Y no es así. Son las llamadas “Casuchas de la Cordillera” también conocidas por los estudiosos como “Casas del Rey”. Cuando en 1748 se creó el Servicio de Correos del Río de la Plata, uno de sus desafíos era organizar los cruces periódicos de la cordillera. Entre 1765 y 1770 el gobierno español ordenó construir posadas a lo largo del trayecto, entre Los Hornillos y Punta de Vacas.
Quien ordenó la construcción fue Abrosio O'Higgins, Gobernador de Chile, sin imaginar que un día, su hijo, Bernardo, iba a usar esos refugios huyendo de su país rumbo a Mendoza, después de la derrota de Rancagua. Se calcula que en principio eran ocho, ahora solo quedan cuatro, una en calidad de ruinas sueltas, pero las demás bien conservadas, como haciéndole un homenaje de supervivencia a aquellos que las construyeron. En ellas seguramente encontraron asilo viajeros anónimos pero también muchos famosos.
Es muy probable que el ejército Libertador del General San Martín las haya utilizado en varias oportunidades, pero también pudo haber andado por ahí Sarmiento, Mitre hace referencia de ellas, Lamadrid las usó en su desesperada huida después del combate de Rodeo del Medio y tantos otros.
Si uno se mete adentro de esa sola habitación de altura encontrará en los ladrillos de sus paredes nombres con tipografía de la época y fechas que hablan de 1817, 1835, 1850, 1867, numerosas, desordenadas, superpuestas.
Desde 1973 pertenecen al patrimonio cultural del país, pero están libradas a la buena de Dios, que por ahí es lo mismo que decir a la depredación de los hombres. Son partes de nuestra historia, de la historia de esta Mendoza increíble que nos sorprende a cada paso.
Están a un costado de la ruta 7 como dando noticias de todos los que pasaron antes de los que pasan. Si usted las visita hágalo con respeto, adentro queda el aliento de todos aquellos que en el pasado las usaron como refugio, hay un hálito de historia que no debe ser horadado por teléfonos celulares.