De todas las cosas que en la vida pueden darnos felicidad, una de las más importantes es trabajar donde a uno le gusta. Cuantas frustraciones se han acumulado en aquellos que realizan labores que no les agradan. El trabajo se lleva la mayor parte de nuestra vida despiertos y trabajar con alegría, que nos guste lo que estamos haciendo, es acercarnos a la felicidad
Por Jorge Sosa, Redacción Jornada
Cumplir con su vocación. La palabra vocación proviene del latín vocare que significa llamado o acción de llamar, se entiende como llamado hacia un determinado fin o destino. Nos llama, de alguna manera nos seduce.
Todo comienza cuando empieza a formarse el razonamiento, ya de niños queríamos ser policías o bomberos, es un comienzo hacia el encuentro de la verdadera vocación. Después vamos conociendo al mundo y encontrando actividades que nos atraen verdaderamente, que nos hacen soñar que alguna vez podemos alcanzarlas.
Se va formando la vocación con lo que vemos y aprendemos y entonces queremos ser. Soñamos con ello, nos predisponemos a alcanzar el objetivo con todas nuestras fuerzas.
Después la vida pone debajo de nuestros pasos otros caminos distintos y terminamos muy lejos de aquello que hemos ansiado durante tantos meses.
El tipo quería ser piloto de avión, pero nunca hizo nada para aproximarse a su deseo, al contrario, terminó siendo empleado de un banco y que yo sepa los bancos no vuelan.
Impulsar a nuestros hijos a que cumplan con su vocación, hermosa y difícil tarea, pero absolutamente necesaria si queremos que en ellos la felicidad florezca. No llevarlo hacia donde creemos que deben estar sino adonde ellos quieren estar.
Esto es fundamental en la etapa del estudio. Muchos estudiantes de abogacía, por ejemplo, llegaron a su pupitre por impulso de sus mayores, no porque ellos hayan querido. A lo mejor hubieran querido ser médicos o ingenieros, pero nuestros consejos, inoportunos consejos los llevó a elegir una carrera que no tiene un corno que ver con su vocación.
Felices de aquellos que pueden concretarla porque entonces vivirán sus días haciendo lo que querían hacer, concretando en realidades lo que fue, durante mucho tiempo, patrimonio de sus sueños.
Uno pretende lo mejor para ellos pero a lo mejor lo que uno pretende está muy lejos de lo que ellos quisieran ser. Ayudarlos a encontrar su camino debe ser una de las tareas más fascinantes de ser padres.
Porque sino los ponemos adentro de una caja de zapatos de la cual no pueden salir, a veces para siempre, cuando ellos pretendían ser nada más que zapatos y andar libremente por sus aspiraciones.
Respetar la vocación, por parte de los mayores, y trabajar por concretar su vocación para los que se están formando es el camino más seguro para que en algún momento encuentren su felicidad.
Ahí está el operario de oficina, es un buen cargo, bien remunerado pero el sigue queriendo ser piloto de avión. La ventana está abierta y el cielo está cerca, que salga a volar.