería tan fácil salir.
Y claro, el rechazo social no sólo lo concita Milei: lo concentra todo su gobierno. ¿Y a quiénes se asocia el nombre del inmutable Luis Caputo, o el de la represora Bullrich? A la figura de Mauricio Macri, sin dudas. Y el de Villarruel, por cierto, concita asociaciones varias: la de los represores ilegales de la dictadura, la de Macri, la del mismo Milei a quien ha acompañado en la fórmula. Ninguna parece muy envidiable.