Sesenta y ocho premios Nobel pidieron por Argentina, por la ciencia argentina. Nada menos: de los sitios más diversos del mundo. La respuesta del nada docto Adorni fue que el gobierno seguirá haciendo lo que le parece: es decir, afectando las partidas presupuestarias del Conicet y de las universidades, además de la posibilidad de cerrar algunas de estas dependencias (es lo que ha intentado con las últimas que fueran aprobadas por ley en el Congreso).
Asistimos a un experimento curioso, pues nunca en el mundo se probó algo como el “minarquismo capitalista” del actual presidente. El cual se pasa -a menudo- cuatro horas por día dedicado a las redes sociales, como si fuera un twitero más. El cual logra que muchos le crean que “lucha contra la casta” mientras tiene a Caputo en el gobierno, a Macri al lado, a Bullrich de ministra, a buena parte de la familia Menem, a Scioli…y sin embargo, con su histrionismo y sus llantos televisivos, consigue que a menudo se confíe en su sinceridad, así como en la veracidad de sus dichos.
Sigue con la insólita cuestión de que pudo haber 17000% de inflación, basado en la de un día de su propio gobierno: un día no sirve como parámetro de mediana longitud. Del gobierno anterior recibió la inflación a 12 puntos, e incluso previo al ballotage estaba debajo de 10. En febrero podría ser de 15 puntos, y se dirá que está bajando. Milei dice que baja “a pesar de los aumentos de tarifas”: pero estos han sido en marzo, no en febrero, y se medirán dentro de un mes. Lo cierto es que en enero hubo 20 puntos, y entonces con 15 en febrero, la inflación es más baja. Pero seguiría siendo 3 puntos más alta que la que recibieron del gobierno anterior.
O sea: el actual gobierno no ha bajado la inflación. Y debe quedar claro que si la inflación es alta pero el mes anterior fue más alta, no significa que los precios bajen: 15% mensual es una enormidad, y los precios siguen subiendo, aunque el número inflacionario baje.
Pero además, a los jubilados no se les ha subido las asignaciones, así como a buena parte de los trabajadores, especialmente los estatales, que por otra parte, en muchos casos tienen amenazados sus puestos de trabajo. Esto significa que la inflación opera rotundamente sobre el poder adquisitivo: una cosa es inflación con aumentos salariales, otra cosa mucho peor es sin ellos. La cuestión no es sólo la inflación, sino la relación entre inflación y salarios.
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Mientras, la fenomenal recesión y parate económico hicieron que en febrero no se repitiera el superávit fiscal de enero. El pago de deuda es una de las causas, la otra es la enorme caída de la recaudación por la falta de actividad económica. El país está parado. Decisiones draconianas como la parálisis de la obra pública, tienen inutilizadas a cientos de empresas y están en vilo sus empleados: el momentáneo cierre de Acindar es prueba al respecto.
La otra pregunta es “hasta dónde aguanta la gente”. Se lo dice hasta en los canales de tv más oficialistas. Lo plantea, pasmosamente, el FMI, líder de cuanto ajuste haya a nivel planetario: cuidado gobierno argentino, no se les pase la mano. Tengan atención a lo social.
Salvo una mínima cúpula de agroproductores latifundistas y agentes de multinacionales que operan con monedas variadas y compensaciones internacionales, todos los argentinos estamos mal en la condición presente.
Muchos, todavía creen que es el sacrificio a hacer para luego estar mejor. Parece difícil que lleguemos a la cumbre, cuando estamos tocando el abismo. Pero ojalá tuvieran razón: de no ser así, cuando quieran reaccionar estará todo consumado.
El baile del pacto de mayo
20 gobernadores y 4 vices se reunieron el viernes en la Rosada. Larga la reunión. Según algunos, muestra de gran diálogo: según otros, de falta de acuerdo y larga discusión. Lo cierto es que el gobierno presentó la reunión como una victoria, como si de ella hubieran salido grandes acuerdos. Parece que todavía no hay casi ninguno.
La lógica de este gobierno es -por nueva y elemental- desconcertante para los demás actores políticos. Por un lado, todo se sacrifica al Dios Déficit Cero. Si hay hambre, si no hay producción, si campea la recesión, si la gente no puede ni transportarse, si baja frontalmente la recaudación, no importa: Déficit Cero, y no por suba de ingresos, sino por baja abismática de la inversión estatal. De allí la no obra pública, por ejemplo.
Y en la relación con las provincias, se nota otro aspecto de la cuestión. Como el gobierno tiene poco peso parlamentario (pocos diputados, y de escasa experiencia), disciplina a los legisladores por vía de los gobernadores. Y a estos, los maneja con una extravagante simpleza: si no se subordinan, no se les da partidas que están fijadas en el orden normativo y/o el consuetudinario del funcionamiento estatal nacional.
Tan elemental manejo, los gobernadores no saben cómo enfrentarlo. Por eso la mendicante presencia en la Rosada, y los enfáticos agradecimientos a un presidente que prometió orinarlos. El “diálogo” es para que las provincias no se fundan. Y allí tienen que concurrir los gobernadores, incluso los opositores.
Los del mismo palo, en verdad coinciden con la ideología de Milei, y le toleran todo porque va “en la dirección correcta”, la “del cambio” neoliberal y privatista. Han sido repetidamente humillados e insultados, y vuelven cada vez con aires espontáneos a gozar las mieles del “diálogo”, que es: o votan la Ley ómnibus, o no hay partidas presupuestarias.
Así lo manifestó con extraña frescura Francos, tras el encuentro en la Rosada: el gobierno no contempla dar ni el FONID ni fondos para transporte. Y uno se pregunta: ¿qué negocian los gobernadores? ¿van a exigir o a mendigar?
Si uno escucha los discursos de fiesta escolar que dieron Jaldo y Frigerio para apoyar a Milei, está claro que no exigen. Agradecen y agradecen la extrema gentileza de haber sido convocados. El “peronista” Jaldo tuvo que recordar que él “no pertenece al partido de gobierno”, porque es obvio que cualquiera lo cree vocero oficioso de la Rosada: su reiterada petición de votar la ley Ómnibus sonó excesiva y destemplada, como un spot de propaganda.
Lo cierto es que se formaron una comisión de política y otra de economía, y que los gobernadores se regocijan de que habrá dónde ir a hablar para expresar sus problemas. Ese es el gran logro, eso es todo lo que esperan: no avanzaron ni en acuerdos sobre el impuesto a las ganancias, ni en la fórmula para los jubilados. Mientras, el gobierno disimula manteniendo el hiper/DNU, y gana tiempo en prolongar el ajuste infinito.
Estudiantes y mujeres
Mientras, Milei hizo una inaudita alocución en la escuela a la que concurrió de niño. Se desmayaron dos estudiantes consecutivamente, mientras él apostrofaba contra “los zurdos”. Nada muy propio de un discurso presidencial, menos en una escuela. Peor aún fue cuando aludió a un chiste sexual sobre los burros, curiosamente omitido por la mayoritaria televisión oficialista. La situación promovió muchísimos repudios, pero por supuesto que el gobierno no dio ninguna señal posterior. En fin: normalizamos lo intolerable.
En Diputados y senadores, Menem y Villarruel decidieron subir los sueldos de los legisladores, acorde a cómo son incrementados los de los trabajadores de esas reparticiones. Hay para eso una norma, que proviene de tiempos anteriores. Eso sí, ellos podían desengancharse de la norma: es decir, la responsabilidad de ese aumento para los legisladores es de los funcionarios del gobierno de Milei.
Cayó mal la decisión, mientras el presidente se cansa de hablar contra “la casta”. Empezó el operativo “ir para atrás”. Consiste en decir que Menem y Villarruel no fueron los responsables, sólo aplicaron lo pautado. Y que por orden de Milei el aumento no ha de suceder.
No ayuda esto a la subordinación que el presidente quiere de los legisladores, por vía ahora de los gobernadores. Tanto, que Pichetto -que ha reaparecido curiosamente en algunas iconografías peronistas, siendo un claro amigo del gobierno- ha enviado un inverosímil proyecto para que también en el Ejecutivo y el Poder Judicial, los salarios se mantengan en el nivel en que quieren dejar a los del Legislativo. Realmente, una confusión y un sainete de magnitudes.
Lo cierto es que Milei reina, porque enfrente hay una nada de representación política. El PRO es apéndice del gobierno, el peronismo sigue en hibernación, y el radicalismo no deja de ser un flan, que puede acomodarse a diversos recipientes.
Por su parte, Rosario es espacio de vendettas del narcotráfico. ¿No era que Bullrich había desplegado allí un gran operativo securitario? No basta con presentar fotos a lo Bukele: esa acción fue tomada como provocación, y redundó en varios asesinatos seguidos. Se requiere de una estrategia integral, que opere sobre los que meten la droga al país, y sobre los que la comercian a través de operaciones bancarias. Es bueno haber limitado visitas y uso de teléfonos en las cárceles, pero esa es sólo una parte de un despliegue que ha de ser mucho mayor. Como siempre, los aprovechados quieren meter a las Fuerzas Armadas en temas de seguridad que les son ajenos, y para los cuales no están formadas.
Y nuevamente la marea femenina cubrió las calles el 8 de marzo: una multitud llenó sobradamente la plaza del Congreso en la CABA, y fueron fuertes las movidas en Mendoza y otras ciudades del país. Esta vez, las consignas apuntaron más a la política económica, contra Milei y su ajuste.
Cabe una reflexión que es para todo el espacio opositor al actual gobierno, no sólo para lo ocurrido el 8M. Ante el estilo libertario de “actuar sin más”, no parece encontrarse qué hacer. Un gobierno que no debate sino que opera, a menudo sin respetar acuerdos ni formalidades, se permitió cerrar el Cuarto de las Mujeres, justo el día 8. Y reemplazarlo por un “Cuarto de los Héroes”. Entre los próceres ubicados está…¡¡Carlos Menem!!
Tamaña acción, a pesar de una movilización monumental inmediata, no pudo ser revertida. Y eso lleva a pensar que, dentro de lo permitido por ley, cabe apelar a acciones menos rutinarias que las marchas. Estas siempre ayudan, pero no parecen suficientemente efectivas. Tendrán que hallar repertorios que conciten la atención pública y mediática, y que sean menos rutinarios y esperables.
Mientras, la exigencia de las compras alimentarias nos espera como en cada semana. Y en ese examen repetido e inevitable, casi todos salimos desaprobados.-
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