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No sólo inflación: hay que atender al poder adquisitivo

La Ley Ómnibus avanza, a pesar de la sorprendente amalgama de cientos de leyes bajo una sola. La "oposición amigable" (UCR, bloque heterogéneo de Pichetto y partidos provinciales) está a punto de aprobarla con ajustes mínimos.

20/01/2024 21:00
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La Ley ómnibus viene marchando. Aunque parezca increíble que pudiera imponerse “una” ley que son cientos de leyes disfrazadas de ser sólo una, los legisladores de la “oposición amigable” (UCR, bloque heterogéneo de Pichetto y partidos provinciales) van a aprobar el mamotreto, con tímidas modificaciones.

Ni hablar del PRO, parte evidente del gobierno (Caputo, Bullrich, y siguen firmas). En el peronismo y sus aliados aparece clara la oposición legislativa, aunque personajes como Scioli hayan cruzado sin pudor el charco que va de la doctrina social al privatismo extremo.

No parece ser obstáculo para la Mega/ley el hecho de que, en un furcio insólito, la convocatoria inicial a extraordinarias no incluyera a esa ley, lo que haría ilegal todo lo avanzado hasta hoy: Stolbizer lo dijo desde el primer día. Se sigue adelante como si nadie se diera cuenta. Ahora la Convención nacional de la UCR planteó que el bloque de ese partido debe rechazar la Mega/ley, y proponer un dictamen propio: sospechamos que el “institucional” bloque de la UCR no tendrá problema en obviar la institucionalidad de su propio partido y no hará caso, dada su sumisa actitud desde el comienzo del debate.

Tampoco parece un inconveniente que nadie sepa quién escribió el mamotreto (¡!??), que se pasen la pelota ministros y expositores, y aún que ahora Sturzenegger esté judicialmente investigado por haber favorecido en la escritura a multinacionales tabacaleras (él sí es uno de los autores reconocidos, aunque no es parte del gobierno). Incluso Vilma Ibarra mostró que no se han cumplido los requisitos de análisis y firma por parte de los responsables de los ministerios: parece que estas enormes fallas de forma, de pronto “no importan” a la oposición amigable.

Los argumentos de esa oposición (dar tiempo, dar gobernabilidad, “ayudar” al gobierno) resultan llamativos, pues parecen ignorar la excepcionalidad de la situación: los aumentos de precios multiplicados, el ajuste infinito, la evidente decadencia de las condiciones de vida de la población. La pálida temporada turística se oculta por tv con llamados simplones al optimismo, o diciendo que es culpa del mal tiempo.

El paro de la CGT se justifica plenamente: no es el tiempo cronológico (ha pasado sólo un mes y medio desde que asumió Milei), sino el tiempo político el que importa. Un DNU que son cientos de DNUs ocultos en la forma de ser uno; una Mega/ley que se lleva por delante cientos de leyes previas y opera como si fuera una Constitución, removiendo los más diversos temas y áreas de la vida social, son reformas que debieron haber llevado años, y que por conveniencia se toman en pocos días. El paro es respuesta al tamaño de las medidas del gobierno, no a cuántos días éste lleva instalado.

Por cierto, hay varias cautelares vigentes contra el sector laboral de la reforma que plantea el DNU. Es notorio que existen problemas de legitimidad en el mega/decreto, y la CGT tiene todo el derecho de protestar al respecto.

Si se habla de inflación, claro que la hubo con Alberto y fue alta, pero la de Milei la duplicó en el primer mes con aumento de combustibles, devaluación monetaria y anuncio de incremento generalizado de tarifas. De ningún modo estamos ante una simple continuidad de la situación anterior: todo se ha agravado. Ahora se apunta incluso contra los jubilados, tratando de quitar una fórmula de incremento de haberes (en lo cual hasta la oposición amigable se ha opuesto), y de liquidar el Fondo de Garantía y Sustentabilidad, una base económica decisiva para la jubilación de gestión estatal. 

Además, se viene sesgando la discusión pública. La inflación es un problema para la economía nacional y también para la economía hogareña: pero el problema más grave para las finanzas familiares es el poder adquisitivo. Nadie habla sobre salarios, y ello es central. Porque es verdad que bajando enormemente el poder de compra de la población (es decir, salarios y jubilaciones), podría contribuirse a bajar la inflación: pero esa situación sería ruinosa para los argentinos.

Porque si la inflación sube el 12% en un mes y te aumentan salarios el 14%, no perdiste nada: ganaste 2% en poder de compra. Si la inflación fue 12 y la suba salarial 10, no perdiste los 12 puntos de la inflación, perdiste sólo 2 puntos. Pero si la inflación es de 12 y no te suben los salarios, pierdes los 12 puntos. De tal modo, el problema no es sólo la inflación, es la relación entre precios y salarios (sabiendo, eso sí, que un tercio de la población está en economía informal que no siempre asume las subas salariales).

Es más: con inflación menor, se puede tener peor poder adquisitivo. Si en vez de 12 puntos la inflación es de sólo 8, pero no te suben en nada los salarios, perderás esos 8 puntos (bajarías mucho más que si la inflación fueran 12 puntos y los salarios subieran 10).

Por eso el paro del día 24 se justifica: no sólo el actual gobierno duplicó la inflación y atacó los derechos sociales adquiridos con la Mega/ley y el Super/DNU, sino que no ha dicho palabra sobre compensar con mejoras de salarios y jubilaciones: más bien ha hecho lo contrario.

Obvio que el día 24 será un hito, pero los cantos de victoria del gobierno y de la oposición con lo que ese día ocurra -son previsibles ambos, cualquiera sea la magnitud de la protesta-, son apenas el punto inicial de una disputa social que puede agudizarse fuertemente cuando el medio aguinaldo de fin de año sea sólo un remoto rescoldo en los desgastados bolsillos de la población.-

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