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10 años sin Facundo

10/07/2021 20:46
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“La muerte trabaja para recrear la vida. Es un reordenamiento. La que llamamos muerte es en realidad una mudanza. Uno deja el cuerpo que le fue tan útil para caminar en esta etapa terrena y vuela con su espíritu, que es lo que pasa con el sueño cada noche. Estamos para siempre, por eso tenemos que empezar a llevarnos bien con la vida porque la muerte es una recreadora de la vida. Hay una comunidad indígena en Guatemala, (cuyos miembros son) descendientes directos de los Mayas, que cuando se retiran de una reunión en la noche no dicen “voy a dormir”, sino que dicen “voy a ensayar la muerte”. Tal vez la vida es lo que va de la mañana a la noche. Vivimos 365 vidas por año”.

Especial Redacción Jornada

En 2007, BBC Mundo conversó con el cantante argentino Facundo Cabral sobre el significado de la muerte. En su respuesta, Cabral hizo referencia a la forma como una comunidad indígena en Guatemala interpreta la muerte. Irónicamente, fue en ese país donde su vida terminó trágicamente.

Este 9 de julio, una fecha tan cara para los argentinos, se cumplieron 10 años del inexplicable asesinato de Facundo sin duda unos de los más grandes artistas que dio nuestro país. 

El poeta errante de Latinoamérica, como alguna vez fue llamado, tuvo una infancia dura. El hombre fue primero un niño abandonado por el padre junto a sus hermanos. Criado con más necesidades que comodidades, comiendo de la basura muchas veces, tras fugarse de las correccionales, se forjó en las calles de La Plata y Tandil, y se hizo alcohólico prematuro cuando comenzó a vagar hasta caer preso a los 14 años.

En la cárcel, un sacerdote jesuita le enseñó a leer y luego a escribir, lo puso en contacto con libros y lo hizo completar su educación básica. 

Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46 —divagaba el músico sobre sí mismo, en tercera persona, cuando se definía como un “vagabundo firstclass”—; el más pagano de los predicadores 

A comienzos de los años 60, Cabral pedía que lo llamaran Indio Gasparino y hacía sus primeras armas en la guitarra inspirado en Atahualpa Yupanqui y José Larralde, salio a recorrer países de Latinoamerica, compartiendo eseenarios con nuestro querido Polo Marquéz, ni Venenzuela y en Colombia. Se habián radicaro un tiempo en la ciudad de Pereyra.

Sería hasta una década más tarde, cuando grabó “No soy de aquí, ni soy de allá”, que comenzaría a ser llamado Facundo Cabral y comenzar a ser muy conocido.

Nombres como Chavela Vargas y Alberto Cortez, entre un enorme listado de músicos que incluye a Piero, Julio Iglesias y Cristóbal Briceño, hicieron versiones de su mayor éxito.

Hace 10 años sucedía la impredecible mudanza de Facundo. La noche anterior, se presentó por última vez en el teatro Roma de Quetzaltenango, Guatemala. Durante este particular concierto, Facundo se retiraba ovacionado de pie en una sala repleta, luego de compartir un repaso de su carrera, entre reflexiones y canciones. 

Lo recordamos compartiendo el concierto completo de esa noche, donde antes de despedirse cantando junto a su público “No soy de aquí, ni soy de allá” pronunciaba las siguientes palabras: “Gracias por la amistad de tantos años. Sepan que ustedes fueron una parte muy importante de mi felicidad. Siempre los voy a tener en mi corazón hasta el momento final. Y por qué no un poquito más también.” 

Quizas una premonición, de lo absurdo que ocurriría luego con su brutal assinato.

En aquella nota de BBC Mundo le prguntaron ¿Cómo le gustaría ser recordado?

“Como un hombre agradecido, el agradecido siempre es agraciado. Como el desagradecido jamás termina gozando absolutamente nada porque siempre cree que se merece más. Si uno acepta lo que viene y lo goza, y vive aquí y ahora mismo con lo que hay, ¡mi Dios, estamos salvados! Hasta desparecería de nuestro vocabulario la palabra pobreza y la palabra soledad cobraría otra dimensión. La soledad no es un castigo. Gracias a ella, nos conocemos, sin ella no sabríamos quienes somos”.


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