Por Roberto Follari, Especial para Jornada
Nos visitó el director de la CIA, nada menos. En otros tiempos, hubiera dado lugar a protestas generalizadas. Ahora, pasó casi desapercibido. Ligado a que el Ejército de Estados Unidos ha sido autorizado por el gobierno de Milei a tener control operacional en el cauce estratégico del río Paraná, así como en los puertos aledaños: esos por los que sale gran parte de la exportación de granos de la Nación, y por donde se supone que circula una importante cantidad de la droga que se comercializa en Rosario. Economía y seguridad nacionales, en fuerte pérdida de soberanía.
La población no reacciona, pues está atenta a los avatares de su economía: la caída de haberes de jubilados -que ni remotamente se va a compensar con el 12,5% anunciado por el gobierno-, los gastos de útiles y transporte escolar, el aumento desmedido de tarifas. Muchos ya no tienen a quién pedir un préstamo o una ayuda: qué van a preocuparse por la CIA o por el Paraná. La inflación no cede, pero poco importa: aunque la inflación hoy fuera cero, el poder adquisitivo está infinitamente dañado. Acabar con la inflación acabando con los salarios, no es resolver nada.
El gobierno está en otras cosas. Peleando contra Villarruel, que declaró a Milei un “jamoncito” del sándwich entre ella y la hermana del presidente. Una Villarruel que se desespera por posar de institucional: es muy sabido que fue cercana al dictador Videla, y quiere sobrecompensar con gestos de legalidad y apego a la democracia. En tanto el presidente no muestra parecido apego, de paso ella lo golpea fuerte: “Esto no es un reinado”, le dijo al transigente periodista de turno.
La marcha del 24 será fuerte en todo el país: lo es todos los años y no es una rara obsesión, como Villarruel simula creer. Las cicatrices del nazismo aún no se borran en la Alemania de 80 años después, las de la dictadura y sus campos de concentración, no se dispersan 50 años después. Esto disgusta a un gobierno de derechas como el actual, que se dice ha preparado un video discutiendo el número de 30.000 desaparecidos.
Habría apelado allí a un “arrepentido” ex integrante de Montoneros, que dice que él con otros miembros de la organización habrían “dibujado” ese número en Europa. Qué raro: parece que hay que creerle a este señor, cuando la voz de sus ex compañeros es considerada detestable por los partidarios del gobierno. ¿Por qué creerle? ¿Quién atestigua esta versión?
Pero además, aún para los que le den crédito a la publicitada declaración: ¿alguien cree que el número de 30.000 tiene una sola y única fuente, que surgió un día de un solo lugar y luego todos los organismos de derechos humanos lo tomaron? El número es de origen múltiple e indeterminado, y su aceptación masiva viene de que es un número plausible, no de que lo haya publicado un grupo, una organización u otra.
Ya hacia 1978, un documento interno de las FF.AA. hablaba de 22000 víctimas de la dictadura: había pasado la parte más álgida de esta, pero era menos de una tercera parte de su tiempo total. El de 30.000 es entonces un número estimativo, por supuesto, en relación a los casos denunciados: se sabe que la mayoría no han sido explícitamente informados.
Vuelve la también interminable referencia a que violencia, hubo de los dos lados. Claro que sí. Pero el surgimiento de las guerrillas en Argentina, fue porque había casi 15 años de proscripción electoral del peronismo (es decir, no había elecciones libres), y por la presencia de una dictadura represiva que, como la de Onganía, pretendía instalarse por 20 años más. Ante tiranía evidente y prolongada, proponía por entonces la Encíclica papal “Populorum Progressio”, el levantamiento civil estaba autorizado.
Esa violencia civil, por cierto, la pagaron caro la gran mayoría de sus autores. No con los juicios y castigos que hubieran correspondido sino con secuestros, torturas, asesinatos, robos de sus bebés. Nadie puede aducir que no sufrieron castigos: se los echó de sus trabajos, se los persiguió dentro del país, se los obligó al exilio.
Y cuando Petri habla de “violencia civil en democracia”. ¿Cree que no hubo violencia de las FF.AA. en democracia? ¿Cree que en Tucumán, durante el Operativo Independencia en tiempos de Isabel Perón, todos los procedimientos fueron legales? Petri comete deslices verbales casi permanentes.
En fin: el 24 de marzo la democracia argentina reafirmará los valores de libertad, democracia, participación y derechos humanos que viene enarbolando desde los inicios del gobierno de Raúl Alfonsín: son valores que no es evidente que los comparta el actual gobierno.
Sembrando confusión: llamar al narcotráfico como “terrorismo”
Fue el mismo Petri -más torpe que Bullrich, en tanto menos experimentado- quien lo dijo en un acto de reivindicación de un militar que fuera muerto por el ERP: así como los militares tuvieron que actuar contra la guerrilla en los setenta, deben actuar contra el narcotráfico ahora. Comparó así el narcotráfico con la guerrilla, dos fenómenos absolutamente diferentes, en métodos y en finalidades. Y mostró con obviedad a qué viene su insistencia en que las FF.AA. participen en la persecución al narcotráfico: a que desea que vuelvan a confrontar con la izquierda y el nacionalismo popular, como sucediera entonces. Por eso no fue casual la foto de Petri con Cecilia Pando, que quiso luego minimizar ante el periodismo.
Es fácil advertir esta operación que pretende camouflar vía lucha contra los narcos, una posible reaparición político/represiva de las FF.AA. Una participación que no es obvio que ellas mismas deseen, dado que en su momento les llevó desprestigio de una manera severa, de lo cual se vienen recuperando en las últimas décadas por su comportamiento afín a lo institucional.
Por eso la insistencia del gobierno en llamar “terrorismo” a lo que hace el narcotráfico en Rosario. Claro que son narcos que promueven el terror: pero eso no es, técnicamente, lo que se ha llamado “terrorismo”. Este se ha hecho con finalidades de poder político: no son organizaciones de negocios, mucho menos de comercio de narcóticos. Si alguna vez se han mezclado ambas cosas en Colombia, son dos fenómenos diferentes que se han combinado: pero los narcos no son guerrilleros, ni quieren tener el poder político. Quieren enriquecerse, es un fenómeno absolutamente distinto.
Nada hay de “terrorismo” ahora en Rosario. Este invento de Washington -el del “narcoterrorismo”- fue pergeñado para aumentar la represión política.
Y la represión política nada tiene que ver con la seguridad ciudadana. Más bien, la primera va en detrimento de la segunda: que las actividades de la AFI en tiempos de Macri fueran preparar carpetazos contra los políticos (llegaron a meter una empleada doméstica como espía a la casa de Santilli, alguien del mismo PRO), hizo que no se ocuparan de hacer inteligencia contra el crimen organizado y el narcotráfico.
Se vio clarísimo hace unos días, cuando la Prefectura -central contra los narcos en un sitio portuario como es Rosario- estaba totalmente instalada contra la movilización de las organizaciones sociales en Puente Pueyrredón y otras entradas a la CABA. La Prefectura, entonces, no se dedica prioritariamente a seguridad sino a represión de la protesta social, que es lo que realmente le importa al gobierno.
Malos tiempos
No sólo se sufre cuando se va al supermercado o se reciben boletas de luz y gas. También día a día hay cierres de actividades y de oficinas administrativas: que el Inadi, que Télam, ahora se dice de la TV pública, donde propalan insoportables enlatados a fines de desprestigiar y vaciar la emisora. En otros sitios se echa empleados -ayer fue ANSES- y se lo festeja en los tonos torpes de Adorni, el mismo que cree que no hay que vacunar contra el dengue -y afirma con frescura que la vacuna sólo actúa 4 meses después de puesta-, que la relación entre Milei y Villarruel es cordial y maravillosa, o que el gobierno chino es de idiotas y envía ahora camiones contra el Covid (la Embajada china ya lo refutó).
Lo cierto es que al plantear de cesantear a personal del Conicet, hasta los miembros del directorio de esa repartición que vienen de la Sociedad Rural y de la Unión Industrial Argentina han firmado en contra, señalando la necesidad imperiosa de ese personal que se deja fuera.
Los argentinos somos un pueblo esponja que todo lo absorbe, escribió alguna vez León Gieco. Y algo de eso parece darse con las enormes inundaciones que se produjeron por efecto de las fuertes lluvias en la CABA, Norte de provincia de Bs. Aires y sur de Entre Ríos. Parece que ya nos acostumbramos a que no exista ayuda oficial. La tv oficialista escandalizaba hablando de Lanús o de Avellaneda, con la esperanza de golpear la figura de Kicilof: pero ni la CABA estaba mejor, ni la provincia de Bs. Aires está fuera de la Argentina, de modo que la ayuda de parte del gobierno nacional también allí era imprescindible y estaba ausente.
Milei advirtió -quizá por primera vez- que el número de los que lo apoyan sigue siendo considerable, pero ya es menor que el de quienes están en su contra. Y que tiende a seguir bajando. Ante ello, lanzó un raid interminable por canales de tv (donde nada le sirve mucho, porque son monólogos idénticos con interlocutores aquiescentes), postergó un par de meses la suba de tarifas -en marzo difícil que la inflación no sea mayor que en febrero-, lanzó apresuradamente los nuevos haberes de los jubilados (presentados como si fueran superiores pero recortados severamente por los meses sin aumento, diciembre y enero). Empieza a notar el frío, y luego de la paliza legislativa en el Senado con el DNU, ya no lo ayuda seguir insultando a diputados y gobernadores.
Lanzó la propuesta de dos figuras para una Corte donde se requiere sólo una (Maqueda recién cumple años en diciembre, y hay quien dice que tiene opción a permanecer). Lijo, esquivo y resbaladizo, ha quedado bien con todos a la vez: hasta tendría los votos del peronismo. Pero resulta que hay quien exige que ese cargo se otorgue a una mujer, y desde la Coalición Cívica y el radicalismo lo resisten. Habrá que ver.
Se reunió el peronismo, lanzó un largo comunicado e inició el proceso de recomposición interna de sus autoridades. Ocurrió menos de lo que se esperaba: se necesita presencia política, que se ha manifestado coherente y bastante exitosa en el Congreso, pero casi nula en la esfera pública exterior. En cambio, la CGT pone a las Madres en su mesa, apoya la movida del 24 de marzo, denuncia el ataque feroz a una militante de HIJOS en La Plata -los autores firmaron VLLC, el lema libertario-, rechazan las políticas del gobierno: una posición destacable, dentro de ese desierto que parece ser hoy la oposición en el espacio del debate político. Otra cosa es la calle y la resistencia: eso está activo, y se hace notar todo el tiempo.
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