La política de ancla cambiaria de Javier Milei y Luis Caputo es una de las patas claves del plan para intentar estirar la desaceleración de la inflación. Fue una de las constantes tras la mega devaluación de diciembre, apenas llegaron al Gobierno. Desde entonces, la apreciación fue tan importante que, hoy, el tipo de cambio real multilateral (TCRM) ya es menor al promedio de noviembre de 2023, el mes previo al recambio presidencial.
Pese a las advertencias de “atraso” y a las reservas netas negativas en alrededor de u$s6.000 millones, el mercado parece comprar la idea de que el Gobierno logrará mantener la tablita cambiaria sin un pronto salto. Claro está, a partir del sostenimiento del cepo por largo rato. De hecho, buena parte de la city espera que los controles continúen hasta las elecciones de 2025. De todas maneras, los analistas advierten sobre los riesgos que plantea la apuesta oficial.
Dólar hoy: uno de los más bajos en dos décadas
El TCRM es un indicador que publica cotidianamente el Banco Central. Mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los principales 12 socios comerciales del país, en función del flujo de comercio de manufacturas. Está influido por la apreciación o depreciación del peso frente al dólar y a otras monedas, y por la inflación tanto de Argentina como de los demás países en cuestión.
El BCRA informó que el lunes 21 de octubre el tipo de cambio real multilateral se ubicó en 82,8 puntos. El indicador quedó al borde de alcanzar los 81,5 puntos el 7 de diciembre pasado, último día hábil del mandato de Alberto Fernández. E incluso ya perforó el nivel promedio de noviembre de 2023 (83,2). Para dimensionar la apreciación registrada a lo largo del año, luego del salto cambiario del 118% en un solo día decidido por Milei y Caputo, el 14 de diciembre el TCRM había escalado a 162,2 puntos. Una mega devaluación cuya competitividad cambiaria ya terminó de licuarse.
¿Qué ocurrió? El equipo económico definió que uno de los pilares de su plan (junto con el shock de ajuste fiscal) sería el ancla cambiaria. Para eso, definió que, tras el salto devaluatorio de diciembre, aplicaría una tablita: el dólar oficial subiría a un ritmo del 2% todos los meses. Y así lo hizo. Con el precio del dólar siempre por debajo de la inflación, el tipo de cambio se apreció progresivamente.
A eso se sumó la devaluación de las monedas de algunos de los principales socios comerciales de Argentina, con Brasil como caso paradigmático. De hecho, el tipo de cambio bilateral con el país vecino ya perforó el nivel previo a la asunción de Milei y se ubica en el nivel más bajo de los últimos 22 años, con la excepción de unos pocos meses de 2015.
El dato es clave: Brasil no es solo el mayor socio comercial, sino también el principal destino de las exportaciones industriales, que pierden competitividad cambiaria. El sector manufacturero local enfrenta un combo de políticas adversas que se ve reflejado en la crisis productiva: derrumbe del consumo interno, apertura importadora con tipo de cambio más apreciado, desregulación aduanera y baja de aranceles.
De continuar el esquema cambiario oficial, como descuentan las cotizaciones del mercado, la apreciación seguirá su curso. Así lo planteó el economista Amílcar Collante: bajo el supuesto de inflación proyectado en el último Relevamiento de Expectativas del Mercado del BCRA, si se mantiene el “crawling peg” del 2% mensual hasta febrero y, a partir de ese momento, comienza a bajar el ritmo 0,1 punto por mes, como sugirió Ricardo Arriazu, en marzo el TCRM alcanzaría el nivel promedio del fin de la convertibilidad (1997-2000).
Dólar: el plan oficial, la apuesta de la city y los riesgos
El Gobierno se abraza al ancla cambiaria como vía para contener la inflación e intentar extender el sendero de desaceleración. Es la credencial política que quiere mostrar de cara a la próxima campaña. Ocurre que, a pesar del contexto recesivo, un salto devaluatorio tendría un impacto en los precios internos. Economistas y operadores de la city coinciden en que fue la principal razón de la continuidad del cepo ante la falta de reservas en el BCRA para intervenir.
Además, la tablita cambiaria oficial y la compresión de la brecha (ayudada por la vigencia del dólar blend) es la herramienta de Caputo para incentivar las apuestas al “carry trade”, la denominada “bicicleta financiera”, que consiste en vender dólares para posicionarse en activos en pesos que pagan una tasa superior a la evolución del tipo de cambio y volver a dolarizarse antes de que la cotización se dispare. A quienes apostaron al “carry” el plan Caputo les proporcionó una jugosa ganancia en dólares del 31,8% en lo que va del año, según cálculos del economista Nery Persichini.