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Messi supero al Diego, aún no al Víctor

Lionel Messi debutó, como hace  años lo hizo Pelé en el fútbol de los Estados Unidos, lo hizo en el Inter Miami con un golazo de tiro libre  para lograr la victoria 2-1 ante Cruz Azul e iniciar con el pie derecho su participación en la Leagues Cup.

22/07/2023 21:59
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Por Roberto Suárez, Especial para Jornada

El campeón del mundo aprovechó una infracción cometida contra él en las inmediaciones del área para inventar un remate que se filtró en  uno de los ángulos y le hizo ampliar su registro dentro de ese tipo de jugada en la cual se viene luciendo desde hace más de 40 años.

Con ese gol el argentino llegó a 63 tantos de tiro libre y superó así a Diego Maradona, también a Zico, quienes acumulan 62  anotaciones. La máxima figura del fútbol mundial quedó cerca de entrar en el selecto grupo de los 5 futbolistas más anotadores de pelotas paradas en la historia de este deporte y su próximo escollo es un viejo conocido.

Pero aquí nos detenemos, sobre los mendocinos y con mucho orgullo, porque aún no supera a nuestro más grande jugador Víctor Legrotaglie.

En esa lista de los mejores y más efectivos pateadores de tiros libres está quién acerco al fútbol “gringo” a Leo, David Beckham es el quinto jugador del ranking con 65 goles después de una carrera exitosa en el Manchester United, Real Madrid, Milán, PSG y Los Ángeles Galaxy.

La nómina de goleadores de esa forma  es comandada por Juninho Pernambucano, con un total de 77 tantos registrados en su camino por Vasco da Gama y Lyon, entre otros clubes. Justamente, se desempeña en la actualidad como director deportivo del club perteneciente a la Ligue1. En la segunda colocación, se encuentra Pelé, ya que el tricampeón mundial con Brasil enmarcó la suma de 70. Y aquí viene la gran noticia de la estadística, Ronaldinho y Víctor Legrotaglie, emblema de Gimnasia y Esgrima de Mendoza, están igualados en 66. La corta distancia en los registros deja abierta la posibilidad de que Messi, tarde o temprano, mire a todos desde lo más alto , superando al maestro mendocino.

Ante esta noticia fresca de los números del fútbol internacional con la enorme figura de Messi que siempre es noticia, debemos recordar a nuestro máximo ídolo local para que sobre todos los miles  de jóvenes que aman el fútbol en nuestra provincia sepan quien fue y quien es el “Víctor”.

Un buen momento para destapar malbec, nuestro vino emblemático, y brindar por la vida de Víctor Antonio Legrotaglie, uno de los tres ídolos emblemáticos de la historia del deporte mendocino, junto a los recordados Nicolino Locche y el Negro Contreras.

Porque aún lo tenemos, con los achaques de los años y la vida pero disfrutando su permanecía y él siempre disfrutando de su querido club Gimnasia Y Esgrima, con el estadio coronado con su nombre.

Hace más de 50 años que lo conozco al Víctor desde tres facetas, como un pibe hincha en la tribuna viéndolo deslumbrar con la pelota en los pies, luego cubriendo gran parte de su carrera como periodista y después desde el orgullo de haberme permitido ser su amigo.

Al conocerlo tanto entendí profundamente por qué era un ídolo verdadero. Porque tenía ese ángel, ese fuego sagrado, que lo llevó a ser querido y reconocido por tanta gente.

El Víctor en la cancha transmitía el equilibrio entre el arte de engañar, del atacante, y el arte de destruir el engaño, del defensor, como una alegoría de la vida misma. Desplegaba como resultado el arte espontáneo, imprevisible, mágico, desequilibrante, contundente a la hora de definir. Siempre lograba la jugada soñada, con alegría, con pasión.

En tantas reuniones y asados en que hemos hablado sobre esto me quiso explicar lo que lograba en la cancha refiriéndose a colegas que sostenían que los jugadores profesionales no se tenían que divertir. “Cómo que no, yo no sé si alguna vez habrán tocado una pelota. Yo me divertía apenas pisaba la cancha. El jugador se divierte en las prácticas, en los partidos, siempre. No hay nada más lindo que correr, saltar, jugar. Se divierte el que crea fútbol, porque participar del juego es hermoso. Y si encima tenés la posibilidad de tirar una buena pared, hacer una buena jugada, una buena gambeta, un buen tiro libre, un golazo, y que la gente te ovacione, ¿qué más querés? No importa si perdés o ganás, lo lindo es pensar que el domingo que viene podés tener tu revancha…

Sin ninguna duda el Víctor ha sido uno de los mejores jugadores que ha dado Argentina. Un talento enorme, un hombre que tenía el fútbol en la cabeza y luego en los pies, un zurdo magistral que construía el juego con la naturalidad y con facilidad con la que solo pueden hacerlo los genios. Un grande de verdad, de los que ya no salen. Por más que haya jugado casi siempre en Mendoza. Su juego siempre estuvo muy por encima de títulos y reconocimientos, que siempre fueron menos de los que merecía. El fútbol del Víctor era talento, imaginación y sentido colectivo. El grupo por encima del individuo. Su juego era puro sentimiento. Amor a la camiseta y entrega al público.

Nació el 29 de mayo de 1937 en la calle Federico Moreno de ciudad entre San Luis y Entre Ríos. Muy niño ya demostró que había nacido para triunfar en la irregular geografía del potrero y después en los grandes escenarios del fútbol. Empezó a jugar en la Sociedad Italiana 5 de octubre del departamento norteño y que habían fundado su abuelo y su tío. Antes fue goleador y elegido el mejor jugador de los torneos de baby fútbol. Luego vino el dato estadístico que marca uno de sus récords: debutó directamente en la primera de Gimnasia y Esgrima sin haber pasado por las divisiones inferiores.

Llegó a Gimnasia llevándole el bolso a un amigo que jugaba en el “Lobo”. El técnico de Gimnasia era el “Mona” Alfredo García. Este visionario ya lo había visto jugar en Las Heras, y cuando se lo encontró en la cancha del Parque le dijo: “Bien pibe, por fin te decidiste a venir”… Y de inmediato le ofreció integrar el banco de suplentes.

Era un torneo Vendimia y a los pocos minutos de empezado el partido, García lo hizo entrar para marcar en la historia el primer partido en primera del Víctor.

 Fue en 1956 y viene otro de los datos resonantes: jugó 22 años consecutivos en primera división. Casi siempre en Gimnasia. Ganó los campeonatos con el conjunto del Parque de 1958, 60, 62, 64, 68, 1970, 71, 72 y 1974.

Jugó en otros equipos como Chacarita Juniors (campeón de la B en 1959). Atlético Juventud Alianza. San Martín en un torneo interprovincial. En Atlético Argentino. Y fue refuerzo de Independiente Rivadavia. Pasó por River, donde no quiso quedarse. Tampoco aceptó ir al Real Madrid, que lo buscó insistentemente. Prefirió ser grande en su tierra, en su Mendoza amada. Fue titular 15 años consecutivos en la Selección Mendocina.

Marcó cientos de goles pero se destacan sus 11 goles olímpicos, sus 60 de tiros libres y uno de escorpión (la famosa jugada que inmortalizó René Higuita). En esa ocasión el Víctor se echó hacia delante en la puerta del área, puso las manos sobre el césped y al mismo tiempo elevó los pies en el aire, y remató con los talones para convertir ese gol. Con el tiempo quedó una comunión entre Mendoza y el Víctor. Su apellido o apenas su nombre son sinónimos de Mendoza.

Legrotaglie es considerado el más grande jugador que dio Mendoza, y reconocido en el país por ser uno de los más destacados de la historia nacional. Para muchos expertos integra el gran equipo de todos los tiempos.

La vida de le estuvo signada por la gloria y la desgracia. Vivió muy joven lo peor de un hombre, la muerte de un hijo. Su querido Cocó falleció trágicamente en la plenitud de su carrera. En ese momento tomó la decisión de suicidarse, se le había acabado el mundo. Llegó con su auto hasta la cima del Cerro de la Gloria, dispuesto a arrojarse. Pero según él mismo me contó no lo pudo hacer y se dijo: “Tengo que poner la cara y estar con el Cocó, aquí en este mundo”. Y se abrazó a ese mística que lo acompañó hasta el final de su carrera. Entraba al campo de juego cumpliendo un rito sagrado: llevaba el pantaloncito del Cocó y en el centro del campo de juego todos sus compañeros tocaban la tela que era sagrada para el maestro, para el director de la orquesta, que lo unía a todo su equipo para luego dar una clase de fútbol.

Pudo afrontar esta situación también por el gran amor que lo unió a su compañera de toda la vida, su esposa Olga, más conocida como la “Lucha”, que unida a sus dos hijas, lo sostuvieron siempre en las buenas y en las malas. Sobre todo dándole esa libertad de pájaro que le permitió anidar siempre con amigos.

El Víctor no solo es un nombre, es también un sustantivo que sirve de sinónimo para la calidad volcada a un campo de juego, un adjetivo que califica situaciones mágicas y/o geniales que sintetizan acciones de destreza casi artísticas.

Un jugador fantástico e irrepetible en su estilo que con su zurda inventó historias para la historia. El fenómeno del fútbol al fin de cuentas. El que hace llorar de emoción a los unos y los otros, a propios y extraños, en una comunión que unió a todos sin importar la camiseta. Eso fue el Víctor.

Salud maestro, gracias por habernos regalado tanto.

Seguramente Messi hoy estará viendo en los medios internacionales y las redes la repercusión de haber superado a Diego, y se encuentre con esa lista que debe aún alcanzar, preguntándose  quién es ese compatriota mendocino   y pueda conocer que fue y es alguien que lleno el campo de juego con magia como él.

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