Una mujer cuyana recordada por la historia gracias a su heroísmo y valentía. Martina Chapanay, mensajera cuyana del General San Martín que supo lo que es ser independiente antes de la declaración del 9 de julio de 1816
Por Jorge Sosa / Mendoza te cuenta
Mucho se cuenta y poco se sabe de esta mujer que fue emblema de los pobres de su tiempo y sigue siendo destinataria de las devociones populares. Hay pocos documentos que confirmen su vida y muchos relatos que agrandan su mito. En Martina, como en la vida de otros bandoleros del ayer, la realidad se confunde con la leyenda. No podemos, los mendocinos, atribuirnos la pertenencia de esta mujer, aunque haya vivido en las lagunas de Guanacache, aunque muchos de sus días hayan copiado el paisaje de los laguneros. Es más bien sanjuanina y no por nada en San Juan está enterrada. Sin embargo su influencia en nuestra Mendoza continúa hasta nuestros días. Hay en Mendoza escuelas, bibliotecas, calles y hasta premios con su nombre. Hasta un distrito del departamento de San Martin tiene el mismo apellido de la Martina.
Dicen que fue la hija única de Ambrosio Chapanay, cacique de las comunidades Huarpes, que nació alrededor del 1800 yque no tuvo hermanos. El apellido Chapanayes derivación del milcallac: chapac – nay, “zona de pantanos”. Su madre, MercedesGonzález, de raigambre sanjuanina, murió cuando Martina era muy pequeña.Dicen que, en tales circunstancias, su padre la entregó a Clara Sánchez, de la ciudad de San Juan, quien la educó con muchorigor. Un día Martina, ya adolescente, se cansó de tantas exigencias, encerróen la casa a toda la familia que la albergaba, y escapó hacia sus tierrasnatales. A partir de entonces creció sola y con graves privaciones. Tal vez esasituación de indefensión, la llevó a manejardiestramente el chuchillo, a montarcomo los hombres mejores jinetes y a aprender a soportar los rigores del desierto desnudo. Dicenque manejaba las boleadoras con enormedestreza, que era certera con ellazo, baqueana en los terrenos traidores,buena cazadora y nadadora. Dicen que era mujer muy bella, de cabello oscuroy lacio, de tez morena. Caminaba con pasoscortos, airosos y seguros. Su fisonomía era melancólica. A pesar de que suapostura desbordaba energía había en su rostro un hálito de delicada femineidad.Su carácter taciturno, a veces alegre,solía transformarse en agresivo cuando algo o alguien la contradecían.
Al elegir la vida del monte comenzó a usar la vestimenta de los paisanos del lugar. A partir de ese momento, Martina vivió con los huarpes y se transformó en bandolera. Con un grupo de gauchos que la seguía, asaltaba a los viajeros y a los arreos de ganado, repartiendo lo que robaba entre los más pobres.
Dicen fue chasquidel ejército de los Andes, pero es un decir que no ha podido ser comprobado.
Dicen que su hombre fue Cruz Cuero, un bandido que durante años asoló la región y que seunió a las montoneras de FacundoQuiroga. Dicen también que Cuero murió en Tucumán, la terrible batalla deLa Ciudadela que enfrentó a los federales de Quiroga con las fuerzas unitariasque comandaba Gregorio Araoz de LaMadrid. Entonces Martina quedó al frente de su grupo.
Cuando supo de la muerte de Quiroga en Barranca Yaco, decidió regresar a las lagunas de Guanacache, tal vez buscando algo de paz, pero lo que encontró en sus pagos natales la rebeló aún más: muchos de los miembros de ese pueblo habían sido asesinados por los blancos, muchos habían sido reclutados por las fuerzas en pugna y los menos, los sobrevivientes, habían huido hacia las montañas. Su rabia la transformó en una furia vengadora, fue entonces la bandolera terrible. Todo el oeste argentino escuchó hablar de sus correrías. Era el año 1835 en el sangriento calendario del país.
Dicen que al poco tiempo se unió a las huestesdel gobernador sanjuanino, el general Nazario Benavídez “El caudillomanso”. Martina participó heroicamente en el combate de Angaco y el de La Chacrita. Su labor mereció el elogiode los suyos y agrandó su leyenda. Cuandolo asesinaron a Benavídez, Martina volvió a asumir la dirección de su grupo debandoleros, hasta que otra vez su sentido de patria la llevó a formar partede las tropas de Vicente Peñaloza, “ElChacho”, en su desesperada defensa de las tierras riojanas. Dicen que lo siguió hasta que PabloIrrazabal lo asesinó brutalmente en Olta.
Dicen que La Martina, con el tiempo habría obtenido un indulto y un cargo de Sargento Mayor en la policía de San Juan. Allí fue donde se encontró otra vez con Irrazabal que trabajaba para el gobierno sanjuanino. Dicen que Martina retó a duelo al asesino de “El Chacho”, pero que este no se realizó porque Irrazábal entró en trance por el miedo y pidió la baja.
Dicen que pasó susúltimos años siempre sirviendo, como podía, a su amor por la patria chica y a su ilusión por la patria grande,que siempre le salió al frente, facón en mano a los hechos de injusticia contra el pobrerío. Dicenque la gente humilde de entonces la incluía en sus ruegos para pedirle unavida, aunque sea un día, mejor..
Dicen que murió viejita, en 1887, en sus lagunas y acompañadas por dos perros. Sobre su tumba pusieron una laja blanca, sin inscripciones, “Porque todo el mundo sabe quién está enterrada aquí”. Su tumba, en Mogna, San Juan, es centro de devoción, visitada por cientos de peregrinos. Como todos los bandoleros que defendieron a su pueblo la Martina está destinada a no morir jamás.