En junio pasado, luego de las PASO provinciales para elegir candidatos a gobernador de Mendoza, esta columna reflejó el “humor” de la gente de esta provincia con respecto a la clase política, pero marcando que más de medio millón de personas no había acudido a las urnas a ejercer su derecho de voto (que es un deber, también).
Ahora se concretaron las PASO nacionales y si bien tuvieron un resultado quizás sorpresivo -con el triunfo notable de Javier Milei y con una especie de empate técnico entre las tres primeras fuerzas- se aprecia un comportamiento similar en un aspecto: la gran ausencia de votantes.
Porque es cierto. La gente que fue a votar se expresó. Y lo hizo de forma contundente. Eligió al precandidato que mejor le pareció. Y lo convirtió en candidato a presidir este alicaído país.
Más allá de los análisis políticos particulares, de que si Milei es quien arranca con ventaja o los acuerdos que se puedan dar en estos dos meses que faltan para la general, lo cierto es que la gente finalmente mostró sus preferencias.
Pero no es menos cierto que cerca de 11 millones decidieron no hacerlo, lo que implica más del 30% del padrón, es decir, bastante más de los votos que sacó el ganador de la contienda, Milei, que con La Libertad Avanza sólo obtuvo 7,12 millones, apenas 400 mil sufragios más que los que logró Juntos por el Cambio.
La tercera fuerza en discordia, el peronismo de Unión por la Patria, obtuvo casi 6,5 millones por su lado. Tampoco hay tanta diferencia con el frente ganador de Milei si se contempla a los ausentes de la elección.
Las razones de este faltazo pueden ser muchas, claro está. Pero a 40 años de iniciado este proceso democrático ininterrumpido que (nunca hay que cansarse de decirlo), tanto costó conseguir, hay gente muy disconforme con la clase política, con sus decisiones y sobre todo, con sus gestiones, principalmente económicas.
Para muchos otros, la actitud de no ir a votar puede ser preocupante. Ya se ha dicho: no porque la Democracia esté en riesgo, sino porque los principales responsables de motorizar los cambios están mirando para otro lado, culpando a los políticos y creyendo que no tienen parte en las decisiones.
En no pocos ámbitos sociales, suele escucharse a la gente común despotricar contra la ahora vociferada “casta” política y refugiarse en su propio entorno laboral, comercial y social. Es toda una decisión. Y puede estar bien o mal.
Pero también hay que destacar que si bien pueden tener mucha razón en enojarse o en cuestionar a los políticos, no existe aún en el mundo, otra forma mejor que ésta para elegir a quienes deben cumplir con el honor y la responsabilidad de gobernarnos.
Para elegir a quienes deben hacerse cargo de los desastres económicos y políticos que esa misma clase puede llegar a generar. Y para que llegado el caso, nos rindan cuentas a nosotros, a quienes los votamos.
También puede pasar que la gente se sienta cansada de tanto votar. Y que las PASO no le interesen tanto pero sí la general.
Bueno. Se acercan dos oportunidades. El próximo 24 de septiembre está la general provincial (para elegir, ahora sí, gobernador de la provincia). Será una elección corta, ya que en Mendoza hay boleta única y, gracias a las PASO, esta vez será más chica y con menos postulantes. Lo que reducirá el tiempo de voto (que en las PASO fue de apenas unos minutos, recordarlo).
Y el 22 de octubre, la oportunidad será mejor aún. Ese día podremos ir a elegir presidente pero sólo entre 5 opciones. Porque el resultado de las PASO nacionales -que se produjo gracias a la gente que sí fue a votar- provocó que de los 27 aspirantes, iniciales, sólos 5 listas atravesaran el cedazo de las internas de partidos y frentes.
Así que sólo 5 personas pugnarán por obtener la mayoría que le permita, al menos a los dos primeros, acceder a la gran final del balotaje del 22 de noviembre, si es que nadie supera el 45% o le saca 10 puntos de diferencia al segundo. O directamente convertirse en nuevo o nueva presidente/a del país.
Eso quiere decir que será una elección mucho más ágil, con menos tiempo en el cuarto oscuro y más tiempo para disfrutar de ese agradable domingo de octubre (habiendo cumplido con el deber y habiendo hecho valer el derecho de votar).
Todos responsables
Pero hay algo que es necesario tener en cuenta, más allá de las ganas o no. Tanto para la elección de gobernador como para la de presidente, debemos ser más que responsables, pensar nuestro voto detenidamente (es necesario) y elegir a quien realmente creamos que nos puede gobernar de forma adecuada.
Necesitamos ser criteriosos para elegir a quien deberá hacerse responsable de nuestros destinos, tanto en la provincia como en la Nación.
La persona que elijamos debe garantizarnos una gestión clara, una administración correcta, la seguridad de que no se “farreará” nuestros aportes y será racional en la toma de decisiones.
Es cierto. En este país en el que llevamos décadas de “farra”, es muy difícil. Pero tenemos la oportunidad de ser nosotros mismos quienes elijamos a la persona correcta.
Tenemos la oportunidad y no podemos desaprovecharla.