Tras cuatro años y medio y muchas controversias, por fin llega el Mundial

Por Sergio Levinsky, enviado espial a Qatar 2022

La espera fue más larga que nunca. Porque no fueron cuatro años sino cuatro y medio, debido a los cambios que generó aquella elección inesperada de Qatar como sede en aquel ya lejano 2010 en Zurich, que nos tuvo presentes como testigos de aquella decisión que también incluyó la de Rusia 2018. Por fin mañana comienza el Mundial 2022, tan lleno de controversias como de riqueza en los participantes y en el juego, pero también con las dudas de tantos jugadores que se quedaron fuera de la fiesta por sus lesiones, consecuencia en muchos casos de los apretados calendarios de los torneos locales para cumplir con los tiempos.

Qatar, el equipo organizador y campeón de Asia, va a enfrentarse a una de las lindas sorpresas de Sudamérica, la Ecuador del director técnico argentino Gustavo Alfaro en el estadio Al Bayt a las 19 horas local (las 13 de la Argentina) con arbitraje del italiano Daniele Orsato, en un torneo que contará, por primera vez, con juezas justo cuando en el país sede hay restricciones para las mujeres y los colectivos LGTBIQ+, lo que dio lugar a infinidad de artículos y de críticas y hasta la baja de muchos cantantes reconocidos para la fiesta inaugural, en desacuerdo con la situación.

Este Mundial es un generador permanente de temas deportivos y no-deportivos, desde la cantidad de obreros fallecidos en la construcción de estadios (la mayor parte de ellos, extranjeros) o los documentales cada vez más duros que reflejan un pago de supuestos sobornos desde el país organizador hacia dirigentes sudamericanos y de otros lares para conseguir la organización del certamen siendo que no tiene una gran tradición futbolera y que por su clima (hoy mismo sigue haciendo mucho calor a poco más de un mes del invierno), obligó a la FIFA a trasladar su desarrollo hacia los meses finales del año y con eso, alteró el calendario especialmente europeo, el de mayor poder en el mundo.

Este mismo hecho de los partidos apretados para cumplir con el calendario, como que la fase de grupos de la UEFA Champions League terminara en octubre o que la misma Liga argentina finalizara en el mismo mes, ha determinado lesiones importantes por sobre explotación de los jugadores, algo que fue denunciado concretamente por el sindicato mundial de futbolistas (FIFPRO). Todo sea por llegar a los tiempos con el vigésimo segundo Mundial de la historia, el segundo en Asia (el anterior se había llevado a cabo hace veinte años, de manera conjunta, entre Japón y Corea del Sur). Para conseguir este objetivo de ser sede, Qatar había sido votada en 2010 para triunfar sobre las otras cuatro candidatas: Estados Unidos, Australia, Japón y Corea del Sur.

Estas lesiones han dejado fuera de competencia a jugadores como Mané, Reus, Lo Celso, Philippe Coutinho, Werner, Pogba, Kanté, Wijnaldum, Kimpembe, Diogo Jota, Jesús Corona o Nicolás Gonzàlez, sumados a otros que simplemente han quedado eliminados con sus equipos, como Mohamed Salah o Erling Haaland, por citar a dos emblemáticos de este tiempo.

Uno de los interrogantes de este Mundial es si por fin un equipo sudamericano podrá levantar la Copa del Mundo tras dos décadas sin conseguirlo (el último fue aquel Brasil de Luiz Felipe Scolari con un gran Ronaldo Nazario, Ronaldinho, Rivaldo y Cafú en 2002), y si Argentina podrá quebrar la racha de 36 años desde que Diego Maradona levantara la Copa en México 1986. Muchos se preguntan si no será, por fin, la hora de Lionel Messi, el capitán albiceleste que entrará en el selecto grupo de los que han podido estar presentes en cinco Mundiales, y cuando ya su veteranía (35 años) va dando los primeros pasos hacia un adiós al fútbol profesional no tan lejano en el tiempo.

Representando a Sudamérica también estarán Uruguay (ahora sin el “Maestro” Oscar Tabárez como entrenador luego de un impresionante récord de estabilidad (reemplazado en la clasificación por Diego Alonso) y seguramente en la última chance de ver al ataque compuesto por Edinson Cavani y Luis Suárez), y Ecuador, dirigido por Gustavo Alfaro, uno de los tres argentinos que estarán en los bancos junto a Lionel Scaloni y a Gerardo Martino, que con México será rival de Argentina en la fase de grupos.

Será también, a diferencia de Rusia 2018, en el que la mayor parte de los viajes internos se cubrieron por tren en un país que es casi un continente, un Mundial de metro, con distancias muy cortas y nunca más de una hora de distancia entre los sofisticados estadios que tendrán aire acondicionado y bases de campos de juego móviles. Los treinta y dos equipos participantes (por última vez, porque para 2026 ya serán cuarenta y ocho) estarán concentrados unos muy cerca de los otros y el calendario de la fase de grupos permite hasta cuatro partidos por día en diferentes turnos.

Ya quedan horas para el fin de la “Olimpíada” (llamado así al espacio de tiempo entre dos Juegos Olímpicos) futbolera para que empiece a rodar la pelota y nos metamos, en todo el mundo, en una hermosa y extraña burbuja y que muchos, en cualquier lugar del planeta, cuelguen el cartel en la puerta de oficina o de su casa, como lo hacía el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano, que dice “Cerrado por Fútbol”.