Por Sergio Levinsky, desde Madrid
Sin embargo, pocas preguntas más tarde, un colega italiano quiso retomar el tema, señalando que no le había quedado claro el por qué de la respuesta a la pregunta de un periodista argentino y le pidió que profundizara este aspecto ante el hastío del entrenador, que dio vueltas sin agregar demasiado.
Lo cierto es que, al otro día, el Manchester City hizo un grandísimo partido en Madrid y empató 3-3, pero en su estadio no pudo pasar del 1-1 y cayó por penales con el que a la postre sería campeón de Europa en Wembley.
Este martes volveremos a tener a Guardiola en el Santiago Bernabeu para preguntarle por tantas cosas, un día antes de que su equipo vuelva a enfrentarse al Real Madrid, aunque en circunstancias mucho más complejas que en ocasiones anteriores.
Si por tantos años el Manchester City tuvo un sistema táctico absolutamente reconocible por todos -incluso los que siempre fueron críticos de Guardiola- y ganó innumerables títulos, entre ellos cuatro Premier Leagues inglesas seguidas, lo que parece que indefectiblemente se cortará este año, seis de las últimas siete, y una Champions en 2023, la primera de su historia, ahora atraviesa una extraña situación que nunca había ocurrido desde que “Pep” se hizo cargo del plantel para la temporada 2016/17.
Más allá de la actual cuarta colocación en la Premier League, que lo clasificaría una vez más a la próxima edición de la Champions League, el equipo no pudo encontrar una regularidad en toda la temporada, tiene siete derrotas en veinticinco partidos en la liga, quedó eliminado en la Copa de la Liga, y pasó a duras penas a la quinta ronda de la FA Cup (la más importante del país) al remontar ante el Leyton Orient, de la Football League One (Tercera División) por 2-1.
Pero no se trata sólo de derrotas o malos resultados, sino de la forma en que aparecieron, porque este Manchester City se parece muy poco al que fue, de andar seguro, alta posesión de pelota y gran precisión, especialmente en la dupla de ataque compuesta por el asistidor belga Kevin De Bruyne y el notable definidor noruego Erling Haaland, acompañados por otras estrellas como Bernardo Silva, el joven talento Phil Foden, el volante español Rodri -último Balón de Oro- o el firme marcador central portugués Rubén Días.
Hace apenas dos semanas, por ejemplo, el Manchester City cayó ante el Arsenal, en Londres, por un durísimo 5-1 y el equipo fue una sombra en comparación con lo que alcanzó a ser hasta no tanto tiempo atrás: ni presiona como antes, ni tiene continuidad en el juego, comete errores infantiles atrás y hasta el arquero brasileño Ederson, titular en casi todo el ciclo, tuvo que ceder, por muchos partidos, su puesto al germano español Stefan Ortega.
Pocos pensaron -quien escribe este artículo incluido- que Guardiola podría renovar su contrato con el club que recibe una alta inyección de dinero de un fondo de inversión estatal proveniente de Emiratos Árabes Unidos y que es considerado uno de los llamados “Clubes-Estado” que forman parte del también llamado “doping financiero” del fútbol, porque se manejan con fondos ilimitados.
El club, que consiguió un ordenamiento envidiable y una imagen de enorme solidez, ya sabe que perderá al CEO Ferrán Soriano, el mismo que también formó parte del Barcelona de principios de siglo, al que Guardiola llegó como entrenador en 2007 para el equipo B y desde 2008 deslumbró en el principal, en tiempos de Lionel Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta. También se irá su director deportivo, otro de los notables tiempos azulgranas, como el exfutbolista y compañero de “Pep” en aquel equipo de Johan Cruyff que ganó cuatro ligas españolas seguidas, Txiki Begiristain.
Al irse sus amigos, haber ganado tantos títulos y con el peligro de que el Manchester City pudiera hasta descender a Segunda al pesarle la posibilidad de haber vulnerado el Fair Play Financiero -esta semana terminó obteniendo una resonante victoria en la Justicia contra la Premier League-, la sensación general era que Guardiola, quien acaba de cumplir 54 años, no renovaría al vencerle el contrato el 30 de junio próximo, con el objetivo de dirigir, por fin, una selección nacional.
Era, de hecho, el primer candidato para sentarse en el banquillo de la selección inglesa, pero ante su negativa a emigrar del Manchester City, se optó por el alemán Tomas Tuchel, resistido por una parte de los hinchas y la prensa.
Esta temporada tuvo momentos de enorme tensión, que incluyeron cuestiones personales porque la prensa rosa tuvo su comidilla con la anunciada separación del entrenador y su esposa (con la que tienen tres hijos) y tal vez por una mezcla de lo personal y lo deportivo, el entrenador apareció en una conferencia de prensa con la pelada muy rasguñada, y explicó que se lo generó él mismo con sus nervios.
La cuestión es que de los veinticuatro equipos con chances de seguir en la actual Champions League luego de los ocho partidos de la fase de grupos, el Manchester City sólo quedó en el puesto veintidós y en la última jornada, lo que lo obligó a enfrentarse al Real Madrid (undécimo) en dieciseisavos de final. Ninguno de los dos pudo quedar entre los primeros ocho, que eludieron esta fase y esperan rivales para lo que sigue.
Pocas veces como ésta, el Real Madrid llegaba como candidato, además, porque en el doble enfrentamiento debía definir en el Santiago Bernabeu, circunstancia de la que, parece, a Guardiola no le gusta mucho analizar previamente.
Y, sin embargo, lo hermoso del fútbol está dado en lo imprevisible, como solía señalar el periodista Dante Panzeri: “Fútbol, Dinámica de lo impensado”, y contra todo pronóstico, el Manchester City recuperó buena parte de sus fuerzas y estuvo en ventaja contra el actual campeón europeo, que sin embargo terminó venciendo como visitante 2-3 con un gol de Jules Bellingham sobre la hora.
Muchos pensaron entonces, desde la noche del martes pasado, que ya todo estaba terminado y que si el Manchester City ya no parece que pueda ganar otra Premier League -se encuentra a trece puntos del Liverpool, líder de la competencia, y con un partido más- y quedó eliminado en la Copa de la Liga, este miércoles en el Santiago Bernabeu se le terminará pronto el periplo europeo de esta temporada, camino a quedar en blanco.
Pero cuando ya parecía que todo se desmoronaba, cuando tampoco aparecían sus nuevas estrellas, por las que gastó en el mercado de invierno nada menos que 218 millones de euros, acabó venciendo este sábado en su estadio a uno de los rivales más poderosos, el Newcastle que también recibe dinero de un fondo de inversión árabe saudí, nada menos que por 4-0 en un gran partido, con un rendimiento que se pareció mucho al Manchester City que fue hasta hace poco y con tres goles en apenas media hora de una de sus nuevas adquisiciones, el delantero egipcio Omar Marmoush, de 26 años, una de las sensaciones mundiales de la primera parte de la temporada, con 209 goles y 14 asistencias en el Eintracht Frankfurt, justo cuando Real Madrid no le pudo ganar al Osasuna en Pamplona (1-1) y puede ahora ser alcanzado en la liga por el Barcelona, que hace tres fechas estaba a siete puntos, si el lunes vence como local al Rayo Vallecano.
En pocos días, todo había cambiado y este Manchester City llega a Madrid con la ilusión renovada, aunque no se sabe si le alcanzará para la hazaña de eliminar al Real Madrid en el Santiago Bernabeu, sin que sepamos si Guardiola habrá dejado en paz su pelada o si en su charla técnica utilizará algún recurso de la psicología. Acaso, el martes se lo volvamos a preguntar, esperando que esta vez no se enoje.
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