El equipo argentino espera ahora por su rival, entre Colombia y Uruguay, en la final del próximo domingo en Miami.
Sin jugar un partido espectacular, el equipo argentino lució sólido, seguro, y aplicó la estrategia que más le convenía en este partido, que fue dormir a su rival y de ninguna manera permitir una dinámica como la que tuvo ante Venezuela por los cuartos de final, con llegadas permanentes a los dos arcos.
Si la selección canadiense pensó por algún momento que se podía repetir aquel partido frenético de ida y vuelta ante Venezuela por los cuartos de final, enseguida se dio cuenta, luego de cinco minutos con un par de incursiones en el campo argentino, que en la noche de Nueva Jersey eso no iba a ser posible.
La selección argentina planificó un partido completamente distinto, casi como si le aplicara un tranquilizante. Todo se fue amodorrando y de a poco, los norteamericanos fueron perdiendo espacios y detrás de eso, la posesión de la pelota, pero los albicelestes tampoco le quisieron insuflar dinámica, esperando con mucha paciencia que se produjera algún hueco en la defensa rival.
Con el correr de los minutos, en un contexto muy cansino, fueron asegurando la pelota los centrales albicelestes, se fue asentando, de a poco, un algo recuperado (físicamente) Enzo Fernández, muy bien acompañado por Alexis Mac Allister, y Rodrigo de Paul se dejó de dialogar con los árbitros y rivales para manejar los hilos de su equipo.
Sumado a esto, el entrenador Lionel Scaloni acertó al colocar a Ángel Di María por la derecha porque de esta manera lograba contener al jugador más influyente y decisivo de Canadá, Alphonso Davies (Bayern Munich), y, de paso, encararlo en el uno contra uno, esperando que por el medio aparecieran un algo recuperado Lionel Messi, y por la derecha, aunque cerrado, Julián Álvarez, lo que a su vez obligaba a cerrarse al lateral derecho Alistair Johnston. Todo quedaba muy apretado en pocos metros, desde mitad de campo argentino, donde Canadá paraba a sus delanteros, hasta tres cuartos del campo norteamericano.
Promediando el primer tiempo, a los 22 minutos, por fin, De Paul encontró el hueco perfecto para asistir por el medio a Julián Álvarez, quien definió con un túnel a la salida del buen arquero Crepeau, que, sin embargo, acostumbra a pararse lejos de su arco, algo que otra vez el ex delantero de River casi aprovecha aunque su remate de emboquillada le salió demasiado alto y no tuvo la suerte del venezolano Salomón Rondón en los cuartos de final.
Siempre fue Argentina la que estuvo más cerca del gol, incluso luego de ponerse en ventaja. A los 33 minutos, se equivocó Davies, la pelota le pasó por debajo de la suela, aprovechó Di María para puntear la pelota con un remate cruzado y la pelota rozó el poste derecho.
Y ya faltando dos minutos para el final, otra vez Di María -una de las figuras argentinas- centro rasante, Álvarez cortinó y Messi, entrando por el centro, sacó un remate apenas desviado. Así se iban al descanso en un partido lento, así pensado por Scaloni, casi para la siesta canadiense.
En el segundo tiempo se esperaba alguna clase de reacción de Canadá, pero no hubo tiempo para mucho. A los 6 minutos, un centro atrás de De Paul desde la derecha, terminó con un mal rechazo de Koné, dentro de su área, y la pelota le llegó justo a Enzo Fernández unos dos metros más atrás del punto penal. El volante argentino, con muy buena pegada, colocó su remate abajo, contra el palo izquierdo de Crepeau.
La sensación es que allí, el partido se había terminado, aunque restaban 39 minutos. Scaloni aprovechó para realizar algunos cambios, en especial el de Nicolás Otamendi por Nicolás Tagliafico (de muy buen partido), para colocar de lateral izquierdo cerrado a Lisandro Martínez, al salir Alphonso Davies, el mejor jugador de los norteamericanos, lesionado, por lo que ya no había que abrirse para marcar ese lateral. También dio descanso a Julián Álvarez y a Ángel Di María, haciendo ingresar a Nicolás González y a Lautaro Martínez, y finalmente, a Exequiel Palacios, pero todo esto fue más para la estadística en un partido que estaba terminado desde hacía rato.