Messi se va del Barcelona y se termina una época brillante y un ciclo en la Liga Española
Por Sergio Levinsky / Especial para Jornada
Ya nada será lo mismo. El mundo del fútbol se conmovió ante la noticia de que por fin, Lionel Messi se hartó de los continuos desastres dirigenciales del Barcelona y lo hizo gráfico al enviar un fax al club oficializando sus intenciones de irse ya mismo, algo que ya venía amenazando días pasados, cuando dejó sus vacaciones para advertirle al nuevo entrenador, el holandés Ronald Koeman, que se sentía “más afuera que adentro” del nuevo proyecto, y que terminó de cerrarse cuando el propio director técnico le comunicó a su amigo Luis Suárez que no lo tendrá en cuenta para la próxima temporada.
Habíamos escrito que la única razón por la que Messi podía dudar entre irse o no de este Barcelona, luego de veinte años en el club (llegó en 2000 a los 13, y fue el primer no-europeo en ser contratado a esa edad) pasaba por su incondicional amor hacia la entidad azulgrana, que también le correspondió con creces, y en la que hizo historia al romper todos los récords, ganar cuatro Champions Leagues y marcar más de 700 goles, algo que será muy difícil de igualar en el futuro.
La salida de Messi del Barcelona, aunque los tiempos que corren son tan veloces que ya la noticia ahora pasa a ser a qué equipo irá (todo indica que picó en punta el Manchester City y ya hay versiones fuertes acerca de que antes de enviar el fax, el propio rosarino se comunicó con su ex entrenador, y actual de los “ciudadanos” ingleses, Josep Guardiola y con su gran amigo Sergio Agüero, jugador de ese club, aunque hubo una reunión con el Inter y el Manchester United se anotó en el pelotón de los que lo pretenden), marca el final de una etapa brillante en Cataluña pero también el de una época en la Liga Española, que se vende como “la mejor del mundo”, pero que se queda sin los dos máximos goleadores de este tiempo y los que acapararon once de los últimos doce Balones de Oro, Cristiano Ronaldo, que hace dos temporadas emigró a la Juventus, y el crack argentino, que más allá de dónde, no se quedará en la competencia en la que participó por 17 temporadas.
En la madrugada catalana de hoy todavía se buscaba una manera de retener a Messi en el Barcelona, apostando a la salida del actual presidente del club, Josep María Bartomeu, que como en tantas otras crisis desde que ocupa el cargo en 2014, se aferra al sillón de manera desesperada, aunque haya confesado a un periodista de mucha experiencia radial, que hasta teme por su integridad física, con infinidad de manifestaciones de repudio desde las redes sociales o en la puerta del Camp Nou de los devastados hinchas “culés”.
Algunos dirigentes se estaban nucleando en la organización “Manifiesto Blaugrana” (azulgrana, en catalán) para exigir antes del fin de semana una moción de censura, para la que se necesitan unos 16 mil votos, para destituir ya mismo a Bartomeu (incluso apoyados por candidatos opositores en la elección presidencial prevista por el club para el 15 de marzo), con la idea de que una vez que saliera la comisión directiva que irrita tanto al crack, y con razón, haya al menos un hilito de esperanza para convencerlo de que se quede.
También se sucedieron las llamadas y una de las que Messi recibió fue la de su ex compañero Xavi Hernández, desde Qatar, donde dirige, en la que le habría pedido que soportara unos meses, que él llegaría sí o sí como entrenador a mitad de año, para la temporada 2021/22, junto con el candidato Víctor Font, el que según las mediciones más chances reúne hoy para ganar esos comicios que hoy suena que fueran dentro de un siglo. Es más, Font anunció que aunque Koeman ganara todo en esta temporada que se inicia, si él gana asumirá con Xavi manejando al equipo.
Lo cierto es que Messi no daba más, entre tantas malas decisiones de una dirigencia que chocó la Ferrari, pero contra el poste de su propio garaje, sin sacarlo siquiera a la calle, especialmente en los últimos dos años. Como capitán, el rosarino tuvo que salir a cruzar a la comisión directiva cuando sostuvo que no creía que hubiera hecho todo el esfuerzo por traer de regreso a Neymar, que daba muestras de arrepentimiento por irse al PSG, o le exigió a su ex compañero Eric Abidal, director deportivo anterior, para que diera nombres cuando el francés dijo que había jugadores que no habían puesto todo en la cancha para justificar la salida del DT Ernesto Valverde, a quien el argentino sostenía en el vestuario.
Bartomeu tuvo que acudir varias veces en este tiempo a los entrenamientos a dar explicaciones, como cuando la comisión directiva contrató a la empresa de marketing “I3Ventures”, que utilizó cuentas de redes sociales para atacar a Messi, Gerad Piqué, o dirigentes opositores.
Tampoco cayó bien en el plantel la contratación como DT, tras Valverde, de Quique Setién, con quien algunos referentes llegaron a discutir a voz alzada, o directamente ignoraron en algunas indicaciones que daba su ayudante de campo, Eder Sarabia.
Ya poco tenía que ver este Barcelona de los últimos cinco años, con aquellos equipos que eran una garantía de espectáculo. Un plantel viejo, poco renovado en fichajes desacertados, y con un Messi que se iba haciendo veterano, y que necesitaba más colaboración en el ataque, y que pocas veces encontró, y sin una política de divisiones inferiores, algo que siempre fue un basamento del Barcelona.
Por si fuera poco, la ausencia de títulos europeos (“esa Copa tan desesada”, llegó a decir Messi en una presentación de temporada con el equipo), con dos increíbles remontadas (la Roma en Italia luego de ganar 4-1 en la ida, el Liverpool en Anfield, al año siguiente, luego de un engañoso pero 3-0 al fin en el Camp Nou) y que el Real Madrid haya ganado cuatro entre 2014 y 2018, ahondaron las heridas.
Y al final, el tiro de gracia, cuando Koeman, recién asumido, luego de la humillación del 8-2 del Bayern Munich, llamó por teléfono a Suárez, el mejor amigo de Messi, con las esposas amigas y ex socias en una zapatería en Barcelona, con sus hijos amigos, para decirle que se buscara club, que no sería tenido en cuenta, y cuando el argentino le había advertido que se sentía “más afuera que adentro” de su proyecto. Fue la gota que rebalsó el vaso, y fue en la mañana de ayer, 25 de agosto, un día negro para la historia del barcelonismo, que su padre, Jorge, envió el burofax que ponía fin a la relación.
Ahora vendrán seguramente tiempos de litigios, abogados y jueces, Messi se considera libre porque aunque según el texto del contrato, el tiempo para irse sin resarcimiento al club ya pasó, la temporada recién termina ahora por causa de la pandemia, y el club se aferrará a lo escrito en los documentos.
¿A dónde irá Messi? Es una renovada y gran pregunta para el mundo del fútbol. ¿Irán a juicio el Barcelona, Messi y su nuevo club para cobrar la cláusula de rescisión de 700 millones de euros cuando el jugador se considera libre? Muy probable. Lo que es seguro es que es el fin de un ciclo único. Y sólo queda agradecer por tanto fútbol, por la magia única de un jugador inigualable, que esperamos que nos vuelta a deleitar con la camiseta que quiera.