Por primera vez, Fabiola Yañez declaró desde Madrid y a través de un Zoom ante la Justicia, tras la denuncia por violencia de género que realizó contra su expareja, el expresidente Alberto Fernández. Durante casi cuatro horas dio detalles sobre diferentes episodios de ataques y se comprometió a aportar nuevas pruebas, incluidos chats y constancias médicas.
En su declaración, Yañez reiteró que el exmandatario la golpeó y le generó lesiones graves; contó que la humillaba constantemente y que la amenazó. Pero negó haber sufrido violencia sexual.
En un tramo de su testimonio, la denunciante se quebró y confesó que tuvo problemas con el alcohol, pero desmintió haber sido adicta.
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Desde la Embajada argentina en España y de forma virtual, la ex primera dama manifestó "vivir con miedo" principalmente por su hijo y sostuvo entre lágrimas que la mayor coacción ejercida por el ex presidente "es la amenaza constante de quitarme a mi hijo".
Los excesos con el alcohol de Fabiola Yañez
La ex primera dama dijo que la violencia sufrida "fue constante" y "era habitual" recibir "todo tipo de agresiones". Fabiola manifestó que el hostigamiento y el maltrato comenzó en 2016, cuando convivía con Alberto, en Puerto Madero. Visiblemente quebrada, continuó relatando que uno de los momentos más difíciles fue el aborto, que terminó practicándose a finales de 2016.
Ante el fiscal Ramiro González, Yañez contó, que en uno de esos episodios él la tomó violentamente del cuello. También relató que ella empezó a consumir alcohol después del aborto, que él la instó a practicarse.
La ex primera dama, también anticipó que Fernández trataría de hacerla pasar por alcohólica, una adicción que dijo no tener. En ese momento, visiblemente alterada, sentenció: "Que él no se haga el abstemio" y dijo que el ex presidente también consumía frecuentemente alcohol y "también fumaba".
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En ese marco, contó que cuando llegó Fernández a la Presidencia y se mudaron a la quinta de Olivos, los episodios de violencia no cesaron, muy por el contrario: desde el aborto "todo fue en aumento". Pero hubo otro punto de quiebre, "después de la fiesta de Olivos y la derrota electoral de medio término, la violencia cada vez peor". Insinuó, en ese momento, que vivió "un infierno".