El 2020 nos dejó mucho dolor, mucha angustia y otras consideraciones que haremos en otro monólogo. Pero también puso en relieve algunas actitudes que nos corresponden y que nos ayudaron a soportar un año tan difícil
Por Jorge Sosa, Redacción Jornada
Yo podría la solidaridad en primer tiempo, y en este caso la solidaridad es una cuestión individual. Debimos cuidarnos para no contraer el mal, es cierto, pero también para ayudar a que no se difunda y eso fue lo que hicimos, aunque no lo notáramos hemos sido solidarios. Porque esta disminución de casos esta vuelta cercana a la ex realidad no hubiera sido posible si cada cual no hubiese respetado las indicaciones que emanaban de las autoridades competentes.
Después pondría la alegría, ya sé que no fue un año alegre, pero la alegría nos ayudó a pasar momentos muy amargos, es un antídoto contra la mufa que pareció apoderarse de todos nosotros.
Poderoso instrumento es el de la alegría, porque es la valoración de lo que tenemos por encima, muy por encima, de lo que nos falta. Es aceptar la situación con la esperanza entre las manos.
Estar alegre es valorar el momento que estamos viviendo y suponer que el momento que viene ha de ser mejor. Y se hace más notable cuando las cosas no están saliendo bien. Es ahí donde cobra su valor más importantes y nos sentimos bien a pesar del mal.
Es aceptar la realidad tal cual es y presentir que lo nocivo de la realidad ha de pasar con el tiempo y volveremos a ser aquellos que veíamos a los hospitales como última instancia de nuestros males, sin pensar en ellos constantemente.
Encarar la vida con alegría es revalorizar la vida, darle un sentido positivo aunque lo que nos rodea nos golpee. Es darle un hándicap a los buenos momentos y atravesar los malos con un dejo de optimismo que puede curar muchos males.
En momentos en que la crisis nos alegría tendrá que ver con lo que ya hemos superado. Porque lo hemos superado gracias a nosotros mismos, somos los responsables de que el mal momento se supere.
Cuando ocurra podremos volver a aquella alegría que teníamos antes, la simple alegría de valorar el segundo que tenemos, que es todo lo que tenemos, y procurar que el segundo que viene sea mejor.
golpea tomarla con alegría ayuda a encontrar el camino para despejar la crisis, nos alienta, nos impulsa hacia adelante a pesar de los obstáculos.
Hemos pasado un año terrible, tal vez el más terrible de nuestras vidas, pero si algo nos ha ayudado atravesarlo ese algo es la alegría.
Que no tiene que manifestarse en estallidos, en carcajada, sino en la forma en que encaramos un problema poniendo en ella toda nuestra capacidad de superación.
Alegres porque hemos logrado frenar algo que se nos venía encima inconteniblemente y sin embargo lo hemos frenado a fuerza de voluntad y de paciencia. A veces la paciencia también es una forma de alegría.
Ahora estamos atravesando una época de transición, el mal no está derrotado pero lentamente lo vamos acorralando. Vendrán tiempos mejores en los que la Tenemos que felicitarnos el 2020 no pudo con nosotros.
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