Por Sergio Levinsky, desde Madrid
Aquel beso en la boca no consentido por la jugadora, que le generó desconcierto por la situación en un caso que recorrió el mundo, no terminó allí sino que continuó con todo tipo de presiones de la dirigencia deportiva futbolística para que Hermoso reculara y no siguiera haciendo crecer la bola de nieve de lo ocurrido, y sin embargo, pese a que quedó claro en semanas de juicio oral en los tribunales españoles, Rubiales sólo fue condenado a indemnizar a la jugadora con 3000 euros “por daños morales” y a pagar una multa de 18 meses, equivalente a la irrisoria suma de 10.800 euros, además de que no podrá acercarse a más de 200 metros de la agredida durante un año.
Mientras que la Justicia “da por probado” que el beso no fue consentido- cuando la abogada de Rubiales trató de demostrar lo contrario- y también acerca del relato de la insistencia, sin embargo, todo queda allí, en ese monto de dinero y asunto cerrado. El juez de la Audiencia Nacional Juan Manuel Clemente Fernández Prieto, que durante el juicio se manifestaba cansado y hasta harto de lidiar con un ambiente tan machista que rayaba en lo infantil en sus argumentos y solidaridades, tardó demasiado poco en liquidar el asunto, como si fuera algo menor: en una semana, estaba la sentencia.
Mucho más allá del beso en la boca no consentido en el palco, en el momento de la premiación, este juicio dejó en claro, como pocas veces, la impunidad en la que, desde hace muchos años, vive el fútbol en todos sus estamentos, amparado por el poder político porque es tal el fenómeno de este deporte, al que Jorge Valdano definió como “lo más importante de lo menos importante”, que nadie osa ponerle el cascabel al gato.
El juicio oral vino a mostrar el modus operandi de quienes se codean con el poder en el ámbito del fútbol, desde los hechos posteriores al beso, cuando se intentó coaccionar de todas las formas posibles a la confundida futbolista -que, incluso en el caso de que hubiera aceptado el beso, hay que entender que la propuesta venía de un superior a ella, que tenía en su mano que fuera vuelta a convocar a la Selección o que en el futuro tuviera alguna relación económica y laboral con la institución- o hasta en el comportamiento que varios de los citados tuvieron ante la autoridad, casi burlándose de ella cual estudiantes de colegio secundario.
El actual entrenador de la selección española, Luis de la Fuente, llegó a plantearle al juez que él no había venido para eso, luego de citar que él nada sabía porque se encontraba en otro despacho de la Federación esperando que llegara Rubiales para dialogar con él sobre el equipo masculino. El juez tuvo que advertirle que las preguntas las hacía él y que el DT tenía que sujetarse a responder lo que se le preguntaría. Allí De la Fuente pareció entender por primera vez de qué se trataba un juicio…
En el modus operandi de la dirigencia de la Federación post-beso, Rubiales buscó, por todas las formas, apaciguar la situación, tratando de convencer primero a Hermoso, ya en el vuelo de regreso, para que grabara un video aclaratorio de que se trataba de apenas un hecho sin importancia, algo que no contó con el agrado de su interlocutora, por lo cual apeló a compañeras de equipo y hasta a su hermano, cualquiera que diera una mano para que el tema no pasara a mayores, como el presidente de la RFEF fue intuyendo con el correr de las horas.
Para ese menester apeló, por ejemplo, al exDT de la selección femenina, Jorge Vilda, quien trató de convencer al hermano para que hablara con la protagonista, o al exdirector deportivo de la Federación, el exfutbolista Albert Luque, o al exdirector de Marketing, Rubén Rivera, pero todos fueron absueltos por la Justicia.
De nada valió que se dijera durante el juicio que, por ejemplo, el comunicado de Prensa de la Federación ya estaba escrito antes de consensuarlo con los responsables del área, y lo mismo ocurrió con el departamento de Psicología, con un informe que estaba escrito y que consideraba el caso como menor.
Lo que muestra todo este mundillo machista y descarado, es que sus miembros consideran que pueden moverse con total impunidad porque es tal su cercanía al Poder que pueden hacer lo que se les antoja, que no va a traer consecuencias importantes en sus futuros. Es que siempre habrá alguien que quiere entradas VIP para partidos decisivos, o que será premiado con viajes a los torneos más importantes en los mejores hoteles y con acceso a los protagonistas -otra violencia desde arriba sin consenso-. Todo vale para después facturar la tajada correspondiente.
En los tiempos de Julio Grondona en la AFA, una funcionaria de la Ciudad de Buenos Aires, que recibió denuncias de distintos hechos de violencia en un estadio de un equipo del ascenso, se apersonó a un partido y días más tarde le pidió al dirigente informes sobre el espectáculo. Como resultado, recibió por correo una hoja con membrete con la estadística del partido: las formaciones de los equipos, los goles y los cambios…
El Poder del fútbol viene manejándose con total impunidad por fallos como éste, a la carta: rápidos y a pedido de los interesados, sin importar lo que se haya dicho o lo que se haya probado, o incluso lo que se haya hecho, aún a la vista de todo el mundo a través de las redes sociales o la televisión. Da lo mismo, incluso aceptando públicamente que los miembros de esta cofradía son insoportables y que no se ve la hora de no verlos más por allí, como si se tratara de un profesor de secundaria harto de los líos de ese grupito molesto. La impunidad es la misma.
“Para demostrar lo ocurrido tuve que preguntarle una y otra vez ¿Por qué se reía? ¿por qué lo celebró? ¿por qué bebía champagne? ¿Hasta cuándo vamos a pedirle a la víctima un comportamiento heroico?” se preguntó la fiscal Marta Durántez en el alegato final.
La fiscal describió a Hermoso “luchando contra una Federación con un presidente que no es que mandara mucho. Es que mandaba todo” y que el beso no consentido vino desde un dirigente con este poder.
Mientras el caso se cerró y Rubiales pagó un vuelto de todo el dinero que ha pasado por sus manos o sus decisiones en estos años, y el resto de sus compañeros y amigos quedan exonerados de todo, Jennifer Hermoso difícilmente se pueda sacar de encima su relación con aquel beso. Al menos, gran parte de la salida del dirigente de su cargo estuvo relacionado con este hecho, que está muy lejos de haber hecho Justicia, aunque esto recién comienza.
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